Vélez es, a todas luces, mucho más que Colón en todo. Si logra demostrarlo en el campo es otra historia. Porque, como se escribió millones de veces, 'partidos son partidos'. Incluso, por juego, es lejos el mejor equipo del fútbol argentino. Ahora bien, que salga campeón es otra novela aparte. Ayer, por ejemplo, en medio de la superioridad técnica, táctica y futbolística que impuso el equipo de Russo en Santa Fe se vio 'apurado' por un Colón que tiene el corazón tan grande como el estadio mismo. Fue capaz de ir a buscar con diez, empatar el partido y hasta hacerlo poner colorado de vergüenza y dejarlo blanco de miedo cuando Rogelio Martínez tuvo en sus pies el 2-1 pero apareció Peratta. En ese momento, donde evidentemente 'empezaba otro partido', Colón cometió el segundo error imperdonable del sábado. Y éstas ventajas, en partidos finales para ver quién se queda con el protagonismo, son letales. El que las tiene a favor, gana. El que las sufre, ya no se levanta más. A pesar del griterío velezano en la cabecera visitante, cuando Zurita se mandó la macana, pareció escucharse el peor de los silencios en medio del Cementerio de los Elefantes. Es que la gente se dio cuenta allí, a pesar que todavía faltaban varios minutos, que la dignidad de Colón no daba para más. Con el 2-1 de Zárate, se terminó el partido en Santa Fe. Lo que vino después, realmente estuvo de más. Incluso, de haber estado Vélez un poco más 'finito' en la definición, se hubiera llevado de acá una goleada histórica. El 'as' de espadas Colón es ahora, por obra y gracia de Bauza, un equipo respetable. Con todo lo que ello implica en el competitivo fútbol argentino. A pesar de esta malaria reciente _un punto de los últimos nueve_, Colón es capaz de jugarle de igual a igual a cualquiera sin pasar vergüenza. Y hasta con diez jugadores. Pero no tiene en la zona de creación del juego jugadores desequilibrantes como le sobran a Vélez. Colón es, como equipo, dos zagueros del mejor nivel atrás y arriba dos delanteros envidiables por capacidad de gol. Entonces, si los delanteros no la embocan, el equipo se muere. Porque los cuatro volantes del mediocampo no tienen gol. Es más, el único que tenía una respetable capacidad de festejo se fue y es Iván Moreno. Ayer, a la hora de los famosos mecanismos de juego, Colón extrañó 'a horrores' al peruano Vargas, padeció la falta de fútbol de Rimoldi en el primer tiempo, lamentó sin solución la ausencia de Romagnoli y volvió a jugar con uno menos por la insoportable levedad del colombiano Giovanny Hernández como conductor. Si un '10' no hace goles y tampoco los hace hacer, uno debiera preguntarse entonces: ¿Para qué carajo es '10'?. Además, a esta altura, uno está en presencia de una desobediencia táctica del cafetero: si Bauza le dice 'juegue en los últimos metros, no baje y encare con la gambeta para adelante', cuál es la explicación de 'El Príncipe': juega cada vez más atrás, pasea para los costados y cuando va hacia adelante sólo lo hace con pelotazos largos. Esta materia pendiente, la del enganche, es la que más sufre Colón. Mucho más teniendo arriba dos delanteros temibles como Denis y Fuertes. ¡Cómo habrá sido de flojo lo de ayer que el 'Patón', perdiendo de local y con diez, lo dejó en los vestuarios en el descanso para que entre el 'Coco' Ameli!. Con jugadores formados en su semillero, Vélez es el modelo a imitar en la Argentina: da pelea en los dos frentes, torneo local y Copa Libertadores. Tiene figuras consagradas arriba, como Castromán _otro lío en puerta para Pekerman después de anoche_, el Roly Zárate, Gracián. Y tiene 'carasucias' que tocan pito desde abajo, como el hijo del 'Pichi' Escudero. Y además, como si fuera poco, tiene algo que Gracián resumió con una frase: 'Jugamos de memoria'. Con tantas virtudes propias y ante el regalito de los errores ajenos, Vélez no necesita de ninguna 'ayudita' arbitral para ganarle a Colón.. Porque le sobra fútbol en el medio, justo lo que más le falta a este equipo de Bauza que encima ayer se quedó sin tres titulares que _a la luz de lo que se vio_ son indispensables: Vargas, Píccoli y Romagnoli.




