Miles de fojas colmadas de falsas pistas, procedimientos fallidos, denuncias armadas para desviar la investigación, el hallazgo de 60 cadáveres con otra identificación y ningún detenido constituyen, al cabo de un año, la única consecuencia producida por la desaparición, el 18 de setiembre de 2006, del albañil Jorge Julio López. Este hombre fue uno de los testigos del juicio contra el represor Miguel Etchecolatz, condenado -ese mismo día- a prisión perpetua por la comisión de delitos de lesa humanidad, en el marco de un genocidio.
Tampoco apareció López vivo, ni aparecieron sus restos, ni se cumplió la profecía de los primeros días que aseguraba que se había perdido, o que estaba escondido y consternado por la experiencia vivida en los Tribunales de La Plata. Al gobierno nacional y provincial le llevó varios meses admitirlo, hasta que no le quedó más remedio que reconocer su desaparición por razones políticas y advertir que los responsables son miembros de las fuerzas de seguridad en actividad y retirados. Pero eso no trajo aparejado un avance en el esclarecimiento del misterio que sigue rodeando al caso.
Los organismos de derechos humanos están seguros de que nunca habrá información veraz, mientras la investigación siga en manos de la misma fuerza que está sospechada de haber ejecutado la desaparición.
"Nosotros no buscamos a Jorge, porque no se fue por sus propios medios ni es un animalito perdido. Reclamamos su aparición y el castigo a los responsables de su secuestro''. Nilda Eloy, su compañera de querella en la causa contra Etchecolatz fue una de las primeras en sospechar que aquel día de setiembre Jorge -es raro escucharla nombrarlo como Julio- no había sido víctima del pánico, sino de los mismos que treinta años atrás lo habían desaparecido por primera vez.
Trescientos sesenta y cinco días después de aquella jornada dramática, que transcurrió en dos escenarios, el del estallido de la emoción y la celebración de quienes presenciaban la lectura de la sentencia, y la angustia de quienes intuían que el albañil podía ser el costo de aquel objetivo largamente acariciado, el poder político no tiene respuestas para ofrecerle a la sociedad, ni a la familia de López, ni a sus compañeros.
La hipótesis tardía
Tuvieron que transcurrir por lo menos 9 meses para que la Justicia empezara a valorar la hipótesis sostenida desde un principio por los organismos de derechos humanos de La Plata, nucleados en "Justicia Ya'', que apunta a policías bonaerenses retirados y en actividad y ex militares de contacto directo con los detenidos en el penal de Marcos Paz, donde se encuentra alojado Etchecolatz, como los responsables de la desaparición de López. Dos allanamientos realizados entre mediados de junio y fines de agosto último en los domicilios de algunos sospechosos y la propia penitenciaría, fueron considerados "tardíos y desastrosos'' por la abogada Myriam Bregman, una de las representantes de la querella unificada en las causas que investigan la represión en el denominado "circuito Camps''.
"En Marcos Paz estaban avisados de que se iba a realizar el operativo y en las casas no libraron órdenes de detención. Pero con eso nos dieron un gran título: encontraron simbología nazi y una 9 milímetros en la casa de un policía. Yo me pregunto: ¿a esta altura a quién le sorprende que en la casa de un policía encuentren un arma y simbología nazi?'', aseguró Bregman.
En el expediente se acumulan versiones insólitas a las que el juzgado les atribuyó la misma entidad que a las pistas más serias, y hasta les dedicó tiempo y dinero, como ocurrió el 25 de diciembre de 2006 con un enorme procedimiento realizado a partir del testimonio de una persona de origen peruano que decía convertirse en águila por las noches y que aseguró haber visto a López en un campo de las afueras de La Plata. Llamados realizados al 911 por videntes y adivinos, tuvieron mejor respuesta que los pedidos de la querella. "Los policías denunciados por López, por ejemplo, nunca fueron investigados, y en algunos casos no se sabe dónde viven y ni siquiera si viven'', advirtieron las abogadas de "Justicia Ya''.
El organismo se niega a analizar el caso López desde la mirada inicial de la advertencia a los futuros testigos de juicios contra los represores. En una charla reciente que ofreció a estudiantes de una escuela terciaria, Eloy fue categórica: "Cuando uno piensa en la desaparición de Jorge tenemos que ser más amplios y pensar en que es la utilización del miedo, del terror, como herramienta de control social. Tenemos que entender que cada vez que reclamamos por Jorge reclamamos por nuestro derecho a no ser nuevamente controlados por el miedo, por nuestro derecho a que no nos tabiquen de nuevo''.
Julia Izumi (CMI)







