Un hombre que fue torturado cuando era un adolescente de 17 años, y compartió cautiverio con los jóvenes secuestrados en el hecho conocido como "La Noche de los Lápices", declaró hoy en el juicio contra el ex represor Miguel Etchecolatz. Se trata de Atilio Gustavo Calotti, de 48 años, quien fue secuestrado y estuvo ilegalmente detenido en los centros clandestinos que funcionaron en la división Cuatrerismo de Arana y la Brigada de investigaciones de Quilmes, para luego pasar a la unidad penal número 9 de La Plata, donde fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, y liberado en 1979. "Me secuestraron el 8 de septiembre de 1976. Yo tenía 17 años, cursaba quinto año en el Colegio Nacional de La Plata y también trabajaba como correo en la oficina de Tesorería de la Jefatura de Policía", comenzó a relatar Calotti, quien actualmente dicta clases de castellano en las Islas Comores, en Africa. En esa oportunidad su jefe lo llama a su oficina y allí se encuentra con "el comisario inspector Luis Vives, 'el lobo', quien me amenaza, me comienza a decir que yo trabajaba para los subeversivos, que le dijera quiénes eran mis contactos y me advirtió que me iba 'a masticar, que le dijera todo lo que sabía". "Me conduce a la Dirección de Investigaciones, que estaba en la otra ala del edificio, cuyo jefe era el comisario Etchecolatz. Me esposaron, me cubrieron con una frazada y me subieron a un coche y me llevaron a lo que después supe que era Cuatrerismo de Arana", recordó. Escenas de tortura Calotti inició así su testimonio ante el Tribunal Federal Oral 1 de La Plata, que desde el 20 de junio juzga al ex represor Miguel Etchecolatz por seis crímenes y dos casos de secuestros y torturas. "Una vez que llegamos, me hacen desvestir, me atan a un elástico por los pies y tobillos, y comienzan a torturarme con picana eléctrica, duró desde las 19 horas hasta la madrugada, toda la noche me torturaron con picana y golpes", sostuvo. Expresó que "uno siente que el mundo se le viene abajo...y que le cae encima. Es un dolor insoportable. Se ensañaban con las partes genitales. Vives fue uno de los que me torturaba. Otro me tapaba la boca con un trapo y me golpeaban". Reconoció que el haber trabajado en la Policía provocaba que "cada policía que pasaba me decía, 'vos sos el traidor' y me pegaba. Esto pasaba también cuando estaba en la Brigada de Quilmes". "Me llevaron a una habitación de 2,5 metros por 2,5 metros, allí estuve 15 días. Había 15 personas, estabamos hacinados, todos torturados, esposados, vendados", detalló y remarcó: "Arana era una infierno, se torturaba gente todo el día". Calotti recordó que en ese lugar estaban Horacio Ungaro, María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Claudio de Acha y Daniel Racero, estudiantes secuestrados durante el hecho conocido como La Noche de los Lápices. También compartió cautiverio con "Emilce Moler; Osvaldo Bucetto, herido al ser secuestrado; Víctor Treviño, otro joven que yo conocía y que iba a la escuela secundaria que se encontraba en 12 y 60; un chico de apellido Etelbaum o Epelbaum". "Lo peor era saber que cuando venían a buscar a alguien era para torturarlo. Constantemente se escuchaban los gritos de la gente que era torturada. Ponían una radio a volumen alto pero debía ser eléctrica y no a pilas porque cuando aplicaban la picana, la radio hacía descarga. Así que escuchabamos los gritos y la música con descarga", contó el hombre. Luego, el en ese entonces estudiante de secundario fue subido a un camión, vendado y esposado, junto a los jóvenes de la Noche de los Lápices, a quienes hicieron descender antes de finalizar el recorrido en la Brigada de Investigaciones de Quilmes. "Pensé que era el último viaje. En Quilmes voy a vivir tres meses. Compartí calabozo con Santiago Servín, quien tenía un pequeño diario La Voz de Solano, quien había escrito dos libros y cada día me contaba un capítulo. Estaba también su sobrino", sostuvo y también Pablo Díaz, también secuestrado en La Noche de los Lápices. Golpes y más golpes "En la planta baja de la Brigada estaba los detenidos comunes, en el primer piso las desaparecidas mujeres y en el segundo, los hombres. Y como estabamos alejados de la guardia podíamos sacarnos las sogas de las manos y sacarnos las vendas", precisó. Contó que al quitarse las vendas vio que su cuerpo "desde los hombros a las rodillas tenía una coraza, una placa de sangre por las quemaduras de la tortura y la piel de las plantas de mis pies estaban negras y en parte se había infectado". "Todo lo curaban con Pankutan. Era el remedio universal. Había un peruano, de apellido Icana, que le habían quebrado de un balazo la clavícula, y no lo atendían. La clavícula se le soldaba torcida y el remedio era el Pankutan", detalló. Recordó la escasa alimentación, los piojos, ya que en tres meses de cautiverio "sólo me lavé dos veces" y contó también que "dormía entre 18 y 20 horas y para levantarme me sostenía de las paredes". "En el primer piso estaba Nilda Eloy, Patricia Miranda y una mujer embarazada, de apellido Enríquez. En la Brigada no me consta que se torturara, pero se escuchaban los gritos y eran cotidianos los golpes. La última vez que me dieron una golpiza fue cuando me vieron que desde el segundo piso hablaba con Emilce Moler", declaró. Renuncia familiar Estando en ese centro de detención, lo obligaron a firmar su renuncia al cargo que ocupaba como correo de la Policía y agregó que su madre, su hermana y el compañero de su madre, que trabajaban en distintas áreas de la policía también fueron obligados a renunciar. La madre de Calotti, Antonia Aguirre, logró entrevistarse con Etchecolatz y, simulando tener la certeza de que su hijo estaba detenido a disposición del PEN, logró que ver a su hijo apenas 5 minutos. En diciembre de 1977 lo trasladan a la Unidad 9 de La Plata y queda alojado unos días en los pabellones de castigo que, comparados con los centros de detención anteriores, le hicieron pensar "si esto es la cárcel, qué bien que estoy acá". Poco después fue puesto a disposición del Poder ejecutivo Nacional, donde fue liberado en junio de 1979, optando por irse del país luego que le advirtieran que iban a matarlo. Tras el testimonio de Calotti, el Tribunal pasó a un cuarto intermedio hasta el 11 de agosto próximo, ya que el lunes se inicia la feria judicial. Fuente: Télam




