Tomás Rodríguez
Tomás Rodríguez
El 7 de agosto de 1932 se produjo un hecho histórico que conmovió al mundo deportivo cuando el joven atleta rosarino, Juan Carlos Zabala, residente en la localidad bonaerense de Marcos Paz, obtuvo la medalla número 14 para la República Argentina al adjudicarse el maratón (42,195 kilómetros) en los Juegos Olímpicos de Los Angeles (Estados Unidos).
Zabala había nacido el 21 de septiembre de 1912, su padre de origen vasco francés, había regresado a Europa para luchar en la Primera Guerra Mundial y su madre murió al enterarse de que su marido había fallecido en combate. Su padrino, Alfonso Cabal, se encargó de él hasta que se volvió insoportable y lo derivó a un reformatorio en Marcos Paz.
En ese lugar, conoció a su otro "padrino", el austríaco Alejandro Stirling, quien trabajaba como profesor de Educación Física. Un día, cuando tenía 9 años, tras ganar carreras internas de 400 a 3.000 metros, el docente observó que tenía en Zabala a un superdotado.
El 7 de agosto a las 15.30 se largó la competencia, Zabala había anticipado que bajaría el récord olímpico de Hannes Kolehmainen lograda en Amberes (Bélgica) 1920, de 2 horas, 32 minutos, 35 segundos, 8 décimas. El "Ñandú Criollo" (52 kilos de peso y sólo 1,50 metros de altura) largó la carrera en punta entre los 29 atletas de 15 países que compitieron en la prueba de largo aliento.
Contra su plan original, Zabala besó una medalla de Santa Teresita y tomó la delantera rápidamente en la calurosa tarde, en los inicios acompañado por su compatriota José Ribas, quien hizo una interesante carrera y que luego abandonaría en el kilómetro 39, cuando estaba séptimo.
En la mitad de la corrida perdió el liderazgo, que cambió de mando en dos oportunidades, primero fue el mexicano Margarito Baños y luego el finlandés Lauari Virtanen. Ursini estaba triste porque creía que, el argentino Zabala había renunciado a sus pretensiones y en el Km. 39, para su sorpresa, Zabala había recuperado el primer puesto y cuando llegó al estadio Coliseum le llevaba un minuto de diferencia al segundo, el otro británico, Samuel Ferris, ocho trompetas sonaron y en los autoparlantes anunciaron "Leader Zabala, Argentinien...", para el delirio de los 75 mill aficionados. Zabala cruzó la línea y colapsó, mientras Ferris todavía tenía mucha energía.
El flamante campeón, primer sudamericano en ganar un oro olímpico en atletismo, no podía avanzar por sus pies llagados, sus piernas agarrotadas y su garganta seca, dos auxiliares lo ayudaron a que se pusiera de pie y esta imagen recorrió el mundo durante dos días.
"Con los años, la leyenda de mi desmayo por el agotamiento se fue agrandando", explicó Zabala en 1981, pero la historia fue otra. "Lo que pasó fue que Carmelo Robledo, el boxeador argentino que ganó la medalla de oro de la categoría pluma, de alegría me arrojó un banderín que tenía empuñadura de bronce, me pegó en la cabeza lo que me provocó un ligero desvanecimiento", aseguró Zabalita.
Un mismo 7 de agost, pero de 1948, el santafesino Delfo Cabrera, natural de Armstrong, en los Juegos Olímpicos de Londres (Inglaterra) se adjudicaba la prueba de maratón de 42.195 metros y obtuvo lo que sería la última medalla de oro del atletismo argentino en el historial de tan magna competencia internacional.
El argentino empleó 2 horas 34 minutos 51 segundos 6 décimas en recorrer esa distancia y aventajó al resto de los 42 participantes de la corrida madre de las olímpiadas.
Cabrera ?pupilo del notable preparador físico Francisco "Pancho" Mura, enrolado en el Club San Lorenzo de Almagro- realizó la carrera planificada previamente desde atrás y al ingresar al famoso estadio de Wembley, se ubicó segundo detrás del belga Etienne Gailly, quien no podía más, entonces lo superó fácilmente, el público británico coreaba su nombre, el resto fue cruzar la meta, con los brazos en alto, que lo llevaba a la gloria e historia.
Delfo ganó la presea dorada peleando, cosa que, por otra parte, hizo toda su vida; fue cosechero, jornalero, bombero, profesor de educación física. Participó en aproximadamente 300 carreras y ganó más de 250.
Cuando el 7 de agosto de 1932, el rosarino Juan Carlos Zabala, obtuvo la corrida del maratón olímpico, celebrada en Los Angeles (Estados Unidos), la noticia lo conmovió: "Si él lo hizo, ¿por qué yo no?", tenía 13 años, allí nació su vocación de atleta fondista.
Aquel maratón olímpico lo transformó en el heredero evidente de Zabala, pero en una carrera muy diferente. Delfo vino desde atrás. "Después de los 20 kilómetros empecé a avanzar, fui pasando fácil a muchos competidores, faltaban 1.000 metros cuando me coloqué primero. Aquí al entrar al estadio, apuró el belga y entró antes que yo, apenas arrastraba las piernas, cansado, agotado, pero yo sabía que la carrera era mía, elevé mi ritmo, imprimí mayor velocidad, lo superé claramente y con pasos seguros avancé hacia la meta en busca de la corrida y del oro".
Cuando Delfo se dirigía al sector de premiación, después de algunos minutos de haber cruzado la meta victoriosa, manifestó con dolor y angustia que "se me cruzó el entrenador de natación para abrazarme y me pisó, en el momento me enojé bastante por el esfuerzo que había realizado a través de 42,195 kilómetros, más el pisotón, se me había hinchado el pie de tal forma que no podía calzarme nada".