Hace 20 días atrás -o algo más- escribía que lo mejor que tenía Colón era el mediocampo y que el equipo generaba algunas dudas atrás y adelante. Llegaron algunos goles de Gandín, que lo convirtieron en un titular indiscutido. Pero al margen de eso, el panorama no dista demasiado. Y quedó demostrado, sobre todo en el partido del sábado con Independiente: Colón fue superado por el rival, Montenegro manejó la pelota, hubo descuidos y fallas garrafales atrás y no se vio contundencia arriba. Tanto que el propio Astrada reconoció que Independiente fue el único equipo que verdaderamente lo superó.
Se sintió la ausencia de Falcón. Se siente. Y también la de Centurión, porque la versión del ex Vélez que se vio ante Boca e Independiente (no viajó a La Plata para el incompleto choque con Gimnasia) distó muchísimo de la que se había convertido, junto a Grisales, en piezas clave para el manejo de la pelota.
Astrada le dio protagonismo a Colón a partir de la muy buena elección que hizo en el mediocampo. Un jugador de toda la cancha (Falcón), otro apto para apretar arriba (Teté González) y dos carrileros muy capaces para conducir, meter diagonales y provocar desequilibrio (Grisales y Centurión).
Los partidos se ganan en las áreas. Y ahí es donde Colón tiene que mejorar (en las dos). Pero el rendimiento de un equipo se gesta por lo que haga el mediocampo. Cuando juegan Grisales-Teté-Falcón-Centurión, es cosa seria. Y parece que, pensando en el partido de seis puntos del viernes, Astrada los va a recuperar.





