Víctor Francisco Godano anunció la decisión de cerrar la planta de procesamiento de leche para producir alimentos en San Jerónimo Norte, harto de la acción de grupos patoteriles ligados a Atilra, el sindicato de trabajadores lácteos. El conflicto quedó al descubierto el pasado lunes cuando un grupo de sindicalistas enrolados en el gremio de Atilra (Asociación de Trabajadores de la Industria Láctea de la República Argentina) agredió a Víctor Godano, titular de la planta de alimentos Eureka. Las acciones se habían iniciado a la madrugada mientras dos operarios ingresaron a procesar leche, una patota sindical tomó la planta, cerró la caldera y no permitió el ingreso de otros agentes. Cuando Godano llegó al lugar un grupo de exaltados le impidió ingresar a la fábrica. Pero no se conformaron con ello, por cuanto acto seguido comenzaron a agredirlo con golpes de puño y patadas. El saldo de esta acción: el empresario terminó con múltiples lesiones traumáticas, además de una herida cortante en su cabeza que obligó a la aplicación de tres puntos de sutura. Voceros calificados indicaron que el conflicto se planteó porque los cuatro empleados de la fábrica, que pertenecían al gremio de Atilra fueron inscriptos reglamentariamente en el gremio de los trabajadores de la alimentación, ya que la empresa pasó de producir solamente lácteos a la producción de alimentos. Esto despertó la ira de los sindicalistas que decidieron tomar la planta -ubicada en la localidad de San Jerónimo Norte- como modo de reclamar para que esos cuatro empleados sean sacados del gremio alimenticio y vuelvan al sector de los lácteos. Es válido recordar que Godano puso en marcha dicho emprendimiento en esa localidad del departamento Las Colonias y logró certificar calidad y poder vender productos a mercados exteriores. Entre los planes de Godano estaba la ampliación de la planta y la toma de otros empleados. Pesadilla de locura Este mediodía Víctor Godano mantuvo un diálogo con El Litoral, donde calificó a los sucesos sufridos como una "pesadilla de locura". Agregó que la decisión que "bajar las persianas" obedece principal y fundamentalmente a que tanto él como su familia se encuentran bajo amenazas de muerte. "No se conformaron con todo el desastre que hicieron en la fábrica. También me dijeron que iban a ir por más acudiendo a mi domicilio particular, en San Carlos Centro". Recordó luego que la planta tenía apenas un año y medio de funcionamiento y se encontraba en óptimas condiciones de manifestar un crecimiento. "Todas las expectativas quedaron en la nada por obra y gracia de un grupo de inadaptados". "No puedo seguir" "Yo no puedo seguir en estas condiciones. Tengo tres puntos de sutura en la cabeza. Me pegaron con el palo de un bombo. En todo este tiempo nadie salió en mi ayuda. Me dejaron solo...". "No pude ingresar a mi propia empresa. Recién el miércoles pude hacerlo con la autorización de un juez y con custodia policial, quienes me permitieron retirar mercadería. Ahora puedo volver pero siempre tengo que pedir la custodia policial". Por último el empresario sostuvo que "no puedo pensar en el futuro. Todo es muy reciente y las heridas están abiertas. No tengo la claridad necesaria para pensar cuando mi familia y yo estamos amenazados", culminó. Jullier: "Se achica la caja recaudadora" La decisión de cerrar la planta fue denunciada ayer en el recinto de la Cámara de Diputados por el demoprogresista Héctor Jullier quien cuestionó "el accionar de patotas" gremiales. Entre otros conceptos el funcionario sentenció que "esta agresión cobarde demuestra que algunos hombres que parecen escudarse en el sindicalismo para obtener posiciones de privilegio a nivel social, están molestos porque su gremio pierde afiliados y se le `achica' la caja recaudadora", sostuvo el político. "Todos los argentinos debemos cuidar la salud de la República. Debemos desterrar definitivamente las prácticas violentas, para que el respeto irrestricto a las ideas y libertades individuales sean, tal como lo marca la Constitución Nacional, una norma que garantice la vida democrática", indicó Jullier. Finalmente, el legislador demócrata progresista expresó que "estas actitudes patoteriles deben sancionarse con todo el rigor de las leyes vigentes. Lo único que se obtiene de este modo es la paralización del circuito productivo, sembrando el desánimo y la desconfianza entre empresarios y trabajadores que apuestan al trabajo y al crecimiento de la provincia de manera legítima", concluyó Jullier.




