Rogelio Alaniz
Cuando Facundo Quiroga derrotó a Lamadrid en la batalla de Ciudadela decidió fusilar a todos los oficiales prisioneros. Se dice que de los 33 oficiales, 31 fueron pasados por las armas. Dos salvaron sus vidas. Uno fue Pedro Morat que se escapó aprovechando la distracción de un centinela y el otro el coronel Lorenzo Barcala. Barcala era el único negro con rango militar. En realidad fue el único negro en la historia patria que llegó a coronel, grado que le otorgó el general Paz en el campo de batalla.
A Quiroga le debe haber llamado la atención que un negro sea coronel o tal vez fue el azar el que determinó que decidiera conversar con uno de los prisioneros condenados al paredón. El diálogo entre Quiroga y Barcala es leyenda. No hay documentos que verifiquen su existencia real pero, como dijera el periodista de la célebre película de John Ford, “Cuando en el Lejano Oeste la historia y la leyenda se confunden lo que importa es escribir la leyenda”.
Se cuenta que Facundo lo encaró a Barcala y le preguntó a boca de jarro: “Si usted estuviera en mi lugar ¿qué haría?”. Quiroga esperaba la respuesta previsible de un condenado a muerte: el perdón, la clemencia, la piedad o algo parecido. Sin embargo Barcala sin bajar la vista le respondió: “Fusilarlo en el acto”. Dicen que los ojos de Quiroga brillaron debajo de sus cejas espesas. Los que lo conocían sabían que ese brillo era el anticipo de una decisión temible y sobre todo imprevista. Quiroga se acercó a Barcala y en voz alta para que todos escuchen dijo: “Entonces desde hoy usted será mi ayudante”.
¿Quién fue Barcala? ¿Cómo fue posible que un negro llegara a ejercer el grado de coronel otorgado por el oficial más brillante de la historia nacional? ¿Es verdad que era tan popular entre la tropa? ¿Es cierto que además de valiente era inteligente y culto? ¿Dónde termina la historia y empieza la leyenda?
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