Fernando “Quena” Taborda tiene listo nuevo álbum de estudio, que lleva por título “Bitácora”. Al frente de una agrupación poco frecuente (cuatro bandoneones, violín eléctrico, guitarra eléctrica, contrabajo y batería) generó un sonido que trabaja sobre la fusión de varios géneros (aunque a él no le gusta hablar de este concepto): tango, jazz, candombe, rock. Para los viajeros, el diario de bitácora es un registro de lo más destacado del viaje. En el disco, Fernando da cuenta del suyo. “En tiempos de vidas digitalizadas, de sobre-entretenimiento y poses para el afuera, la emoción común pasa a ser una rareza. Y sin embargo es algo que está en todo ser”, afirmó en una entrevista concedida a este medio.
Fernando “Quena” Taborda es músico de tango, bandoneonista, compositor, profesor y arreglador. Trabajó con artistas del género como Rodolfo Mederos, José Ángel Trelles, Alberto Cortez, Ariel Ardit y más. Actualmente, forma parte de su propio sexteto, el Dúo Zambrana-Taborda, La Cachiporra Tango Fusión y la Orquesta Típica de Rodolfo Mederos. Da clases en varias instituciones, participó en festivales, tiene una amplia discografía y colaboró en proyectos de otros artistas.
“No me interesa hacer música que necesite un manual de instrucciones para ser escuchada”, enfatiza Taborda. Foto: Gentileza producción
-El nuevo álbum de estudio presenta una agrupación musical peculiar y un sonido singular que abarca varios géneros. ¿Cómo describirías la fusión de estilos que encontramos en este disco?
-No pienso demasiado en la fusión, porque no parto de una definición de géneros. Así como en la sociedad hay un fluir natural hacia dejar de definir a las personas por su género, creo que sucede lo mismo en la música: la música es música. En todo caso lo que sí podría definir es una personalidad-lenguaje propio, que seguramente aportará una impronta determinada a todos los temas, cualquiera sea su forma. Ese lenguaje es una construcción personal, un territorio explorado y descubierto desde mi intuición, desde mis valores estéticos y con el bagaje de toda mi experiencia musical previa. La premisa más fuerte en esta etapa ha sido estar abierto a probar, incorporar y reformular todo lo que resuene con mi búsqueda desde la honestidad creativa, pero siempre desde un eje propio. Bitácora es la síntesis de todo eso.
-En tu viaje musical personal, lograste plasmar emociones universales como el amor, la soledad y el deseo en tus canciones. ¿Cómo hacés para que tu música conecte con la audiencia desde esos temas?
-Justamente creo que es la universalidad de esas emociones la que permite la conexión. En tiempos de vidas digitalizadas, de sobre-entretenimiento y poses para el afuera, la emoción común pasa a ser una rareza. Y sin embargo es algo que está en todo ser. Esa emoción que yo transito al crear la música funciona como un espejo de lo que el público ya tiene en su interior. En ese punto, nuevamente, lo de la honestidad creativa es clave. No intento que mi música tenga más o menos de algo. No me interesa hacer música que necesite un manual de instrucciones para ser escuchada. Es música humana, imperfecta, emotiva. Si sobre eso hay una complejidad o no, no es lo que me desvela. Hago la música que a mí me conmueve. No se me ocurre algo más honesto que eso.
-Además de tu carrera como solista, colaboraste con artistas del tango y participaste en festivales y escenarios internacionales. ¿Cómo influyó esa experiencia en tu música y en la creación de este álbum?
-Todo lo transitado en los caminos tradicionales ha sido nutrición. Esos grandes tangueros que hoy encuadramos en lo tradicional también hicieron revoluciones musicales en su tiempo. Cada cual aportó su impronta con entrega y convicción. Tuve la fortuna de compartir escenarios, ensayos, giras con artistas inmensos que han sido grandes maestros. Y también salí sólo a ganarme la vida con mi bandoneón en una aventura de vida en la que me crucé y compartí con unos personajes divinos de la escena under rockera y jazzera en el interior. Creo que lo que aprendí de todos ellos es ese espíritu creativo, la solvencia de estar tranquilo con estar haciendo lo mejor que uno puede hacer en cada momento. Los grandes en todos los géneros, casi diría en todas las disciplinas del arte, en general parten de lo más tradicional como trampolín hacia su propio lenguaje. Aunque la sonoridad sea diferente a la de los que me enseñaron, en un punto estoy continuando ese legado, ese ejercicio de búsqueda y creación. Yo necesitaba mi propia música. empezó a asomar tímidamente en el trabajo anterior, y creo que en “Bitácora”, tal vez también con otra madurez personal, me animo a hacer lo que quiero, no desde la rebeldía, sino abrazando todo lo transitado.
-¿Cómo y en base a qué claves invitarías a los oyentes a entrar en tu música y a experimentar la ‘travesía musical’ que creaste en "Bitácora"?
-Como mencionaba antes, es música sin instrucciones. No hace falta ser un erudito musical para acercarse a ella, ni un cazador de modas. El único requisito es querer escucharla, dejarse llevar, dejarse emocionar, sorprender, agitar, sacudir, enojar, enamorar o lo que sea que esta música despierte.
“No me interesa hacer música que necesite un manual de instrucciones para ser escuchada”, enfatiza Taborda. Foto: Gentileza producción
-¿Podrías hablarnos sobre tus próximos planes y proyectos musicales? ¿Hay alguna colaboración o proyecto especial en el horizonte?
-El proyecto es el presente. Toda esta música que está en “Bitácora” es presente y a la vez ya es pasado, ya abre camino a otras ideas que mientras sucedieron las grabaciones, los ensayos grupales, la práctica personal y la vida misma, van tomando forma. La pandemia nos puso forzosamente de cara al presente, y ha sido un gran aprendizaje: el plan es crear hoy, escribir hoy, tocar hoy, ser hoy. Profundizando en las ideas, en los vínculos creativos, y en esta premisa de abrir a todo lo nuevo y bueno que surja o hagamos surgir.
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