Baches, deformaciones, pozos que se agrandan luego de la lluvia, rajaduras, bocas de tormenta que han quedado muy por debajo del nivel de la calzada. Todos estos accidentes topográficos son posibles en las calles de la ciudad y, luego de la lluvia de fines de marzo se volvieron aún más visibles... y sufribles.
Ajenos a conocimientos técnicos, incapaces de retener cuáles fueron las cuadras repavimentadas, o cuáles de esos pozos se corresponden con la reparación de un servicio público, por más planes de repavimentación y bacheo que se ejecuten, la opinión de conductores y transeúntes, puestos a prueba en la vía pública, es que las calles están rotas. Y la presunción es que todo lo que se cierra o se repara, se vuelve a abrir o a romper.>
El secretario de Obras Públicas de la Municipalidad Edgardo Ragalli aseguró que "el asfalto es de la misma calidad de siempre y la fórmula es la misma", pero "hay condiciones de borde que lo afectan": lluvia, filtraciones de las cañerías de agua, tracción de los vehículos de gran porte, y pérdida de gasoil de los colectivos, por mencionar algunas.>
En el centro y en los barrios
"En los pavimentos que se han hecho en el centro no hubo problemas, salvo por el tema de Aguas Santafesinas: hoy pasamos repavimentando y mañana se rompen caños que son viejos y se vuelve a abrir", respondió Ragalli, al ser consultado sobre las tareas de reparación que se realizan en las calles y la calidad del material que se utiliza.
Y aportó: "tenemos que buscar un equilibrio porque a la carpeta asfáltica hay que compactarla. Si le damos mucha energía de compactación, los caños que están abajo y son viejos, se pueden romper". La energía de compactación es "la intensidad de pasadas que se le da con la aplanadora al asfalto caliente para que tenga densidad y, a partir de ahí, evite filtraciones de agua hacia la base". Pero la aplanadora, "además de ser pesada, vibra para darle más energía a la tarea. Si se le da una amplitud de energía muy grande hasta puede llegar a producir fisuras en viviendas". Aquí aparece otro de los problemas característicos de esta capital: el de las napas altas y "si tenemos bases malas o con mucha saturación del suelo, se producen los baches".>
En el caso de los pavimentos de penetración, que se realizan en la entrada y salida de los barrios para asegurar transitabilidad en días de lluvia, "es un trabajo económico, desde el punto de vista de la obra vial, porque sobre la base existente, que siempre es un ripio, se incorpora material, se mezcla, se recompacta y a partir de ahí se hace riego de liga y una carpeta asfáltica de 4 ó 5 centímetros".>
Pero es un pavimento colocado sobre una base que "no es la ideal, con el agravante de que no hay cordón cuneta y las cunetas tienen agua permanentemente. Cuando llueve, rebasan y el agua llega hasta el borde del pavimento".>
Por lluvias o por filtraciones
Para Ragalli, queda en claro que "el peor enemigo del pavimento es el agua", sea por las lluvias o las filtraciones que se producen con las pérdidas de caños. En este caso señaló que el agua no sólo rompe donde pierde sino que, al escurrir sobre la calzada, llega hasta una bocacalle y, si no tiene boca de tormenta, cruza sobre el badén y permanece por varios días", describió. "El tema es que Aguas Santafesinas cura únicamente el bache y la rotura que el agua ocasiona a los 50 ó 100 metros la tenemos que arreglar nosotros".
