El pintor Ernesto de la Cárcova fue, según el poeta Rubén Darío, un "dandy socialista". Nacido un día como hoy, 3 de marzo de 1866, se ubica como una figura importante del arte argentino, más allá de su escasa producción.
Creada en 1894, expone la desigualdad y el conflicto social en Argentina de esa época. Su fuerza expresiva la coloca entre las piezas clave del arte nacional.
El pintor Ernesto de la Cárcova fue, según el poeta Rubén Darío, un "dandy socialista". Nacido un día como hoy, 3 de marzo de 1866, se ubica como una figura importante del arte argentino, más allá de su escasa producción.
Inició su formación en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, con Francisco Romero. Luego, amplió sus estudios en Italia, en la Real Academia Albertina de Bellas Artes.
Ese período en Europa fue central: lo acercó al realismo pictórico y a la tradición de la pintura histórica y social.
La obra más reconocida del artista se titula “Sin pan y sin trabajo”. Corresponde al año 1894 y describe una historia mínima que deja entrever crisis, inmigración y desigualdad.
El contexto en el cual se sitúa el cuadro es la Argentina de fines del siglo XIX, un país en transformación. El modelo agroexportador era entonces paradójico: generaba riqueza, pero también exclusión social.
La inmigración, alentada por el Estado, prometía oportunidades, pero muchos recién llegados terminaban en condiciones precarias, empleados en fábricas con sueldos miserables o desempleados.
Fue en este mundo en el cual Ernesto de la Cárcova concibió “Sin pan y sin trabajo”, que sintetiza el drama de la pobreza y la desesperanza en un país que crecía, pero a costa de enormes desigualdades.
Es una escena de desesperación que transcurre en una habitación oscura y pobre. Hay un hombre que observa a través de la ventana cómo se reprime una huelga y golpea la mesa con gesto contrariado.
Al lado, una mujer que languidece producto seguramente de las privaciones, se aferra a sus últimas fuerzas para amamantar a un bebé. Su rostro está demacrado.
La especialista Laura Malosetti Costa señala que el cuadro responde a un estilo naturalista y una temática que tuvieron una importante presencia en los salones europeos de los años finales del siglo XIX.
“Eran -según Malosetti Costa- grandes pinturas resueltas en tonos sombríos que desplegaban escenas dramáticas de miseria y de los contemporáneos conflictos sociales urbanos”.
Sin embargo, agrega que “hay algunos elementos de la composición y el tratamiento del tema que la alejan de las recetas naturalistas en favor de una mayor expresividad crítica, transformándolo en un cuadro de ideas”.
Con todo, es una de las primeras manifestaciones del arte comprometido en Argentina. Cómo dice María Gainza: “cuenta una historia triste, de pobreza, miedo y hambre”.
“Todo en la habitación está en equilibrio inestable, como la vida de ese matrimonio, marcado por la incertidumbre”, agrega Gainza.
Marina Oybin, en un artículo publicado en Página 12, explica que cuando la obra se expuso por primera vez produjo gran impacto. “La crítica fue híper elogiosa, excepto el periódico del centro socialista al cual de la Cárcova se había afiliado”.
Actualmente, la pintura integra la colección del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, donde sigue siendo una de las piezas de mayor interés para los visitantes.
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