El Litoral


El Litoral
Juan Carlos Lectuore, un hombre apasionado, conocedor del mundo del boxeo en casi todos sus detalles y aspectos, defensor a ultranza de los púgiles nacionales durante varias décadas, pudo convencer a Bruno Amaduzzi y concertar el esperado encuentro.
Tito —como se lo conocía en el mundo boxístico al promotor del Luna Park—, tuvo que buscar insistentemente durante dos temporadas a Amaduzzi —el manager de Giovanni Benvenuti— para lograr la oportunidad de concertar el encuentro por el título ecuménico, porque tenía otros objetivos, entre ellos, con el promotor Rodolfo Sabbattini (ingresó al Salón de la Fama el 11 de junio de 2006), concretar una nueva pelea con Emile Griffith.
Cabe consignar que Monzón, preclasificado como número uno del escalafón de la WBA, no figuraba en la agenda del italiano.
Lectoure viajó a la Convención de ese organismo que se celebró en Salt Lake City, Estados Unidos y hasta llegó a ofrecer una bolsa desmesurada para que Nino Benvenuti viajara a la Argentina, unos 80 mil dólares de esa época.
Finalmente, Amaduzzi cedió ante la presión del promotor argentino y aceptó el combate para sacarse de encima al “Mago” Lectoure, como manifestara años más tarde.
Fueron innumerables las gestiones personales y llamados telefónicos encarados por Tito Lectoure ante Bruno Amaduzzi manager de Benvenutti.
Amaduzzi le explicó a Lectoure: “Mire Tito, el combate lo haremos en Italia, así me lo saco a usted definitivamente de encima porque estoy cansado de tanta insistencia, me acosa en todos lados”, respondiendo Lectoure: “Quédate tranquilo, Bruno, ahora que firmamos el compromiso te aseguro que Monzón será el próximo campeón mundial de los Medianos, porque es un fenómeno”.
Por entonces, Monzón tenía 28 años y 81 peleas de las que sólo había perdido tres (se tomó desquite de sus vencedores). Benvenuti, en cambio, que había sido campeón olímpico, sumaba 87 combates entre los profesionales, contaba con 32 años. Debe señalarse que eran los tiempos que para llegar a una pelea de campeonato mundial había que sumar muchos combates y por ende numerosas victorias en su haber, además de ofrecer bolsas conteniendo dólares por sumas millonarias.