Los acontecimientos que comenzaron el 9 de junio de 1956, cuando un comando cívico-militar se levantó contra la llamada "Revolución Libertadora" e hizo carne la consigna de dar "la vida por Perón", marcan un jalón mucho más trascendente que la simple evocación de una fecha, de la que este viernes se cumplen 50 años. Ese día, un movimiento encabezado por los generales Juan José Valle y Raúl Tanco, y el teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno, se levantó contra el gobierno encabezado por Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas, y pagarían con su vida el fracaso de la asonada. Los fusilamientos, pero sobre todo la manera sangrienta e ilegal con que procedió el entonces régimen militar, abriría una etapa de violencia que culminaría recién en 1983, con el regreso definitivo de la democracia. La investigación de Walsh El episodio, además, pondría de manifiesto la valentía y el talento de un escritor-periodista que hoy es ícono y símbolo del periodismo de investigación, Rodolfo Walsh, quien en su célebre "Operación Masacre" -una recopilación de una serie de notas publicadas en 1957- denunció lo que más tarde se daría en llamar "el terrorismo de Estado". Para algunos -caso del historiador Norberto Galasso- fue un anticipo de la violencia institucional desatada 20 años después por la última dictadura, con su secuela de 30 mil desaparecidos. Con Perón en el exilio un año antes, el cadáver de Evita secuestrado y ultrajado, la actividad proselitista y los símbolos del peronismo prohibidos, y con miles presos políticos, Valle y Tanco decidieron conspirar para reponer en el poder al líder depuesto en septiembre del 55. Fusilamientos Alertado de la conspiración, el presidente provisional Aramburu -quien sería ejecutado en 1970 por un comando montonero y su cadáver luego profanado- dejó preparado antes de viajar a Santa Fe una serie de decretos donde se declaraba la Ley Marcial y el fusilamiento de los responsables del levantamiento. Su idea era "dar un escarmiento" y con esa intención decidió no abortar la asonada y dejar actuar a los sediciosos. Ante el temor del fracaso, Valle y Tanco decidieron seguir adelante con sus planes: la señal sería la lectura de una proclama que debía ser leída durante la emisión de una pelea de box en el Luna Park. En el basural de José L. Suárez No pudo ser: a las 22.30 del día 9, un comando del Gobierno arrestó a casi todos los cabecillas, menos a Valle y a Tanco: el primero se escondió en la casa de un político mendocino, pero poco después negociaría su entrega a cambio del cese de la represión y el respeto a su propia vida, hecho que el régimen no cumpliría. Como denunció Walsh, los levantamientos ocurrieron entre las 22 y las 24 del 9 de junio, y el Poder Ejecutivo implantó la Ley Marcial recién a las 0.32 del día 10, con lo que a los insurrectos les fue aplicada la norma con retroactividad al delito cometido. Valle fue fusilado en la noche del 12 de junio en la vieja Penitenciaría de la calle Las Heras, adonde había sido trasladado. El suyo y los demás fusilamientos estaban decididos de antemano. En la madrugada del 10 de junio, entre las 2 y las 4, cayeron los detenidos en Lanús; poco después, en los basurales de José León Suárez, la policía bonaerense, a cargo del teniente coronel Desiderio Fernández Suárez, ordenaron la ejecución de 12 civiles, de los cuáles siete lograron huir. Livraga, el código Uno de los sobrevivientes fue Juan Carlos Livraga, "el fusilado que vive", cuyo relato permitió la investigación de Walsh. Finalmente, en Campo de Mayo, el general Juan Carlos Lorio concluye, al cabo de un juicio sumarísimo, que los detenidos en la Escuela de Mecánica del Ejército no debían ser fusilados, pero Aramburu ratifica su resolución. Ante el reclamo de Lorio de que deje constancia por escrito su decisión, Aramburu firmó el decreto 10.364, con la lista de 11 militares que debían ser ajusticiados. Apenas 72 horas -las que fueron del 9 al 12 de junio- alcanzaron para dejar el luctuoso saldo de 18 militares y 13 civiles fusilados, y abrir una de las páginas más negras de la historia argentina del Siglo XX. Fuente: DyN.




