Normas sobran. Categorías legales, clasificaciones, programas, estipulación de deberes y derechos y premios y castigos para cada uno de los miembros del colectivo "tránsito". El Reglamento General; la ordenanza que crea el Consejo Asesor Municipal de Política Integral de Tránsito (10.435); pruebas de alcoholemia (10.576); Registro de Antecedentes (10.864); Tránsito pesado (11.014); el Programa "Mejor Conducir" (11.363), que a su vez introduce el Observatorio de Conductas Viales y el Centro Único de Atención de Denuncias de Siniestros, entre tantas otras.
El primero de los citados desmitifica una concepción muy extendida que involucra en la problemática sólo a los conductores. El tránsito, aclara, lo constituyen una serie de personas que tienen algunos derechos y varias responsabilidades, entre los que incluye al transporte público, los conductores particulares y los peatones. Bien viene recordar aquí y ahora, en el lugar y el momento del despiste del patrón, qué corresponde a cada uno de los integrantes de este sistema en lo estipulado en la normativa local.
Indica que todo el que conduce, luego de ser instruido a tal fin, debe tener, por lo menos, 18 años. En la vía pública debe respetar las indicaciones de la autoridad de comprobación o aplicación, las señales de tránsito y las normas legales. El peatón puede caminar únicamente por las veredas u "otros espacios habilitados a este fin" (art. 56), y en las encrucijadas sólo por la senda peatonal. Los colectiveros o conductores de transporte de carga se someten a las mismas disposiciones que los conductores de automóviles, aunque en la ciudad debería haber carriles especiales y estructuras destinadas a su circulación.
Este reglamento, que regula la generalidad, todo o casi todo, se creó con el fin de lograr seguridad en el tránsito, darle fluidez, disminuir los daños a personas y bienes, preservar el patrimonio vial y automotor, educar y capacitar para el correcto uso de la vía pública y disminuir la contaminación del medio ambiente, proveniente de los automotores.
Es llamativa la cantidad de apartados que destina esta ley a la educación. Crea incluso una Escuela de Conductores (capítulo 3) e impone difundir "las medidas aconsejables a conductores y peatones para prevenir accidentes, promoviendo periódicas campañas de concientización y educación vial, con participación de los medios de comunicación social y convocando también a la participación creativa de distintos sectores de la comunidad", como las escuelas medias y vecinales.
La pregunta que cae solita luego de los párrafos precedentes es ¿por qué si la letra reglada todo lo contempla, hay (números) tantos accidentes y muertes en la ciudad? Así contestaron algunas personas que conocen algo del tema:
José Luis Quintana, interventor de Dirección de Tránsito Municipal: "Creo que el mayor problema es la falta de conciencia que existe en la gente. Es llamativo que cuando van a sacar el carnet, todos sepan las normas y reciban las charlas de educación vial, pero después no las respeten. La gente, cuando va a rendir conoce las normas, cuando termina de rendir se olvida de todas. Tienen que tomar conciencia. A mí me ha tocado vivir situaciones que rayan con la incapacidad de las personas de entender qué no puede hacer, porque no le concierne. También hay que entender que los inspectores de tránsito no somos enemigos, sino que tratamos de que las normas se cumplan, porque en esta ciudad estamos primeros en accidentes. Y las normas están hechas para cumplirse. Los conductores no aceptan que no pueden manejar alcoholizados, que no hay que hacer picadas, que los chicos menores de 10 años no pueden ir en el asiento delantero...".
Carlos Pereira, concejal: "En este momento no hay un problema en lo que respecta a legislación relacionada con el tránsito. Hemos hecho hincapié en el tema de la infraestructura vial, en el tema de semaforización, etc. Si repasamos los accidentes donde hay muertos, vemos que el tema de infraestructura vial tiene un alto impacto. Un ejemplo es en avenida Blas Parera, donde aproximadamente cada dos meses muere un ciclista atropellado por un camión. Ahí no se puede permitir el tránsito de ciclistas y camiones, en el último tramo de la avenida hay lugar suficiente como para trazar una ciclovía. En el centro hay muchos más accidentes que en las avenidas, lo que pasa es que es más escasa la velocidad, por lo que terminan teniendo lesiones leves. Las normas están, se habla mucho de que hay un problema de conciencia de los ciudadanos, pero lo cierto es que el Estado no ha demostrado demasiada preocupación de cómo regula".
Hugo Chacón, director de Transporte: "Lo que pasa es que hay desprecio por la vida del otro y la propia. Es algo que ocurre en todos los órdenes de la vida y en el tránsito lo vemos a diario. Evidentemente, se ha perdido el rumbo. Creo que las faltas del tránsito son, ante todo, morales, porque se pone en juego la vida del prójimo. Como sociedad, deberíamos trabajar en recomponer los valores sociales y comunitarios. Claro que los controles son importantes, pero no podemos pretender que haya un inspector en cada esquina para que nos portemos bien".
Eduardo Navarro, secretario de Planeamiento Urbano:
"Creo que la autoridad de aplicación tiene que pararse en el mismo lugar durante más tiempo, es que los espasmos que va teniendo nuestra sociedad van relajando los controles y se labilizan los objetivos de la normativa. Parece el abandono del Estado, de lo que es su rol natural de poder de policía. Eso es lo que hace que decaiga el respeto a la norma, no sólo de tránsito, porque esto es un fenómeno cultural que excede al conductor del vehículo. Creo que la gente entiende las cosas a través del control, si uno lo deja librado a la buena voluntad, el porcentaje de gente que lo va a respetar será más bajo".
Sol Lauría




