Por cuarta vez consecutiva el español Rafael Nadal (2º) accedió este viernes a la final del torneo de tenis de Roland Garros, tras ganarle al serbio Novak Djokovic (3º) por 6-4, 6-2 y 7-6 (7-3) donde, como en las ultimas dos ediciones, enfrentará al número 1 del mundo, el suizo Roger Federer, que dejó afuera al local Gael Monfils, tras vencerlo por 6-2, 5-7, 6-3 y 7-5.
El domingo desde las 15 (10 de Argentina) Nadal y Federer volverán a encontrarse en una final, por 13ra vez (Nadal ganó 8 veces) y por tercera vez consecutiva en la definición del Abierto francés, que otorga más de 15 millones de euros en premios.
La jornada arrancó con el duelo más esperado entre Nadal y Djokovic, un encuentro que tuvo como condimento extra la segunda plaza de la clasificación mundial pero que, como en la semifinal de Hamburgo, el serbio desperdició la posibilidad de superar al español.
Por eso, la victoria le permite a Nadal conservar la segunda plaza del ranking y seguir escoltando a Federer como en las últimas 150 semanas (25 julio 2005).
Como en los partidos anteriores, el nivel evidenciado por Rafa fue altísimo y por eso, salvo en el tercer set, nunca paso sobresaltos ante Djokovic para seguir invicto en París (27 partidos) y continuar a paso firme hacía su cuarta Copa de los Mosqueteros consecutiva.
“No esperaba jugar a este nivel, mis dos primeros sets fueron excelentes, casi perfectos. Jugué el partido que debía para superar al mejor de la temporada, a un gran campeón como Djokovic”, aseguró el mallorquín.
En el último set, el serbio reaccionó y revirtió el resultado para pasar de 3-5 a 6-5, pero Rafa se recuperó para igualar y sellar su victoria con autoridad en el tie-break para ganar en 2h 49 minutos por 6-4, 6-2 y 7-6 (3).
A pesar de la derrota, el serbio continua siendo el mejor jugador de la temporada (lidera la Carrera de Campeones y ganó Australia y Miami) y pese a perder nuevamente con Nadal en semifinales, el balcánico se convirtió en el quinto jugador en la historia en alcanzar por quinta vez consecutiva dicha instancia en un Grand Slam, algo que refleja su adaptación a cualquier superficie
Las semifinales fueron seguidas desde la tribuna por los argentinos Guillermo Vilas y Gabriela Sabatini y el sueco Bjorn Borg entre otras personalidades francesas y españolas entre los que pudo verse ministros, modelos y toreros, sobresaliendo la presencia del ex primer ministro galo Lionel Jospin.
Federer va por la corona de París
Posteriormente, el choque entre el sorprendente Gael Monfils (59 del mundo) y Federer se demoró 10 minutos en comenzar porque luego del calentamiento previo, el francés debió retirarse al vestuario para cambiarse sus lentes de contacto.
Ese inconveniente pareció desconcentrar a Monfils que comenzó el encuentro con muchísimos errores no forzados ante un preciso Federer que se llevó el primer set por 6-2.
Apoyado por las más de 14.000 personas que colmaron el court central Philippe Chatrier, en el segundo parcial el originario de la isla caribeña de Guadalupe presionó con su potente servicio (9 aces) y con constantes cambios de ritmo obligó al suizo a un mayor desgaste físico y a cometer errores.
Sin embargo, Monfils (21 años y 1,90 metros) pareció sentir el esfuerzo y su nivel cayó notablemente en el tercer set.
En el cuarto y cuando parecía que Federer se adueñaba del pase a la final el suizo comenzó a cometer errores, principalmente con la volea, cometió también una doble falta y desperdició dos match points para cerrarlo.
El local, apoyado por el enfervorizado público, renació y emparejó el juego pero no pudo sostener la presión del suizo, que al final se quedó con el parcial por 7-5 y se instaló otra vez en la final, donde volverá a verse las caras con el rey del polvo de ladrillo, Rafael Nadal.
La euforia desatada por la clasificacion de Monfils a semifinales (el último había sido Sebastien Grosjean en el 2001) hizo que más de 6.000 personas se dieran cita frente a la Alcaldía parisina para seguir el encuentro por pantalla gigante.
El domingo, la mayor rivalidad del tenis del siglo XXI vivirá un nuevo capítulo en la catedral del polvo de ladrillo parisino, y nada menos que con la Copa de los Mosqueteros como premio.
Télam







