La fría crónica titula: “Murió Jorge Ginarte”. Al toque se mencionan sus 70 años, el paso por tantos clubes del ascenso y la identificación con ese Los Andes de Lomas de Zamora, club al que amaba, en el que jugó y ascendió a Primera en el 2000 como DT. Acá, en Santa Fe, será recordado siempre por dos cosas: 1) la pinta de gordo bueno, casi como si estuviera “agregado” en este mundo raro del fútbol; 2) haber sido el técnico que casi se infarta en aquella increíble definición por penales en Córdoba, donde Colón perdió frente a Banfield y movilizó tanta gente que aún hoy -con el paso de los años- se sigue recordando.
Era 1993, un tiempo en el que no había tantas radios de FM transmitiendo, tampoco tantos programas deportivos de TV y muchos menos medios. Entonces, bajar al vestuario era “exclusividad” de unos pocos. Y eso daba un trato más lindo entre el protagonista y el periodista.
Una vez me contó que, jugando en la cancha de Colón, le pegó una trompada a un personaje llamado De la Cruz Rodríguez porque había desparramado que “el 2 de Los Andes está comprado”. En la misma intimidad, contó que, cuando van a las tandas de los penales, el paraguayo Vicente Laurentino Fariña “me pidió no patear” y que después el paraguayo Arnaldo Vásquez le dijo que, “cuando llegué a la pelota, se me nubló el arco”. No le quedó rencor por esa tristeza en el Chateau. No tenía ese valor Jorge Ginarte, era demasiado buen tipo. Se fue un gordo bueno. Se fue el técnico de los penales en el Chateau.
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