La maestría del II Salón Ciudad de Córdoba: al rescate de una época

La plástica cordobesa, a lo largo de los años, tuvo muchos y muy buenos pintores, algunos escultores de personal visión y no pocos grabadores y dibujantes que contribuyeron a un merecido prestigio. Esto fue ostensible en el II Salón y Premio Ciudad de Córdoba, destinado a grabado y dibujo, que se exhibió en el Museo Provincial Rosa Galisteo de Rodríguez en agosto de 1978. El día 15 de agosto, El Litoral publicó una reseña de Jorge Taverna Irigoyen al respecto. A continuación, van los párrafos más significativos.

“En este Salón (con todas las propiedades y debilidades inherentes a los "salones"), se han otorgado lauros y menciones que, más allá de lo aleatorio, destacan algunos envíos de importancia. En dibujo -la sección más numerosa y de mayor hondura perceptual- el primer premio adquisición correspondió a Carlos Eduardo Peiteado: un escultor de vigorosa estructuración formal, cuya obra “Visagra para una nube” arroja una comunicativa subjetividad. El segundo premio fue otorgado a la obra “Proceso secreto”, de Pedro Alberti: un grafito de planteo hiperrealista, muy bien resuelto. Carlos Durieux y Nora Montes obtuvieron sendas menciones especiales por sus envíos de personal imagen y excelente tratamiento técnico”.

“En grabado, Armando Sica obtuvo el primer premio por su xilografía a dos tintas “La manzana y la flecha”, de definidos contrastes valorísticos y recia estructuración. Jorge Walter Galette recibió el segundo por un aguafuerte titulado “La patada”, de limitada expresividad. Adolfo Crespín y María Cristina Rame fueron distinguidos con menciones especiales por envíos de relativo interés”.

“Dentro de otros trabajos atraen los paisajes de Ernesto Mario Berra; un par de retratos de Raúl Pecker; unas abstracciones de Alejandro Carranza; las grafías orientales de José Cárrega Núñez; los profundos claroscuros de Carlos Leone; los firmes trazos expresionistas de Gustavo Ortiz; la imagen neofigurativa de Angel Herrera; la maestría lineal, de ácidos contenidos, de Oscar Salas; la ruptura de los convencionalismos en Dalmacio Rojas; la sensorialidad de Juan Carlos Pinto; el trasfondo de Margarita del Carmen Selva, y la temperamentalidad de Lina Bevilacqua”.

Oscar Rodríguez Jáuregui

Por otra parte, en esa misma época de 1978, con el auspicio del Banco de Paraná, el dibujante entrerriano Oscar Rodríguez Jáuregui presentó un conjunto de diez dibujos en la galería de arte Color, San Martín 2433. “Tornan a atraer sus grafitos levemente modulados en sus valores, con figuras que se recortan sobre el fondo y que, casi sin excepciones, dejan traslucir un amargo dramatismo”, escribió Taverna Irigoyen, en la misma reseña en la cuál se refirió a los cordobeses.

“De a ratos, Rodríguez Jáuregui pareciera querer captar el componente social en sus trabajos ‘Los ultrajados’, ‘El pudor del adoptivo’, más allá de sus títulos, arrojan un sentido crítico de auténtica resonancia. Sin embargo, por encima de esta actitud, sus dibujos -refinadamente elaborados, con multiplicaciones de rostros y a veces de cuerpos, con atmósferas diluidas- son pasibles de otras lecturas como las que, a través de una contenida expresividad, dan la buena poesía o la buena música cuando están pulsadas con auténtica vocación”, agregó.