Sergio Romero (Secretario general UDA) Especial para El Litoral
Sergio Romero (Secretario general UDA) Especial para El Litoral
Es indudable que el año 2021, al igual que el 2020, fue un año de características muy particulares en todos los ámbitos. La pandemia causada por COVID 19, ante la cual ningún estado estaba preparado para enfrentarla, signó despiadadamente la vida de todos los habitantes del orbe. Nuestro país claro que no fue excepción, y especialmente en el ámbito educativo, desnudó y acrecentó carencias previas, dejando secuelas que llevará un buen tiempo poderlas sanar. Sin entrar a discutir las situaciones de enfrentamiento ocasionadas en torno a la presencialidad y virtualidad escolar, sobre la que mucho se ha dicho, inclusive en los estrados judiciales, las marchas y contramarchas que presenciamos en los primeros meses del año sobre este tema, cargaron de tensiones todo el sistema, los perjuicios del aislamiento (necesario o no, prolongado o no) se hacen sentir irremediablemente, preocupando especialmente la cantidad de alumnos y alumnas que se desconectaron del ámbito escolar, y que aún cuesta volver a incorporarlos.
Dicho esto, lo primero que debemos resaltar es que para poder contar con una educación de excelencia, inclusiva, con equidad e igualdad de posibilidades, es necesario invertir más. Esta fue la primer evidencia que puso a la vista la pandemia. Desde el año 2005, fecha en que se votó la Ley 26.075 de Financiamiento Educativo, en escasas ocasiones se cumplió con la inversión del 6% del PBI que determina la norma.
Durante estos dos años, el Consejo Federal de educación ha mantenido una profusa actividad, produciendo un sinfín de normas para adecuar el sistema a la situación de pandemia, y para contrarrestar sus efectos negativos. Sin embargo cualquier estrategia pedagógica necesita recursos suficientes, financiamiento, apoyo material.
Las escuelas, que es el lugar donde se imparte educación, están carentes de recursos tecnológicas e infraestructura adecuada. Los principales protagonistas del proceso educativo no cuentan de manera universal, con los insumos básicos (hoy mayormente relacionados con la tecnología). Y aún más,, si bien se han realizado esfuerzos, existen escuelas que no cuentan, por ejemplo, con servicios básicos, especialmente en la Argentina mas profunda. Los docentes perciben salarios iníciales que se encuentran en todas las jurisdicciones por debajo de la línea de pobreza. Es inminente acordar un programa que permita, progresivamente, contar con salarios que superen esta línea. El haber de los docentes es un fiel reflejo del estado del sistema educativo.
Como y expresamos, mucho se ha dicho de educación durante el año 2021: la educación debe dejar de ser un tema que embellezca los discursos y debe pasar a ser una política de estado real y concreta que tenga su correlato en la realidad cotidiana de las escuelas. Que permita a alumnas y alumnos, niñas, niños, jóvenes y adultos y a todos las y los docentes, transitar a lo largo de su vida, todas sus instancias formativas con plenitud de recursos, estrategias pedagógicas debidamente asistidas, tanto por el estado nacional como por los estados provinciales.
Pensar en el futuro no debe ser un mero ejercicio intelectual. El futuro de las personas, y de los estados, depende, especialmente en este nuevo mundo de avances acelerados, de la calidad educativa que reciban las personas, los pueblos, especialmente los sectores mas vulnerables.
El Presidente Perón ya lo había anunciado en el año 1953, al dirigirse a los docentes que acababan de constituir la Unión Docentes Argentinos (UDA): "Quien olvida a los maestros, olvida el futuro del país".