El Litoral


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Al término de esa épica batalla, en el vestuario del retador, en medio de abrazos, cánticos, de notable alegría entre el clan argentino, al ser consultado Carlos Monzón sobre la definición del pleito, aseguró: “Cuando lo ví en el suelo a Nino, estaba seguro que le podían contar 120 que no se levantaba”.
“Les voy a explicar cómo fue el desenlace: después que le tiré dos manos seguidas observé que era mío... Cuando se fue a las cuerdas, yo esperaba meterle la derecha; se la puse al costado de la boca y me quedé a ver que pasaba”, manifestó con el rostro serio y adusto Monzón.
El clan argentino que estuvo acompañando a Monzón en esta gesta histórica, lo conformaba un escaso número de periodistas especializados en la materia, entre ellos, el enviado especial del Diario El Litoral y del programa “Panorama Deportivo” de la radioemisora universitaria LT 10, Pedro Oscar Roteta, debido al descreimiento de los colegas porteños hacia la figura del notable pugilista santafesino.
La actuación del natural de San Javier y su título de campeón mundial de los medianos resultó ser el premio al esfuerzo, dedicación, a la contracción, a la fe puesta en todo para lograrlo. También a la indiferencia mostrada hacia su oponente, a la imperturbable manera de ser.
Concentrado en el camerino como si estuviese todavía en el centro del cuadrilátero, Monzón aseveró: “Si el italiano aguantaba ese golpe, le mandaba otro derechazo enseguida. Pero cuando lo vi tirado en el tapiz estaba seguro de que le podían contar 120. Me retiré hacia el rincón neutral aguardando la decisión final del arbitro alemán”.