Y llegó el día. Aquello que había caído como una bomba en algunos corazones peronistas, que entraron a batir fuerte primero por un rumor y luego por la visión del fragmento que portaba la supuesta blasfemia (los oficios de YouTube o la previsible descontextualización que supone ver sólo una mínima parte de un todo) podrá verse por fin esta noche en los televisores argentinos, a las 20.30, por el canal Fox.
Es el décimo capítulo de la temporada número 19 de Los Simpson, ése que levantó polvareda y no pocos rugidos, poniendo ánimos susceptibles en estado de alerta. El episodio se llama E Pluribus Wiggum y arranca –cómo no– con una metida de pata de Homero, provocando a pura torpeza una explosión gigante en el boulevard de locales de comidas rápidas que no deja restaurant en pie. Se sabe: Springfield es eso llamado “mundo civilizado” pero a pequeña escala y la solución llega por el lado más fácil: se resuelve emitir unos bonos del Estado para financiar la construcción de un nuevo boulevard; como quieren hacerlo rápido, deciden adelantar las elecciones primarias para candidatos a presidente.
Comienzan las campañas y, como siempre, la serie empieza a desmenuzar la impericia de la clase política cargándose sin remilgos tanto a republicanos como a demócratas. Hartos del manoseo (que incluye no pocas críticas a los medios y a la sociedad en su conjunto), los ciudadanos “comunes” se reúnen en el bar de Moe para intentar una solución que no conviene adelantar aquí. En esa reunión, el sinsentido es el motor de lo que se pronuncia (aunque no está alejado de la realidad “real”, chequear si no lo dicho por demasiada gente en la Argentina cuando promediaba el conflicto entre el Gobierno y el campo), basta con ver qué resulta de ella. En un momento, Moe dice que lo mejor sería abolir la democracia para siempre , a lo que Carl agrega “realmente me gustaría una dictadura militar como la de Juan Perón, cuando él te desaparecía, te mantenías desaparecido”, para que Lenny complete, en el colmo del ridículo, “además su esposa era Madonna”.
Para todos aquellos que siguen la serie y tienen un mínimo conocimiento de los personajes, la escena no es una sorpresa: Carl y Lenny, compañeros de Homero en la planta nuclear, son muchas veces la excusa de los guionistas para retratar el pensamiento medio norteamericano, que incluye una ignorancia sobre todo lo que no sucede fronteras adentro. Habría que preocuparse si la frase la pronunciara Lisa, por ejemplo.
Se requiere, entonces, un mínimo esfuerzo para comprender que el “sistema Simpson” funciona así, sin amigos a los que complacer y con pocas ganas de agradar sólo porque sí. A lo largo de su historia, la serie ha dejado bien claro que sus productores y guionistas tienen opiniones fuertes y muy poco miedo de emitirlas.
Por otra parte, y mientras está a punto de cumplir 20 años en el aire, Los Simpson siguen dando motivos para controversias (sumar a la referida más arriba la frustrada prohibición de sus emisiones en Venezuela de parte del área comunicacional del gobierno de Hugo Chávez), esperanzas (hace muy poco, Matt Groening, su creador, anunció que habrá otra película luego de exitoso filme de 2007) y alegrías.
Esto último puede comprobarse domingo a domingo por el canal Fox, que desde el 25 de mayo pasado emite su temporada número 19, una de las más brillantes que se recuerden. La mayoría de los capítulos vistos hasta ahora tiene como eje a Homero; pero lo más importante es lo que siempre se mantiene en el centro: la calidad de los guiones, la lupa corrosiva para leer la realidad, la sorprendente habilidad para estar enterados de las tendencias actuales, las costumbres, las modas y las corrientes de pensamiento. Lo que para sus creadores es un imperativo que cumple dos décadas para el espectador es, por ello mismo, un milagro.
Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas; así define la Real Academia Española a la familia. Otros, más afectos a la gravedad, dicen que es la célula fundamental de toda sociedad. Para muchos de los que siguen Los Simpson desde 1989 una familia es, también, algo que cambió, para siempre, la historia de la televisión.
El COMFER y toda la polémica
Este capítulo se emitió el 6 de enero en Estados Unidos y enseguida se conocieron en la Argentina los detalles. La polémica llegó unos meses después: el ex diputado Lorenzo Pepe pidió al COMFER la prohibición del capítulo, “si es que existe algún resquicio legal, para evitar que este insulto gratuito no lesione aun más a la sociedad argentina”, precisó. A su vez, Gabriel Mariotto, el titular del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), contestó que “una sociedad madura como la argentina no hace censura previa” y aclaró que no le llegó ningún pedido de Pepe. “Hace muy bien en manifestar su opinión, pero espero que no haga una presentación formal para pedir censura previa”, agregó. El ex diputado explicó entonces que no solicitó la censura del programa sino que se resalte que allí hay un error. “Yo le he pedido al interventor del COMFER que arbitre”, reiteró. Y Mariotto cerró el tema diciendo: “Es una opinión. El Estado no puede intervenir censurando contenidos”.
Fuente: Diario Crítica Digital.






