Agustina Mai
Agustina Mai
A diferencia de las últimas elecciones, la de ayer fue más lenta. Y las colas no se formaron por la cantidad de gente que fue a votar (en Santa Fe hubo un 66,87 % de participación contra el 72,51 % de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias provinciales del pasado 19 de abril), sino por el tiempo de espera para entrar al cuarto oscuro y dentro de él.
En primer lugar, la demora se debió al hecho práctico de que sólo entraba una persona por vez, cuando en las elecciones anteriores votaban tres personas en simultáneo por mesa (cada una en su box). Esto provocó algunas quejas en la cola.
Pero además, una vez dentro del cuarto oscuro, también influyó el tiempo que los votantes se tomaron para decidir su sufragio. Cuando, tras varias elecciones, los santafesinos ya habíamos aprendido a votar con la boleta única, nos encontramos con la vetusta boleta sábana. Con la particularidad de que algunos partidos no presentaron candidatos para todas las categorías, con lo cual en algunos casos era necesario cortar y combinar boletas.
El pase de la boleta única, más clara conceptualmente ya que presenta a los precandidatos ordenados por categorías, a la boleta sábana descolocó a más de un votante. Mientras que en algunas mesas las papeletas estaban ordenadas por internas de partidos y bien presentadas, en otras reinaba el desorden y el caos visual. Boletas amontonadas, mezcladas y algunas pocas cortadas... ese fue el escenario con el que más de un votante se encontró.
La escasa concurrencia de autoridades de mesa y de fiscales también atentó contra la agilidad del proceso eleccionario.