Relacionadas: Las entradas Ficha técnica Una suma de elogios Impresiona saber hoy que todo comenzó casi como una broma de estudiantes. O acaso, justamente por eso, todo fue como ha sido. Gerardo Masana tenía en 1965 menos de treinta años, había estudiado arquitectura y se desempeñaba en un coro. Para un encuentro estudiantil a desarrollarse en Tucumán, escribió la ``Cantata Modatón'' (hoy Laxatón), cuya letra estaba basada en el prospecto de un laxante. Allí pretendía (y vaya si lo lograba) parodiar el estilo de Johann Sebastian Bach. Masana juntó a unos pocos amigos, muy jóvenes todos ellos. Hoy sus nombres nos resultan muy familiares: Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich, Carlos Núñez Cortés y Jorge Maronna se contaban entre los innovadores hombres sobre tablas. Bajo el nombre de ``I Musicisti'', obtuvieron un resonante éxito. Poco después, la formación original, que incluía a otros artistas y estudiantes, se separó. En 1967, Masana refundó la agrupación. Se llamaron, a propuesta de Maronna, Les Luthiers. Cualquier lector podrá proyectar lo sucedido a lo largo de los 40 años siguientes: un espectáculo tras otro conforman un periplo extraordinario que no pudo disfrutar Masana en toda su dimensión -murió en 1973- y que aún hoy hace las delicias del público de habla hispana de todo el mundo. (AHORA) ESE TAL MASTROPIERO Los próximos viernes 8 y sábado 9 de setiembre, a las 21, aquellos jóvenes de otrora, estos adultos, que integran el grupo humorístico más prestigioso de la escena nacional de los últimos 30 años, y un paso obligado para los amantes de la gracia inteligente, trabajada y sin lugares comunes, Les Luthiers, regresará a los escenarios santafesinos. La ocasión se origina en la presentación de la última creación del quinteto, ``Los Premios Mastropiero'', y tendrá lugar en el estadio Cubierto de Unión (Av. López y Planes 3500). Demás está pretender cualquier probable comparación entre el combo que actualmente integran Carlos López Puccio, Marcos Mundstock, Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich, con la media de grupos y espectáculos humorísticos que se anuncian en las carteleras. Las diferencias, para los observadores atentos, son abismales. A lo largo de casi cuarenta años, Les Luthiers han construido una carrera extraordinaria que más allá de separaciones provisorias y los diferentes períodos históricos, reconoce en la calidad de su obra, que se puede escuchar y ver sin importar la coyuntura, lo esencial. Cada nuevo espectáculo ostenta un arduo trabajo de guión, interpretación y por supuesto música -varios de sus integrantes tienen formación en este arte-, a lo que se suma una obsesión por el ensayo de modo tal que todo funcione, como se ha señalado más de una vez, como un preciso mecanismo de relojería. Este anhelo de perfección ha llevado al grupo a plantear sólo esporádicas giras y grabaciones, quizás como la muestra más evidente de su respeto por el público. ``Los Premios Mastropiero'' se anuncian como una ardua crítica a las entregas de premios tanto vernáculas como internacionales, que hoy insólitamente ocupan a la industria del espectáculo, con sospechosa o insoportable regularidad. En éstos, muchas veces lo más curioso no son las características de la farándula de turno, sino la forma en que están hechas las ternas y los rubros. ANTES (II) El ingreso en el selecto programa de temporada del mítico Instituto Di Tella, epicentro de las vanguardias artísticas de la década del ´60 en nuestro país, posicionó a los artistas emergentes como una de las propuestas más novedosas de aquellos años. Una vez reconfigurado el grupo, ya con el nombre de Les Luthiers, se profundizó lo hecho en su primera presentación. Como se dijo, Masana sumó a Mundstock, Rabinovich, Maronna y poco después, a Carlos Núñez Cortés. A fines de 1969 se incorporaría Carlos López Puccio. Impacta saber que la formación del grupo apenas se alteraría en cuarenta años por dos hechos puntuales. Uno de ellos es, por supuesto, la muerte de Masana; el otro, la incorporación de Ernesto Acher en 1971 y su retiro en 1986, cuando el músico de formación jazzística decidiera fundar la también exitosa La Banda Elástica y dedicarse a sus proyectos solistas. ANTES (III): LAS OBRAS DE AYER A las iniciáticas ``Música, sí claro'' (1966) y ``I Musicisti y las óperas históricas'' (1967), se sucedieron, con éxito en crecimiento, ``Les Luthiers cuentan la ópera'' (1967), ``Todos somos mala gente'' (1968) y ``Blancanieves y los 7 pecados capitales'' (1969), que se desarrolló durante dos temporadas. En estas primeras obras, por lo general, el libro estaba a cargo de Marcos Mundstock y la música, o bien era compuesta por Masana, o se distribuía entre el fundador y Jorge Maronna, concertista de guitarra y arreglador. ``Querida Condesa: Cartas del compositor Johann Sebastian Mastropiero a la condesa de Shortshot'' (1969) y ``Les Luthiers Opus Pi'' (1971) dieron lugar a una famosa serie de conciertos y recitales, entre ellos el ``Sinfónico'', entre los años 1972 y 1975. Ya en esos años, el nombre del ``maestro'' Johann Sebastian Mastropiero se perfilaba como una de las referencias ineludibles para los espectáculos de Les Luthiers. La primera antología del grupo llegó luego. Se tituló: ``Viejos fracasos (lo peor de su repertorio 1970-73)''. La presencia de su personaje fetiche se haría ostensible en sus producciones siguientes. ``Mastropiero que nunca'' (1977) y ``LL hacen muchas gracias de nada'' (1979) dieron lugar a un espectáculo de ``clásicos'' (1980) y a ``Luthierías'' (1981). Durante la década del 70, los músicos-humoristas lanzaron cinco discos, presentaron diez espectáculos, y realizaron sus primeras giras internacionales. Los 80 supondrían la consolidación y el paroxismo de ese éxito. Ya insertos en la nueva década, llegaron ``Por humor al arte'' (1983), ``Humor dulce hogar'' (1985) y el ``Recital Sinfónico'' (1986), estrenado en el Teatro Colón, junto a la Orquesta Sinfónica, que dirigió en la ocasión López Puccio. ``El reír de los cantares'' (1989), ``Les Luthiers, grandes hitos'' (segunda antología, de 1994, en el marco del aniversario por los 25 años del grupo) dieron lugar a otra etapa de gran lucimiento y éxitos, además de un nuevo impulso en cuanto a la proyección internacional del combo. Le siguieron: ``Les Luthiers unen canto con humor'' (1994), ``Bromato de Armonio'' (1996, que se presentó en Santa Fe en 2001 con gran suceso), ``Todo por que rías'' (1999), además de un recital sinfónico en conjunto con la Camerata Bariloche. ``El Grosso Concerto'' (sinfónico, 2001) y ``Las obras de ayer'' (2002, tercera antología) los posicionó en su quinta década, con calidad inalterable. Dos recitales, uno sinfónico en el 2004 y otro folclórico, en la edición de Cosquín de 2005, pusieron el énfasis, como si hiciera falta para algún desprevenido, respecto de la reconocida calidad de Les Luthiers como músico. AHORA II (MASTROPIERO RETORNA) Más allá de los gustos personales, de la pertenencia o la ignorancia de las tendencias artísticas y del mayor o menor apego a la asistencia a espectáculos, regocija saber que todavía hoy, Les Luthiers dan actualidad como nadie a aquella vieja máxima de Pasolini que rezaba, y sabrán disculpar la falta de literalidad, que había que considerar al público como si fuese el productor.




