Estanislao Giménez Corte
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I
Militar; militar. Paradojas, ironías de la lengua. Militar es un verbo: “yo milito”. Pero es también un sustantivo. Verbo y sustantivo, separados por un hueco existencial pese a su similitud morfológica y fonológica, se hallaron en largo conflicto ¿irresoluble? desde siempre; en una suerte de lenta agonía de la que uno de ellos, el primero, parece haber despertado ahora. Y ha vuelto a pronunciarse, ayer nomás, quitándose de encima el tufo arcaico, el verbo, y tratando de darse nueva entidad. Verbo y sustantivo han dado lugar, tanto lo sabemos, a batallas de otrora y a batallas verbales no tan de otrora.
Para los partidarios de la causa, del partido, el regreso de la militancia, de la Política, así lo dicen “de la Militancia y la Política” (léase: de la política como algo no digno de náusea), es también un logro de K; del Ex, que ha muerto, de súbito, en la cúspide, pudiendo ser el año que viene el próximo; del Ex que ahora será el mito del relato romántico de sus seguidores. Un mito, acaso, indestructible e invencible. Nadie puede contra los muertos.
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