Liliana Vitale y el reto de mantener
encendido el “fuego inexplicable”
La cantautora e intérprete terminó “Pistas”, un disco que incluye una decena de canciones de autores contemporáneos. La premisa: celebrar una nueva canción argentina. “La música es lo más ecuménico que hay y eso lo celebro cada día”, confesó en una entrevista.
“Conocernos a través del sonido es una hermosa manera de sincerarnos”, afirmó Liliana. Foto: Gentileza producción
“Pistas” es el título del nuevo álbum de Liliana Vitale, cantautora de vasta trayectoria. Surgido de una grabación en vivo, se presentará oficialmente el domingo 16 de abril en Villa Devoto (Buenos Aires), pero desde el lunes 3 de abril estará disponible en las redes. Incluye diez canciones de autores contemporáneos que, según la convicción de la artista, “invitan a celebrar una nueva canción argentina”. “Pistas” es el resultado de un año de recitales en Pista Urbana, club de música de San Telmo, donde Liliana y sus músicos definieron el repertorio y desarrollaron los arreglos. Luego, el disco fue realizado en la casa de la familia Vitale, en San Telmo, en diciembre de 2022. La grabación y producción general fue de Lito Vitale, los videos fueron filmados por Juan Belvis y equipo y la propia Liliana tuvo a su cargo la dirección artística. La producción ejecutiva quedó en manos de Lito Vitale y Ave Fénix y la edición de CICLO 3.
Foto: Gentileza producción
Liliana, nacida en Buenos Aires en 1959, editó, con este último trabajo que presenta, quince álbumes entre sus trabajos como solista, en dúo junto a Verónica Condomí, junto a su hermano Lito Vitale y sus primeras grabaciones como integrante del grupo MIA. En una entrevista concedida a este medio, consideró que “siempre fue ese fuego inexplicable el que me hizo seguir haciendo, soñando música y poesía, propia y ajena”.
Soltar la voz
-Tu primer disco fue presentado en 1985. Pasaron casi 40 años y estás presentando el número 15 ¿Cómo te sentís en este momento de tu carrera?
-Sí, así es. Estos 40 años de democracia son también la vida que hicimos, las realizaciones y luchas, los diferentes modos de alzar la voz propia y colectiva. En ese momento fueron las canciones de Alberto Muñoz las que me sirvieron para expresar un primer grito de libertad a través de “Mamá, deja que entren por la ventana los siete mares”, donde decía que la vida empieza cuando se empieza a vivir la vida. Todos comenzamos una nueva vida en esos años 80. Luego cada tiempo tuvo su condición y sus oportunidades. De todos modos siempre fue ese fuego inexplicable el que me hizo seguir haciendo, soñando música y poesía, propia y ajena, con el único móvil de soltar la voz y conocer lo que traía para transmitir. Ese sólo acto, esa intención, fue impulsando a través de los años una búsqueda que a veces fue por los bordes y a veces por el centro del torrente, siempre con el afán de desprenderse de estereotipos. Este momento me encuentra en sincronía con los tiempos y espacios que habito, con ganas de seguir trabajando sobre la voz, mía y de otros, para seguir soltando los misterios que guarda. Conocernos a través del sonido es una hermosa manera de sincerarnos. La música, además, es lo más ecuménico que hay y eso lo celebro cada día. Elegí enseñar desde hace muchos años, y ese acompañamiento también fue para mí como artista, donde siento que conservo un amateurismo, me gusta tomarme el tiempo y cocinar tranquila.
Canciones como senderos
-¿Cómo aparece “Pistas” y por qué motivo lleva este título?
-El disparador de esta búsqueda fue un texto de Julio Cortázar llamado “Me caigo y me levanto”, que en esta etapa hicimos en vivo con Facundo Guevara en cajón, compañero de música de varias vidas. Y le fui dando forma al repertorio durante el año 2022, en recitales que hicimos en Pista Urbana, un club de música muy lindo en San Telmo, con la incorporación de Guido Martínez en contrabajo y Alejandro Manzoni en piano. Justamente en esa búsqueda, las canciones fueron las pistas, los caminos, los senderos o el mar que navegamos cuando nos metemos en ellas. Fueron claves para llegar a lugares a los que de otro modo no hubiera podido llegar, ni descubrir. Si durante años el síntoma de sinceramiento de nuestros cuerpos fue la enfermedad, hoy siento que estamos buscando cómo curarnos en salud, o por lo menos eso vivo en mi mundo cercano y en el planeta que apuesta a la vida. Estas son algunas pistas que nos dejan los autores en este tiempo de cambio profundo.
