El camino fácil, rápido y más eficaz para llegar a realizarse como persona, tal vez para distinguirse del resto, o como quien dice para “zafar”.
Jóvenes que esperan esta oportunidad y la viven como oro, adelantando públicamente las cosas que estarían dispuestos a realizar y hasta dónde llegarían para conseguir hacer realidad el sueño.
Quizás sus padres los vieron de chicos como veterinarios, doctores o sumidos en un mundo moderno estudiando carreras tecnológicas, pero la cruda verdad es que el sueño de ellos es encerrarse en una casa por 4 meses para salir “famositos” y que se les abran las puertas a su paso.
Encerrados en una verdadera cárcel, donde lo único que comparten son momentos de ocio, donde fomentan con total libertad el hábito del cigarrillo y generar tal vez algún que otro escándalo como para sumar en ese número maldito que hoy por hoy domina los contenidos de la televisión.
Qué triste que tanta cantidad de jóvenes santafesinos quieran “salvarse” de esta forma, sin sacrificio, sin esfuerzo, contando como tal esperar 15 horas en la puerta de un canal con temperaturas bajo cero para ser tenidos en cuenta y pasar por el “examen” de elección.
Sueñan con caerles en simpatía al público. Esperando que un “Hermano Mayor” les diga que hacer durante 120 días de prisión. Prometiendo “jugar el juego” que luego de 5 versiones todavía no se puede explicar bien en qué consiste, qué moraleja o enseñanza deja a los masivos televidentes que tras cada versión lo único que les queda en la cabeza es ese sueño de poder entrar y ser “uno de ellos”.
Por Rodrigo Orellano.
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