Mónica [email protected]
Miles son las historias que podrían contarse a cinco años de la primera catástrofe hídrica que padeció la ciudad. La de Ricardo Antonio Porrero, un hombre de 72 años que durante toda su vida trabajó como tallista, ebanista y carpintero con la única intención de "vivir una vejez tranquila", es una de ellas. Sentado frente a una mesa en el interior de lo que él llama "la fábrica", ubicada en San José 1235/1237, este vecino de San Lorenzo, que ahora habita en la vecina ciudad de Santo Tomé, compartió con El Litoral cómo fue aquel 29 de abril de 2003, cuando todo el cordón oeste quedó tapado por las aguas del río Salado.
-Cinco años atrás, este taller estaba bajo agua, ¿cómo vivió aquel día? -El 29 de abril de 2003 yo llevaba 53 años de trabajo y de sacrificios. Con mi señora, éramos de no ir a ningún lado con tal de tener una vejez tranquila. Pero en menos de una hora perdimos todo lo que habíamos hecho, durante todos esos años. Las pérdidas son incontables porque no sólo se inundó la fábrica sino mi casa, que queda sobre San José al 1400, y un depósito. Se perdieron todos los muebles, máquinas y herramientas del taller, colecciones enteras de mi hija sobre la historia del arte...Mirá cómo son las cosas. En 1982 me dispuse, junto a otros vecinos, a trabajar en la construcción del terraplén Yrigoyen. Yo ayudaba a cargar las bolsas de arena. Me acuerdo de que una vez estábamos en la intersección del terraplén y las vías del ferrocarril y que, mientras estaba parado sobre el terraplén y miraba el agua del otro lado, pensaba en que si alguna vez se llegaba a romper yo tendría tres metros de agua en mi casa, como pasó 21 años después.El 29 de abril de 2003 recuerdo que escuché por LT 10 que había agua en los alrededores del hospital Iturraspe. Ahí algo empecé a intuir, porque veinte días antes había escuchado que en La Criolla precipitaron 390 milímetros y que esa agua se venía para Santa Fe.Cerca del mediodía, escuché a otro periodista pidiendo arena y escombros para la gente de San Lorenzo que pretendía tapar una brecha en el terraplén. Ese día no pude almorzar ni dormir la siesta. Mi hija y mi mujer me preguntaban qué me pasaba y yo no las quería alarmar, así que no les dije nada. Hasta que a las 15.30 pasó un auto por el frente de mi casa, flameando una camiseta por la ventanilla. Ante la confusión de mi esposa, que creía que eso tenía que ver con algún partido de fútbol, les dije que eso significaba que se había roto el terraplén y que nos íbamos a inundar.Cuando salimos a la calle, los vecinos ya estaban colocando bolsas de arena. Pero yo ya sabía que iba a ser en vano, porque el agua iba a superar los tres metros. Alcanzamos a subir algunas cosas nomás, porque tuvimos que ir a dejar a una tía de 90 años en la casa de un familiar. Cuando volví, con mi hija y un sobrino, el agua ya había subido a la vereda. Saqué documentación, título de propiedad... y subimos a la terraza, donde pasamos la noche, hasta que al otro día nos sacaron en lancha y nos fuimos a lo de mi cuñada, donde estuvimos dos años hasta que nos prestó una casa en Santo Tomé. Lo más terrorífico para mí fue ver cómo, a través de la hendija de las puertas, empezaba a entrar el agua a gran velocidad. No había hecho tiempo de venir al taller, donde al principio no "caía" que también estaba inundado. -¿Qué pasó después, cómo fue el regreso?-Yo digo que la Unidad Ejecutora del Ente de la Reconstrucción me ejecutó. Nadie me cree que me pagó solamente 1.300 pesos de resarcimiento por las pérdidas de la fábrica. Tengo 72 años y una jubilación de 710 pesos. La Constitución Nacional establece que el Estado tiene la obligación de preservar a las personas y los bienes. Pero a mí no me preservó ni la persona ni los bienes.El regreso fue terrible. A mi casa no entré por cuatro meses. Venía pero no entraba. Mi señora no entró nunca hasta el día de hoy. Mi hija y sus compañeras de trabajo fueron quienes la limpiaron. Al taller, fue mi cuñado el primero que entró. Según me cuenta mi sobrino, cuando abrió el portón casi se desmaya. Estaba todo amontonado adelante y no se podía pasar. Todo estaba lleno de materia fecal, de barro... Pero de a poco y gracias a mucha gente, fuimos arreglando el taller, que tuvo cuatro metros de agua, y reparando más de 50 máquinas dañadas. -¿Piensa regresar alguna vez a su casa?-Todavía la seguimos arreglando. Una vez terminada, evaluaremos si volvemos o si la vendemos para irnos a vivir a Rosario, donde está mi hija. Es que las pérdidas fueron muchas y reponernos de lo que nos pasó es muy difícil, porque después de 53 años de trabajo tuvimos que empezar de nuevo.
Acto central
Esta tarde, a las 18 horas, se realizará el acto central en la plaza 25 de Mayo para recordar los cinco años del ingreso del Salado en la ciudad. Es organizado por la Carpa Negra.
La causa ya fue elevada a juicio
Recientemente, la causa judicial que investiga si existieron responsabilidades por parte de ex funcionarios en la tragedia del Salado fue elevada a juicio, luego de que el juez de Instrucción, Jorge Patrizi, diera por concluida la etapa de investigación.
Como se recordará, por este caso están procesados el ex intendente, Marcelo Alvarez; el ex ministro de Obras Públicas de la provincia, Edgardo Berli; y el ex director de Hidráulica, Ricardo Fratti, acusados del delito de ""estrago culposo agravado por la muerte de 18 personas".
De todos modos, resta que la Corte Suprema de Justicia de la provincia resuelva qué pasará con las acusaciones planteadas por el actor civil contra el ex gobernador Reutemann.
De ahora en más, la causa quedará en manos del juez de Sentencia de la Cuarta Nominación, Mauricio Frois, quien entre otros expedientes de peso tiene para resolver los crímenes ocurridos en la masacre de Coronda, en abril de 2005.
El 19 de abril de 2006 el juez Patrizi procesó a los imputados por ""estrago culposo agravado por la muerte de 18 personas", decisión que quedó firme tras la confirmación de la Sala I, de la Cámara de Apelación Penal.
En cuanto a los cargos, el fiscal Nisnevich se remitió a los ""dictámenes periciales que acreditan la grave negligencia por parte de los procesados, en la prevención y ejecución de acciones trasuntadas, que el acontecimiento era previsible, en el conocimiento previo de la situación grave que se cernía sobre la ciudad de Santa Fe".