Acertijos y luces
-El disco incluye diez canciones de autores contemporáneos ¿Cómo fue el proceso de selección? ¿Qué te motivó a elegir cada una?
-Las palabras y las músicas fueron como llaves, como herramientas, como acertijos, invitándome a sentir desde su punto de vista, invitándonos a encontrar la música de esos paisajes. Lo que desarrollamos con los músicos fue fundamental para el sonido y el carácter de este trabajo. “Reverdecer” (Perotá Chingó), “Vamos a levantarnos para ver las flores del jardín” (Edgardo Cardozo), “Por eso el canto”, (Nora Benaglia) “A pique” (Juan Quintero), “Fe” (Palo Pandolfo) se metieron en mi torrente sanguíneo para curar heridas colectivas. “El corazón es el lugar”, (Pablo Dacal), “Mi amor” (Florencia Ruiz) y “Lo peor” (Ezequiel Borra) las sentí en primera persona. El texto “El marco” (Georgina Hassan) es la historia de todos los que renovamos el amor por esta tierra, y por último hay una canción mía que le dediqué a Verónica Condomí, llamada “Vero Vero”. Son diez canciones de compositores argentinos. Cada canción trae consigo una pista sobre esos lugares de la espiritualidad que son el sustrato y la luz en nuestras vidas.
Folklore conurbano
-¿Por qué el disco invita a “celebrar una nueva canción argentina”?
-Hace unos años, en este siglo, estamos descubriendo ya dos o tres generaciones de creadores que no están formados con los estereotipos que tuvimos que romper nosotros. Hay una identidad musical argentina que atraviesa y contiene a los géneros, que sintetiza, como lo hizo en sus orígenes, cada una de las renovaciones en folklore, en el tango, en el rock. Las canciones con las que conecté y que componen este álbum son un poco así: folklore conurbano. Me dejé llevar por su modo de hablar sobre esa pasión por cómo nacer y renacer, decir gracias, jugar el juego, hacer los duelos, disculparse, volver a empezar o seguir si es lo que hace falta, no irse. Son todas pistas, no hay respuestas. A cada instante el que decide es el corazón en su más amplio sentido, no hay ideas fijas. Desde el humor de Juan Quintero o Ezequiel Borra, a la religiosidad de Cardozo y Palo Pandolfo, al centro de la historia con Perotá Chingó o Florencia Ruiz, y la metafísica de la tierra con Nora Benaglia, Georgina Hassan y Pablo Dacal, sólo tengo un profundo agradecimiento a los compositores.
Alma y vida
-¿Cómo podrías sintetizar el aporte que hicieron Facundo Guevara en percusión, Guido Martínez en contrabajo y Alejandro Manzoni en piano?
-El aporte de los músicos fue fundamental, nada de todo esto hubiera sucedido sin la vida y el alma que cada uno puso en su toque. Es una gran felicidad para mí salir de atrás del piano y ocupar el espacio escénico y cada vez que tocamos van apareciendo cosas nuevas. El álbum está grabado en directo, tocando todos juntos, porque fue así que se abrió el juego que hará que las versiones sigan creciendo en los futuros recitales.
Foto: Gentileza producción
Lo que viene
-¿Qué proyectos aparecen en el horizonte?
-En principio presentar este trabajo en vivo, ya tenemos algunas fechas previstas. Tengo varias canciones nuevas y viejas que quiero ver cómo suenan con este supergrupo. También sigo en la radio Folklórica Nacional, este año en vivo los martes de 19 a 21, en un programa compartido con queridas compañeras llamado Ella Sabe. Siempre hago base en las clases en mi estudio y estoy con planes de repetir un curso on line que tuvo muy buenos resultados. Formar parte de esta rueda de aprender y enseñar es lo que me da sentido, incluso como artista. El arte que viene es parte de la persona que somos, amarse como a Dios es la tarea.
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