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Para evitar pérdidas, principalmente de soja y maíz, los técnicos apuntan a una regulación adecuada de la máquina de acuerdo a la situación de cada lote, medir pérdidas durante el trabajo y corregir los errores para lograr una cosecha eficiente.
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Durante la campaña 2017/18 la cosecha de cultivos soja y maíz registró pérdidas de 2,27 y 1,27 millones de toneladas, respectivamente. Para la presente campaña las estimaciones presentan una tendencia alcista, debido al aumento de superficie y a los resultados de las evaluaciones preliminares de pérdidas de cosecha registradas por técnicos del INTA.
Frente a esta situación alarmante, desde el organismo consideraron muy importante repasar algunos conceptos fundamentales para no desperdicia lo que se presenta como una de las campañas más productivas de los últimos años. Así difundieron un trabajo conjunto de las Experimentales de Salta y Manfredi que lleva la firma del Ing. Agr. José Peiretti, especialista en eficiencia de cosecha de granos.
La velocidad de la cosecha
En soja -el cultivo más importante del país-, el primer elemento mecánico que toma contacto con el cultivo es la barra de corte. Y la calidad del corte se ve directamente afectada por la velocidad de avance de la cosechadora. Mientras mayor sea la velocidad de avance, más largo será el recorrido de la planta, impulsada por la cuchilla hasta el puntón donde se efectúa el corte. Eso significa que el movimiento lateral y hacia delante de la planta será mayor, lo que incrementa directamente el desgrane de la planta y las pérdidas por cabezal. Aquí es importante destacar que el 70% de las pérdidas de cosecha en soja, están provocadas por el cabezal de la cosechadora.
Otro punto: mientras menos humedad posea el cultivo al momento de cosecha, más tendencia al desgrane tendrá la planta frente al estímulo mecánico y más susceptible al aumento de velocidad de la cosechadora.
¿Qué pasa en el maíz?
El cabezal maicero es una máquina diferente al sojero/triguero, pero la velocidad también afecta su desempeño en el lote. Las placas espigadoras deben extirpar la espiga de maíz del tallo y dejar el resto de la planta en el terreno. Si no combinamos correctamente la velocidad de avance de la cosechadora con la velocidad de trabajo del cabezal, observaremos un efecto de empuje o de arrancado de la planta por parte del cabezal, lo que provocará caída de espigas del cabezal o bien arrancado de toda la planta.
La forma de evaluar el trabajo de un cabezal maicero desde el terreno, es posicionarse en la parte posterior de la máquina y observar el tipo de material que la misma despide por la cola.
Minimizando daños y planificando recorridos
Durante el periodo entre la campaña de cosecha fina y el comienzo de la campaña de cosecha gruesa, deberíamos sumar a las tareas de puesta a punto y refacción de componentes del equipo de cosecha, la rectificación de los elementos que toman contacto con los granos a lo largo de su camino por el interior de la máquina y hasta que los mismos son descargados en el silo o en el camión, para reducir el porcentaje de daño mecánico en los mismos.
La rectificación de los elementos de trilla y de los mecanismos que mueven el grano, como tubos de descarga, tornillos sinfín; el uso de los mismos en la campaña y el roce con el flujo de granos es altamente esmerilante y provoca desgaste del metal y afilado de las superficies, lo que aumenta el porcentaje de daño mecánico sobre los granos. Este trabajo se debe realizar no sólo en la cosechadora, sino también en los sistemas de descarga de la tolva.
Y respecto a la tolva y su tractor, antes de comenzar el trabajo en cada lote, le da profesionalismo al trabajo si nos tomamos unos minutos en observar la forma del lote -ancho y longitud-, la capacidad de nuestro equipo medido por el ancho del cabezal y número de equipos, y cantidad de equipos de apoyo -tractores y acoplados tolva-, para planificar un sector de descarga que esté sincronizado con los momentos de llenado de la cosechadora, para evitar así la circulación innecesaria de los equipos de apoyo a lo largo del lote. Esto conserva las cualidades estructurales del suelo y disminuye otro tipo de pérdidas de cosecha, que son las de reducción del rendimiento que veremos en la campaña siguiente debido a la compactación superficial del suelo.
Medir pérdidas, la clave para mejorar la eficiencia de cosecha
La metodología de evaluación de pérdidas de cosecha es una herramienta fácil y sin costo que debe ser incorporada al trabajo de cosecha de granos. Es un excelente medio de apoyo desde el terreno para trabajar en equipo con el operario maquinista y para colaborar con él en la modificación de las regulaciones del cabezal, sistema de trilla, separación y limpieza a lo largo del lote, según va cambiando la expresión de las pérdidas de cosecha.
La cosecha de granos en Argentina es un trabajo realizado principalmente por el contratista de cosecha, un actor extremadamente capacitado. El trabajo de la cosecha debe ser planificado y observado constantemente como una red de factores que integra clima, cultivo, cabezal, trilla, separación, limpieza, velocidad de avance, entre otros, que están en constante relación entre sí y que pequeñas modificaciones en alguno de ellos afectan a los demás, expresándose como cambios en los volúmenes de pérdidas observadas sobre la superficie del terreno.