Federico Aguer
Luego del cese de comercialización de granos y carne decretado por la Mesa de Enlace, el campo acomoda sus fichas. Balances y desafíos.
Federico Aguer
Esta semana, la Mesa de Enlace avanzó con una medida de fuerza que frenó la comercialización de granos y de hacienda en pie. El acatamiento fue alto (no total), pero sirvió para demostrarle al Gobierno que si matan al campo, a la larga nos matan a todos.
Sin embargo, también dejó heridas abiertas. Puertas adentro de la Mesa de Enlace quedó evidenciado el liderazgo de CRA como la única entidad con iniciativa y territorialidad genuina, frente a una Federación Agraria fuertemente dividida, CONINAGRO con serias diferencias regionales con la conducción nacional, y SRA desdibujada.
Puertas afuera, apostaron por la diplomacia y el diálogo con un Gobierno que sigue manejando los tiempos de la "negociación". Y decidieron no cruzar la ruta para sumarse a la Asamblea en las puertas de Expoagro. Allí, el movimiento de Autoconvocados estaba intentando concretar una gesta superadora al 2008, habiéndose venido desde Charata en un inédito "casillazo". Si bien la lluvia les jugó una mala pasada, resistieron y emitieron su comunicado concreto de 8 puntos. Y se quejaron -con desilusión- que las 4 sillas que habían dispuesto para que se sienten sus referentes hayan quedado vacías.
Los dirigentes se perdieron la enorme oportunidad de reflejar unidad y fortaleza ante la prensa nacional allí presente. En eso de "no repetir errores", se olvidaron de la mística que tuvo la gesta del 2008, donde todos jugaron para el mismo equipo.
Para el ruralismo institucionalizado, sería de vital importancia sumar a todos los eslabones involucrados: autoconvocados, fabricantes de maquinaria, contratistas, aeroaplicadores y organizaciones de pequeños productores.
Santa Fe puede dar el ejemplo a través de su Mesa Agropecuaria, donde las entidades están dando los primeros pasos hacia una agenda común, integrada con el Ministerio de la Producción y otros estamentos.
Los Derechos de Exportación atentan contra el federalismo y debilitan a las cadenas productivas y a los pueblos y ciudades del interior. Somos el único país del mundo que las implementa. A los únicos que beneficia es a los productores de Uruguay, Brasil, Paraguay y EE.UU. De allí la importancia política del rechazo de los Concejos deliberantes.
El campo tiene que demostrar que es parte de la solución y no del problema. Por su pasado, por su presente y -sobre todas las cosas- por ser el principal protagonista de nuestro futuro. La premisa es trabajar para consolidar su unidad.