Lía Masjoan Si sos familiar, amigo, vecino, o un santafesino más que busca justicia para una víctima de la negligencia, corrupción e inseguridad que reina en nuestra ciudad, unamos nuestras voces, alma y dolor que juntos lograremos lo que tanto anhelamos: Justicia para Rubén Miño y Diego López. Ayer, las calles de barrio Pompeya y el tramo norte de la avenida Aristóbulo del Valle recibieron el caminar pausado de quienes conocían a los dos adolescentes que fallecieron trágicamente tras ser atropellados por el automóvil que conducía Luciano Cidor, un joven de 18 años. Los que partieron desde el domicilio de las familias no fueron tantos, pero con el transitar de las cuadras se sumaron cada vez más vecinos. Mientras esperan que termine la feria judicial, quieren hacer oír con fuerza el pedido de que ``se cambie la carátula'' de homicidio culposo. ``No vamos a descansar hasta que lo logremos porque el chico es un asesino que está libre y con permiso para matar'', aseguraron los familiares de las víctimas horas antes de marchar hacia el lugar del accidente. María del Carmen Méndez y Nidia de Miño no han podido elaborar el duelo de perder a sus hijos. Se las ve fuertes, enteras. Dicen que aún ``no caímos'' y que siguen esperando que vuelvan. Recién cuando cae el sol, antes de dormir, ``lloramos un poco, zapateamos, no nos queda otra'', suspiran. Durante el día, la compañía permanente de los amigos de sus hijos las ayuda a sobrellevar la angustia. ``Entran y salen, toman mate, nos preguntan cómo estamos, nos muestran los afiches que imprimieron y lo que están organizando'', son incansables a la hora de clamar justicia. ``Nunca llegó'' Y no es para menos. Ellos estaban con Rubén y Diego cuando los mataron. Venían de festejar el Día de Reyes en la costanera. Poco antes de las tres de la madrugada, decidieron regresar y se repartieron en las bicicletas; los chicos, amigos inseparables, compartieron una. Cuando iban a cruzar la avenida ellos se retrasaron, pararon a ponerse una remera y Diego le mandó un mensaje por el celular a su mamá avisándole que estaba llegando. El resto del grupo cruzó primero y cuando iban a hacerlo ellos, fueron atropellados. ``Recibí el mensaje pero él nunca llegó'', lamentó la mamá. Yamila formaba parte del grupo cuando ocurrió el hecho. Recuerda que ``no hubo frenada, se escuchó el golpe y desaparecieron bajo las chapas''. Ella ayudó a impedir que Cidor ``se fuera porque quería acelerar el auto, que no le arrancó porque tenía a Diego debajo. Yo le gritaba que no se vaya, que mire lo que había hecho con los chicos, y él lo único que hacía era agarrarse la cabeza y decir mirá cómo quedó el auto y qué le digo a mi vieja. Por los chicos ni se preocupó, ni se acercó a ver si estaban bien o mal, los dejó ahí''. Ayer, tras llegar al lugar del accidente decidieron extender dos cuadras más el trayecto. Fueron hasta la rotonda del Puente Negro. De acuerdo a la información que pudieron recabar, esa noche Luciano Cidor atravesó varias veces la avenida, desde Galicia hasta el Puente Negro, a toda velocidad. ``Nadie le dijo nada, no había un sólo inspector que le ponga freno antes de que mate a nuestros hijos''. Con una firmeza que asombra, Nidia cuenta detalles del accidente. Cree que al difundir su dolor podrá convencer a otros jóvenes de que sean más prudentes a la hora de sentarse frente a un volante: ``El desarme del auto lo hizo mi hijo, con su cabeza y su cuerpo, lo levantó y lo llevó arriba del techo hasta que lo largó. Al de ella (por Diego) lo arrastró, los 80 metros que hizo hasta que paró tuvo al hijo de ella abajo, La bicicleta quedó doblada como un sillón''. ``Te puede pasar a vos'' Ambas madres saben que la lucha que iniciaron será larga. Pero están decididas a no bajar los brazos: ``No vamos a descansar hasta que Luciano Cidor pague por lo que hizo porque esto no fue un accidente, es un asesino y alguien tiene que hacerse responsable''. Las acompaña el barrio entero, que está conmocionado. ``Hoy me pasó a mí y mañana te puede pasar a vos, si un loco te mata a tu hijo vas a querer que toda la gente te apoye, somos papás que pedimos ayuda a otros papás y a otros chicos de la edad de nuestros hijos''. Mientras reclaman justicia, siguen esperando que Diego y Rubén regresen de festejar Reyes en la costanera. ``Es difícil recordarlos porque todavía nadie cayó''. Desde la esquina, escuchan suavemente la música alegre de la armónica de Diego y las risotadas de Rubén, amigos inseparables. Aclaraciones del accidente Los familiares aclararon algunos hechos en relación al accidente: * Esa noche Luciano Cidor había hecho ya varias vueltas en la avenida a toda velocidad. El velocímetro del auto se clavó en los a 120 km. ``Según los policías que conocen más que nosotros, esto quiere decir que iba a mayor velocidad por una avenida que estaba llena de gente. Estaba usando el auto como un arma''. * Siempre se informó que sólo iba en compañía de una chica. En realidad eran cinco jóvenes los que se trasladaban en el auto. Uno de los chicos se bajó un par de cuadras antes porque ``se iban a matar'', le habría dicho a Cidor. Los otros dos que iban sentados atrás desaparecieron en el tumulto que se produjo tras del accidente. * En al auto, había varias botellas de alcohol que luego desaparecieron. * El 25 de diciembre del año pasado, a la madrugada, Cidor habría atropellado a un motociclista en bulevar. * No tendría carné de conducir. * Los dos accidentados estuvieron tirados en la calle desde las 3 de la madrugada, hora en que ocurrió el accidente, hasta las 6.30. ``El policía que se estuvo a cargo del hecho lloraba de la desesperación de ver cómo se encontraban los dos pibes, hasta insultó a quien estaba en la base del comando porque no llegaba una ambulancia. Cuando finalmente acudió se llevó primero al asesino que tenía apenas unos vidrios clavados en la cara. Después salieron a decir que Diego falleció camino al hospital cuando estuvo enroscado abajo del auto hasta las 7 de la mañana''. * A las 11 de la mañana, el auto ya había desaparecido de la comisaría.




