En 2010, el ahora papa Francisco testificó desde su oficina en el juicio por el secuestro de los dos sacerdotes: Orlando Yorio y Francisco Jalics. Fueron detenidos en mayo de 1976 y permanecieron en cautiverio durante cinco meses en la Escuela Mecánica de la Armada (Esma) hasta que fueron liberados.
En su declaración, Bergoglio aseguró que se reunió con el general Videla y con el que era su número dos, el almirante Emilio Massera, para reclamar por la vida de los curas.
Sin embargo, los señalamientos contra Bergoglio, por su relación con el gobierno dictatorial, tomaron fuerza cuando el diario Página 12 publicó en 2010 un informe en el que se le acusaba de haber colaborado con las autoridades de la época. Bajo el título de tapa “Dios mío”, el matutino hoy alineado con el kirchnerismo despliega en sus primeras páginas información, incluyendo una columna de Horacio Verbitsky, que cuestiona el rol del prelado en tiempos de la dictadura.
El actual Papa fue acusado de haber quitado durante el régimen encabezado por Jorge Rafael Videla, en su rol de representante distrital de los jesuitas, la licencia eclesiástica a los sacerdotes de su congregación Yorio y Jalics, quienes se desempeñaban como curas en villas de emergencia.
Los religiosos fueron secuestrados y torturados por militares y esos casos fueron investigados en la denominada “megacausa Esma”. El entonces cardenal fue llamado a declarar como testigo y, el 8 de noviembre de 2010, afirmó haberse reunido con el dictador Videla y el almirante Emilio Massera para reclamar por la vida de los curas.
Bergoglio también fue llamado a declarar como testigo en la “causa de Elena de la Cuadra”, hija de una de las cofundadoras de las Abuelas de Plaza de Mayo que desapareció cuando estaba embarazada.
Al parecer, la familia de De la Cuadra se comunicó con Bergoglio por carta en varias ocasiones para pedirle que intercediera por la vida de la joven.
El nuevo Sumo Pontífice también fue citado en Francia en el marco de una causa penal abierta en ese país por el secuestro y posterior asesinato en 1976 en la provincia de La Rioja del sacerdote Gabriel Longueville, de origen francés.
Pero pese a su rol de testigo en estos casos, la Justicia argentina jamás presentó una acusación en contra de Bergoglio.




