En la última jornada del juicio declararon los imputados Fabián Marín Hernández y Roberto Rodríguez Luna, que no aportaron nada nuevo al caso.
El extranjero contó que como las cosas estaban mal en Colombia se fue a Bolivia a trabajar en la inmobiliaria de un primo. Allí las cosas tampoco fueron buenas, y conoció al italiano y le ofreció el trabajo. Dijo además que sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, que era ilícito, y se mostró arrepentido. Pidió disculpas al Tribunal, a la Fiscalía y al pueblo argentino para los inconvenientes causados y se negó luego a responder preguntas.
Rodríguez Luna por su parte se prestó para contestar preguntas, pero no dijo nada relevante. Por el contrario se limitó a decir que accedió a declarar la primera vez bajo engaño y cuestionó que ni él ni sus coimputados tuvieron beneficios por colaborar en la investigación. Explicó que trabajaba en una empresa de transporte y que prestaba servicios a un italiano que le encargó empezar a exportar. También dijo conocer a Marín Hernández porque era el casero de la finca de Colonia Francesa. Al resto los conoció en la cárcel y en la audiencia del día de juicio, explicó.




