Las cosas iban bien en la casa de calle Sarsotti al 6500, hasta que el “Gordo” Díaz “compró una computadora y solicitó la conexión a Internet”. Tal como lo relató en Tribunales, su mujer habría comenzado a chatear con hombres y recibía mensajes de textos a toda hora. “Me sentí cornudo” admitió el hombre, aunque dijo que no fue “por venganza”.




