No fue un día más. Menos aún, un partido más de los tantos que se jugaron en Santa Fe. El 11 de mayo de 1997, Colón pintó uno de los cuadros más bellos de la historia futbolera que atesora el club de barrio Centenario. Sin piedad de su rival, Colón derrotó a River por 5 a 1. Y lo noqueó en ocho minutos, con tres golpes seguidos. Además, no era el solo hecho de ganarle al cotizado equipo de Ramón Díaz, sino que tenía un significado anhelante: la escuadra sabalera quedó puntera, invicta y con la ambición de caminar tras del máximo galardón del fútbol argentino. No fue un día más. Colón alcanzaba los 25 puntos al cabo de jugarse la undécima fecha del torneo Clausura y Newell's Old Boys de Rosario se ubicaba a una unidad, como único apremio para los sabaleros. Pero la expectativa que se creó en torno de la goleada histórica que River sufrió en el Centenario está cercana a lo que hoy se vive en el planeta rojinegro, casi nueve años después. Arrollador El partido en sí tuvo su momento de ebullición. Colón lo dejó sentado a River en sólo ocho minutos. Cristian Castillo a los 10 y Marcelo Saralegui a los 16 y 18 del primer epílogo, hicieron que 'hierva' un Brigadier López rebasado a más no poder. Y no cesó. Colón seguía con su 'sangre de campeón' (como tituló El Litoral en su edición del lunes 12 de mayo de 1997). Lo buscaba, no dejaba que River se reponga. La idiosincrasia de Francisco 'Pancho' Ferraro se incrustaba en el juego de sus dirigidos y el equipo quería más goles... Y la hinchada quería más gritos... Y todos los presentes festejaban el triunfo por anticipado. Sin embargo, el eterno Enzo Francescoli le puso freno a la locura. 'El Príncipe' descontó a los 31 minutos para que el suspenso se infiltre, por un instante, en los 35 mil cuerpos presentes que agitaban desde los viejos tablones. Hasta que llegó el golpe mortal. Colón desestimó el cartel de grande que trajo River (escudo frágil) y dejó en la red la sentencia que abrazó la gloria. Saralegui, gran estrella de la función, dibujó el cuarto gol sabalero. Inmejorable final Por si fuera poco, el equipo de 'Pancho' Ferraro salió a disputar la segunda etapa del partido con la mente en la meta del arquero Roberto Bonano. Y así fue que Castillo, a los siete minutos, terminó de vejar a un River mareado, como recién llegado del festín. Todo era Colón. Los medios preparaban sus titulares, los que condecoraron al nuevo líder. La inextinguible bandera rojinegra se exponía más pintoresca que cualquier otro despliegue: 'La leyenda continúa', pensó el hincha sabalero luego de la goleada. Las calles santafesinas vibraron luego de la histórica victoria. La esquina de bulevar y San Martín no soportó tanto delirio y tuvo que cortarse, para que nadie interrumpa la fiesta. Las bocinas hacían eco en cada andurrial de la ciudad, aunque se concentraron en las distintas avenidas. Todo era Colón: el festejo, la punta y la ilusión. Finalmente, la gran campaña en el torneo Clausura 1997 lo tuvo a Colón como subcampeón, lo que le significó el boleto inmediato para jugar la Copa Conmebol y la posibilidad de disputar un partido desempate con Independiente, en cancha de Lanús, para obtener el pase a la Copa Libertadores de América -ganó 1 a 0 con tanto de Saralegui y clasificó-. Pasado mañana volverán a enfrentarse. Colón está primero y solo. River vendrá a disputarle el trono. Y como hace casi nueve años, la ilusión del hincha sabalero es incontenible.




