En la vecinal Las Delicias, todos los días almuerzan 61 chicos a través del Programa Provincial Prosono. También recibe adultos y adultos mayores.
En Alfonsina Storni 3090, el perfume de mediodía persuade los sentidos. Techo bajo, paredes blancas y rejas. Adentro, el bullicio controlado de chicos que dibujan y hacen la tarea mientras se prepara el almuerzo. En esas paredes se escribe la-...
En la vecinal Las Delicias, todos los días almuerzan 61 chicos a través del Programa Provincial Prosono. También recibe adultos y adultos mayores.
En Alfonsina Storni 3090, el perfume de mediodía persuade los sentidos. Techo bajo, paredes blancas y rejas. Adentro, el bullicio controlado de chicos que dibujan y hacen la tarea mientras se prepara el almuerzo. En esas paredes se escribe la historia de la Vecinal Las Delicias.
Esta entidad barrial reúne a doce personas con trabajo comunitario. Son coordinadas por Rosalía Acosta, quien integra la comisión directiva desde su creación, en 1997. Los vecinos la legitiman: en diferentes calles, unos cuentan que le plantean sus reclamos a la Municipalidad, otros que llevan los chicos para el almuerzo, e incluso hay quienes agradecen el asesoramiento legal gratuito que gestionó para el barrio.
Rosalía Acosta vive hace 35 años en Las Delicias. Dice que lo vio crecer “a pasos agigantados”. En materia de servicios, reconoce que “necesitamos asfalto en algunas calles” pero destaca que “la mayor urgencia es el gas natural por el costo que implican las garrafas”. En sus palabras, hay algo que lamenta: “La inseguridad”. La conoce no sólo por reclamos de vecinos, sorprendidos por asaltantes dentro de sus domicilios: la misma vecinal fue usurpada en dos oportunidades y asaltada otras varias. “Sabemos que es algo que pasa en toda la ciudad, pero no por eso nos conformamos; no vamos a acostumbrarnos a la inseguridad”. En este sentido, reconoció los patrullajes policiales con efectivos armados que persuaden a los delincuentes, y destacó que “la prevención es lo que funciona”.
Por el estrecho lazo de la vecinal y las escuelas cercanas, Rosalía sabe cuáles son los chicos que no van a la escuela -primaria y secundaria- y visita sus casas para indagar razones. “Escuchamos todas las campanas para saber qué pasa y ver soluciones”.
En Las Delicias, los vecinos reconocen los rostros y sus historias. Ven en la plaza a quienes tienen problemas de adicciones, “que tienen entre 13 y hasta treinta y pico, y que tratamos de contener porque sabemos que empiezan a delinquir”. Lo dice sin rodeos: sabe quiénes son, qué consumen y que son treinta. “Los conozco de chiquitos; por eso vamos y hablamos con sus familias, muchas veces son ellas las que vienen a pedir ayuda. Con todo eso vamos al centro de salud para hablar con las psicólogas y ver qué podemos hacer”.
Las paredes del centro de salud y la vecinal se tocan, tal como sus problemas y preocupaciones. Para Rosalía Acosta, la razón es simple: “Solos no podemos”.