Cuando prorrogó la emergencia económica por dos años y adelantó el presupuesto nacional y algunos impuestos más allá de 2014, el kirchnerismo evidenció que sabía que después de las elecciones de ayer ya no tendría garantizada a “escribanía” en el Congreso.
Cuando prorrogó la emergencia económica por dos años y adelantó el presupuesto nacional y algunos impuestos más allá de 2014, el kirchnerismo evidenció que sabía que después de las elecciones de ayer ya no tendría garantizada a “escribanía” en el Congreso.
Es cierto que el oficialismo logró retener formalmente el control de ambas cámaras para “garantizar la gobernabilidad”, como repetían en cuidada sintonía las voces oficialistas ayer por la tarde. Pero saben bien en el peronismo, que viene el tiempo de los realineamientos.
El oficialismo cosechó reveses en los principales distritos del país: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Capital Federal y Mendoza y si bien perdió bancas clave en el Senado, como la de Daniel Filmus en la Capital Federal, mantendría allí al menos 37 escaños, suficientes para sesionar. No fueron mejores los números en la Patagonia.
En Diputados tendría al menos 130 votos propios y aliados, pero eso es apenas uno más que el número necesario para el quórum. El bloque “K” deberá cerrar filas, negociar -algo a lo que es poco propenso- o “cerrar” la escribanía para avanzar por decreto.
El kirchnerismo tendrá que cuidarse de eventuales traspasos que podrían tener lugar hacia otros espacios justicialistas, cuando restan dos años de mandato a Cristina Fernández. La presidenta sigue convaleciente y el kirchnerismo no tiene un sucesor definido.
En el Senado, el gobierno consiguió 14 bancas, 11 propias y tres de aliados, por lo que el bloque oficialista seguiría teniendo desde diciembre, aunque con otra composición y sumando aliados, un total de al menos 40 votos, por encima de las 37 presencias necesarias para el quórum. El peronismo “no K” tendrá 7 bancas; el radicalismo y sus aliados 19, el PRO 3 y otros también 3.