Tomás Rodríguez
(Especial para El Litoral)
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La desgracia de Carlos Monzón sobrevino aquel 14 de febrero de 1988, cuando en un chalet del barrio La Florida de Mar del Plata, luego de una discusión con su pareja —la modelo uruguaya Alicia Muñiz, madre de su quinto hijo, Maximiliano Roque—, terminó con la mujer muerta y el otrora pugilista culpado, juzgado y llevado a prisión por homicidio simple.
Cuando le faltaba menos de un año para poder terminar con su condena (11 años) y gozaba de libertad restringida, Monzón halló la muerte sobre la Ruta Provincial Nº 1 Teófilo Madrejón, a la altura del paraje Los Cerrillos, cuando tenía 52 años de edad.
Clamor popular
El deportista fue velado en el vestíbulo central de la Municipalidad de Santa Fe, por pedido del intendente Jorge Obeid, donde miles de personas desfilaron para despedirse de su máximo ídolo, el hombre que había nacido el 7 de agosto de 1942 en una vivienda del barrio La Flecha de San Javier.
Las exequias reunieron a una multitud jamás vista en esta capital que nunca lo olvidó y acompañó al incomparable campeón hasta su última morada. Desde el gobernador Carlos Reutemann; el empresario Tito Lectoure; boxeadores, periodistas y amigos de todo el país estuvieron presentes y le tributaron un homenaje a una de las máximas glorias del deporte argentino.
Su historia
“Escopeta” Monzón (como lo llamaba el periodista Julio Juan Cantero) tenía un palmarés como aficionado de 79 victorias y 8 derrotas. En el profesionalismo, realizó un centenar de combates: ganó 87 (59 antes del límite), empató 9 y perdió sólo 3, con un choque nulo.
Cuando comenzó su carrera ascendente en la categoría mediano, no perdió ningún encuentro a lo largo de 13 años, entre 1964 y 1977, y defendió 14 veces su título durante casi siete años de reinado.
Monzón se crió en un medio hostil, injusto, donde los chicos estaban acostumbrados a la postergación, necesidades y escasez. Fue lustrabotas, canillita, sodero, repartidor de leche. Un día, en 1963, conoció a Amílcar Oreste Brusa y éste acepta como pupilo a ese flaco, desgarbado y desnutrido joven que en su niñez había padecido tifus.
Siendo campeón le llegó la fama y el dinero, su amistad con Alain Delon y la admiración de Jean Paul Belmondo. El director cinematográfico Daniel Tinayre lo llevó a la pantalla grande en “La Mary”, récord de taquilla y trampolín para el romance con Susana Giménez.
El 29 de agosto de 1977 se retiró con sólo tres derrotas. Monzón, por todo lo que hizo por su país, no se merecía el trágico final que tuvo.
“Era extraordinario”
Hace poco más de cinco años y dos meses, Michael Gerard Tyson, el campeón mundial más joven de la categoría pesado, visitó la Argentina para participar de la última emisión el programa de Canal 13 conducido por Diego Maradona, “La noche del 10”, que se transmitió desde el mítico estadio Luna Park.
En aquellos días, por razones de tiempo y agenda, Tyson no pudo visitar la tumba de Monzón en Santa Fe, pero al referirse a él, el norteamericano había dicho: “El Hombre de Hierro era muy frío, muy alto, más alto que yo y tenía brazos muy largos pero ¡por Dios, hombre! Te iba destruyendo, lastimaba con cada golpe, era tremendo, un hijo de p... total, extraordinario”.
También recordó que “Monzón era un profesional sensacional. Cuando se preparaba para pelear por el título abandonaba todo. Las mujeres, la farándula, el cigarrillo, la vida fácil y se encerraba con su equipo, con el entrenador y bajo la atenta mirada del empresario del Luna Park”, concluyó.
“Monzón subía la montaña en el escalafón de los pesos medianos y hombre tras hombre fue derrotándolos. Por eso, pasan los años y su nombre y figura se acrecientan más. Fue el mejor de todos en su categoría”. Edwin Vázquez (Periodista, historiador y escritor puertorriqueño).
“Frío, calculador, letal, demoledor, una aceitada máquina de destrucción. Eso fue Monzón sobre el ring. Inscripto para siempre en la historia grande del deporte argentino, junto con Maradona, Ginóbilli, De Vicenzo, Vilas y Fangio”. Martín Mendito (Periodista cordobés).






