Zona comercial. La avenida General Paz ofrece una variedad de negocios que la convierten en un centro importante de compras. De hecho, cuenta con una asociación de comerciantes.

En el mapa de la ciudad, está emplazado en el centro este. Es un barrio que no se puede dejar de visitar a la hora de conocer parte de la historia ferroviaria de Santa Fe.

Zona comercial. La avenida General Paz ofrece una variedad de negocios que la convierten en un centro importante de compras. De hecho, cuenta con una asociación de comerciantes.
Mónica Ritacca / María Víttori Fotos: Mauricio Garín. Cámara: Juan Manuel Víttori [email protected] La jurisdicción emplazada en el centro este de la ciudad no pasa desapercibida. La avenida General Paz la atraviesa de norte a sur, y Salvador del Carril de este a oeste. El tránsito vehicular, y también de motos y bicicletas, es permanente. Es que la zona creció comercialmente y es una de las elegidas a la hora de comprar artículos de cualquier rubro. Pero también Sargento Cabral ofrece postales de barrio: mujeres haciendo los mandados, otras barriendo veredas y conversando. Los chicos con sus mochilas -en el barrio hay varias instituciones educativas- le dan una impronta particular. Lo mismo que La Redonda, el edificio recuperado en Salvador del Carril y Belgrano donde funcionó antiguamente un taller ferroviario y fue clave para la consolidación del lugar, y el inmenso Parque Federal, considerado como el pulmón verde de la ciudad. Sobre su historia y cómo se conformó, se dice que nació en 1925 a partir de Santa Fe Cambios. Por el año 1936, varios sectores estaban invadidos de yuyales altísimos, donde también sobresalían eucaliptos centenarios. Por entonces, la avenida General Paz era una calle angosta de tierra, bordeada de pinos; brindando una perspectiva hermosa que destacaba aún más a los chalecitos que por entonces se extendían sobre ella, cada uno emplazado en terrenos de enorme extensión. También había algunos edificios de construcción antigua a ambos lados de la General Paz. Allí funcionaban los distintos grados de la escuela Drago. Sargento Cabral era por aquellos años un barrio alejado del centro de la ciudad, donde el cantar del gallo era el despertador de los vecinos; quienes apenas lo oían se levantaban para esperar la llegada del lechero, panadero, verdulero y carbonero. Con los años, se abrieron las calles laterales, que en los orígenes de la zona no eran más que callejones angostos bordeados de casillas y ranchitos, y llegó el asfalto. También, se lotearon las grandes extensiones de terreno que tenían los primeros chalets, se talaron los centenarios eucaliptos y los pinos de la General Paz para ensanchar la avenida y empezaron a levantarse edificaciones que favorecieron el crecimiento de la zona. Entre ellas escuelas, clubes y viviendas.