¿Qué significa amar la Tierra? ¿Cómo se representa ese vínculo en el arte a lo largo de los siglos? El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid se atreve a formular estas preguntas en una muestra temporal.

El Museo Thyssen-Bornemisza propone una exposición temporal que reúne artistas de cinco siglos para repensar la relación de los humanos con la Tierra en siete escenarios.

¿Qué significa amar la Tierra? ¿Cómo se representa ese vínculo en el arte a lo largo de los siglos? El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid se atreve a formular estas preguntas en una muestra temporal.
Se trata de "Terrafilia. Más allá de lo humano en las colecciones Thyssen-Bornemisza", que abrió el pasado 1 de julio y cerrará el 24 de septiembre.

La propuesta, curada por Daniela Zyman, le demanda al visitante detenerse, mirar, repensar, un ejercicio urgente en tiempos en los cuales el colapso ambiental y la crisis civilizatoria aparecen todo el tiempo en agenda.
"Terrafilia", como término, reúne el afecto por la Tierra con la responsabilidad ética y política que implica cuidarla. Y esa idea es el núcleo desde el cual se articula la muestra.

Las más de cien obras que componen la exposición abarcan cinco siglos de producción artística, con nombres que van desde Joachim Patinir hasta Dineo Seshee Bopape, Ayrson Heraclito o Hervé Yamguen.
Este conjunto heterogéneo resiste la lectura cronológica o evolutiva. En cambio, se organiza en siete "escenarios" temáticos: cosmogramas, mundos animados, el arte de los sueños, objetividad, relaciones con la tierra, tiempos míticos y cosmogonías oceánicas.

Estos núcleos guían el recorrido físico y proponen maneras diversas de percibir lo terrestre, lejos del paradigma moderno occidental que separa cultura y naturaleza. "La exposición invita a los visitantes a encontrarse con el mundo como un pluriverso: un mundo de muchos mundos", sostiene Zyman en su texto curatorial.
La muestra se inscribe en lo que podría llamarse un giro epistémico contemporáneo, donde arte, filosofía y ciencia convergen para reformular nuestra relación con lo no humano.
En este contexto, "Terrafilia" se alinea con corrientes como la ecología, la antropología ontológica y el derecho ambiental, que abogan por el reconocimiento de ríos, montañas, animales como sujetos de derecho y participantes de una multiplicidad vital.
La inclusión de artistas como Natalia Goncharova o Wassily Kandinsky, en tensión con piezas más recientes de Inês Zenha o Bopape, permite explorar cómo las formas de representar lo natural también son formas de construir lo real.

Aunque la muestra se desarrolla en Madrid, la pregunta que articula su núcleo se proyecta hacia todos los puntos geográficos: ¿cómo habitamos la Tierra hoy, y cómo podríamos hacerlo de otro modo?
En ese sentido, "Terrafilia" es también un llamado a planificar una política planetaria que abrace la interdependencia, el cuidado y la sensibilidad por lo múltiple. Algo central para este momento del mundo.
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