El Papa Benedicto XVI presentó oficialmente su primera encíclica, "Deus Caritas Est" (Dios es caridad), en la que se refiere al amor de Dios y explica su "intrínseco vínculo con la realidad del amor humano". La mañana de ayer, minutos antes de que el Vaticano hiciera pública la encíclica, Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) afirmó que espera que la lectura de la encíclica "refuerce la fe de los fieles" y les ayude "a amar a Dios y a realizar actos de caridad hacia el prójimo". Benedicto XVI, un notable erudito, comienza el documento con unas palabras de la primera carta de Juan: "Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él", y destaca que en su primera encíclica desea "hablar de amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar". Qué se hace en nombre de Dios El Papa justifica su deseo de hablar de amor ante "un mundo en el que, a veces, se relaciona el nombre de Dios con la venganza o incluso con la obligación del odio y la violencia". La encíclica, una solemne obra que el Papa dirige a todos los miembros y fieles de la Iglesia Católica, fue escrito en alemán, la lengua materna del pontífice, y presentado en el Vaticano simultáneamente en español, francés, inglés, alemán y sobre todo en latín, idioma oficial de la Santa Sede. El texto doctrinal, fechado el pasado 25 de diciembre, consta de dos partes tituladas "La unidad del amor en la creación y en la historia de la salvación" y "Cáritas, el ejercicio del amor por parte de la Iglesia como comunidad de amor". Reflexiones sobre el amor La primera parte es una reflexión teológico-filosófica sobre el amor en sus diferentes dimensiones -erótico, amistad y entrega- y la segunda es sobre la aplicación concreta del mandamiento amarás al prójimo como a uno mismo. El Papa rehabilita el amor, inclusive físico, aunque advierte que el "eros degradado a puro sexo, se convierte en mercancía, en simple objeto que se puede comprar y vender, más aún, el hombre mismo se transforma en mercancía". La ofrenda como amor En la segunda parte, el Papa alemán analiza la dimensión eclesial y social del amor y aborda el concepto de la caridad como "ejercicio del amor por parte de la Iglesia". "Pese a los grandes avances realizados en los campos de la ciencia y la tecnología, cada día vemos cuánto sufrimiento hay en el mundo por la pobreza espiritual y material. Nuestra época obliga a estar listos de nuevo para ayudar a nuestros vecinos necesitados", escribe Benedicto XVI. "Es interesante ver las distintas concepciones del amor de Ratzinger, y muy valioso ya que destaca la pasión -Eros- y el amor espiritual -Agape-", analizó ante Télam Fortunato Mallimaci, ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e investigador del CONICET. En cuanto a la segunda parte del texto, Malimaci consideró que es un mensaje más tradicional que "remarca la idea de la caridad sólo desde la integridad del cristianismo". Asimismo, Mallinaci destacó que el texto demuestra que "estamos ante un gran teólogo, un erudito. Es llamativo a quiénes cita este Papa y esto lo diferencia de su antecesor, Juan Pablo II, quien generalmente citaba a otros Papas". Diversidad de miradas Malimaci hace referencia a que Benedicto XVI se remite a poetas y filósofos como Nietzsche, Gassendi, Descartes, Virgilio o Platón para ilustrar el concepto de amor divino. También el teólogo suizo Hans Kung, uno de los más críticos hacia Joseph Ratzinger cuando éste era cardenal, aplaudió hoy la primera encíclica de Benedicto XVI. De acuerdo con la agencia Ansa, Kung auspició una segunda en breve, para intensificar el diálogo con los grupos lejanos y marginales de la Iglesia católica. "Como católicos estamos contentos de que la primera encíclica del Papa Benedicto XVI no sea un manifiesto del pesimismo cultural y de la moral sexual restrictiva hacia el amor sino que, por el contrario, afronte temas centrales bajo un perfil teológico y antropológico", afirmó Kung en una declaración difundida en la ciudad alemana de Tubingen. La primera encíclica de la historia pertenece a Benedicto XIV y está fechada en 1740 con el nombre de "Urbi primum". La más reciente, antes de la conocida hoy, pertenece a Juan Pablo II, quien escribió 14 de estos documentos. El Litoral.com / Télam




