Roberto Schneider Una noche mágica la de la víspera en el Teatro Municipal. Julio Bocca comenzó a despedirse de los escenarios mundiales y argentinos, tras los incuestionables logros que lo llevaron a ser durante dos décadas el bailarín principal del American Ballet Theatre y el creador y director del Ballet Argentino. Así, se inicia el cierre de una etapa que lo llevó a la cima de la danza clásica mundial. Este adiós se manifestó con un programa de jerarquía, integrado por el pas de deux de "Don Quijote"; "Adagietto" pas de deux, con música de Gustav Mahler, con coreografía de Oscar Araiz, maravillosamente bailado e interpretado por Cecilia Figaredo y Benjamín Parada; y por "Nine Sinatra Songs", centrada en la música y en la personalidad de Frank Sinatra, con coreografía de Twyla Tharp. Una puesta en escena que cuenta con más alicientes, como el vestuario diseñado por Oscar de la Renta y las reminiscencias que recoge del baile social de los años cincuenta a través de la mirada nostálgica y perspicaz de los ochenta. Las canciones de "La Voz", como "Strangers", "My way", "Softly" o "One for my baby" sirvieron de inspiración al virtuosismo dinámico de Bocca. La apoteosis Tras el intervalo, toda la belleza y la sincronización puestas de manifiesto en "Cruz y Ficción", con coreografía de Ana María Stekelman, dedicado a Oscar Araiz. Música: "Ave María" (Schubert); "Crucifixión" (anónimo), negro spiritual cantado por Marion Anderson, y "Ave María" (Schubert) interpretado por Gabriella Ferri. La compaginación musical de Omar Possemato, igual que la iluminación, y el vestuario de Jorge Ferrari, impecables. Julio no estuvo solo sobre la escena. Su ya emblemática compañera de baile Eleonora Cassano lo acompañó en la brillante y ovacionada interpretación del pas de deux de "Don Quijote" y la primera bailarina Cecilia Figaredo, con quien ha llegado a una compenetración artística perfecta. Y toda la expresividad en los jóvenes del Ballet Argentino. La elección de este repertorio, así como el proceso que ha diseñado para poner fin a su trayectoria artística, que culminará en Buenos Aires en diciembre del próximo año, refleja el agradecimiento del bailarín a su público y a tantos admiradores con que cuenta en otros países. Pero también pone en evidencia la sabiduría y el profesionalismo de un artista que, ante todo, es consciente de que no se puede defraudar al público ni a la esencia misma de la danza. A esta altura, nadie puede discutir que la forma de bailar de Bocca es de primera clase, al igual que su interpretación. Cuando combina ambos aspectos -en realidad, siempre- toca lo más sublime.