Para el funcionario sería ideal "abrir más porque el suelo queda totalmente saturado" y admitió que "para ello es necesario sacar muestras de suelo, analizarlo y si hay que agrandar el área a reparar, hacerlo".>
Al respecto, informó que existe un pedido a Estudios y Proyectos para hacer un relevamiento de los efectos que produjo la pérdida del agua, y a Vialidad municipal para que prepare un informe de lo que costó reparar el efecto de la pérdida.>
Pero el agua no es el único "enemigo" del pavimento. También tiene efectos negativos el gasoil y "eso se puede ver en las esquinas donde doblan colectivos". Junto con el aceite son elementos que atacan al material, y se suma a la tracción de los vehículos de gran porte cuando arrancan y frenan. "Ese efecto se puede minimizar un poco en las paradas de colectivos, sobre todo en el centro, haciendo hormigón que es un poco más resistente".>
Para Ragalli, "la única solución es la mayor inversión. Cuando asumimos dijimos que había que invertir 70 millones de pesos que, hace cuatro años, lo tendríamos que haber volcado en forma inmediata, cosa que era imposible. Porque esto es dinámico. Yo no puedo invertir 15 millones y quedarme de brazos cruzados, como si no hubiera nada más que hacer".>
La vida útil de los pavimentos
Jorge Tosticarelli, docente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y representante de la Asociación Argentina de Carreteras, estudia el asfalto desde hace más de 35 años. Esta relación con su objeto de estudio queda a flor de piel cuando empieza a explicar por qué las calles santafesinas están en tan mal estado y qué se debe hacer para erradicar los pozos que a veces toman formas peligrosas. El especialista se declara ante todo "un defensor del asfalto", aunque aclara que como todo material éste tiene sus puntos débiles. Y uno de ellos es el agua. Por eso argumenta que, como ocurrió en el año '72 en Rosario, las lluvias que cayeron en marzo pasado en gran parte de la provincia provocaron en el pavimento un problema clásico: que a causa de la humedad se separe la piedra del asfalto, "dos materiales que se llevan muy mal con el agua". "A esto se suma que como consecuencia de estos fenómenos meteorológicos, el tránsito se incrementa y el impacto sobre el pavimento es muy dañino".
"En la facultad hicimos una serie de estudios en los que comprobamos que si un pavimento de más de 15 años, como son la mayoría de los que existen en las ciudades argentinas, sufre 10 días de lluvia permanente se produce un fenómeno en el que el agua desaloja al asfalto y separa las piedras. Por eso ahora se ve en muchas calles una capa de pequeñas piedras que ante una frenada se desplazan y rápidamente se forman los pozos", explica.>
Tosticarelli aclara que esta reacción se produce con la ayuda de los pavimentos envejecidos, que son mucho más vulnerables a la humedad. Y cita el caso de Rosario, donde "la gran mayoría de las calles fueron pavimentadas a principios de los '70, con el plan denominado 1.100 cuadras. Y la vida útil de un pavimento es como máximo de 15 años".>
"Es necesario cambiarle la piel al pavimento, que es sometido permanentemente a operaciones, como las que realizan en forma indiscriminada las empresas de servicios, por lo que se colabora a empobrecer la superficie de las calles", dice el titular de la cátedra Pavimento de la UNR.>
Tosticarelli advierte que para enfrentar este problema se debe recurrir a la técnica del fresado: "lo que no se debe hacer es intentar resolver el problema tapando con una capa el pavimento averiado. Si se hace ésto, el pavimento queda a una altura más elevada que las bocas de tormenta, que fueron construidas con la altura original de la calle. Y cuando llueva quedará demostrado que el remedio fue peor que la enfermedad".>
La técnica del fresado, según explica el especialista, consiste en que una máquina "rasque y retire una fina capa de pavimento. Al desaparecer la carpeta dañada, que es donde estaba el problema, se reciclan las piedras que se retiraron y se vuelven a mezclar con el asfalto. Pero el problema, cuando no se puede realizar el reciclado, es la materia prima. La piedra es muy cara por el precio del flete, ya que proviene de Córdoba".>
Tosticarelli agrega que en las ciudades como Rosario y Santa Fe, con clima húmedo, "se debe agregar al pavimento un incentivador denominado aditivo mejorador de adherencias, que cambia la tensión superficial del asfalto y la hace más resistente".>
Germán de los Santos, corresponsalía Rosario






