“Esplendor", un poemario creado con jirones de vida
Diego Fleischer, novelista y guionista santafesino radicado en Buenos Aires, volvió a su ciudad natal para presentar su primer libro de poesía. Dividido en tres partes, que dialogan entre sí, recorre 30 años de vida que van desde la adolescencia y el despertar sexual, hasta los aprendizajes de la madurez.
Actores y actrices le dieron voz y cuerpo a los textos de Diego, en una cálida puesta en escena. Foto: Gentileza Jorge Anichini
Aunque escribe poesía desde hace décadas, el santafesino Diego Fleischer recién publicó su primer poemario, “Esplendor”, con más de 40 años de edad. No sólo porque se focalizó en su labor como escritor de novelas, obras de teatro y guiones para cine y televisión. Sino porque recién en esta etapa de su vida adulta encontró la coyuntura que le permitió enfrentar, sin evasivas, ese material que construyó a lo largo del tiempo. Una tarea ardua, si se considera que las poesías de Fleischer están construidas, para usar una metáfora lo más categórica posible, con jirones de vida.
“Esplendor” es una historia con resonancias atemporales sobre los vínculos y el autodescubrimiento. Foto: Jorge Anichini
“Esplendor” es una historia con resonancias atemporales sobre los vínculos y el autodescubrimiento. El retrato de una vida contemporánea que se hace universal a partir de su hondura y su apelación constante a experiencias que son comunes a todos los seres humanos. Cualquier lector se puede sentir hermanado con Diego si decide asumir el trabajo (no exento de incomodidades, como siempre ocurre con la buena literatura) de adentrarse en sus textos.
La propia estructura del libro es una primera interpelación al lector, ya que no hay una lógica de linealidad. Todo gira en el sentido contrario a las agujas del reloj: empieza en 2021 y llega, en tres ciclos, hasta 1989. De hecho, las primeras páginas del libro se estructuran sobre el Tercer Ciclo, titulado “La corrección del alma”, que abarca desde el 2021 hasta el 2001. El Segundo Ciclo va del año 2000 a 1999 y el Primer Ciclo, de 1998 a 1989. En cada uno de ellos, Diego intenta a través de las palabras dejar un registro, por momentos más fresco, en otros más denso, de vivencias y sensaciones.
La propia estructura del libro es una primera interpelación al lector, ya que no hay una lógica de linealidad. Foto: Jorge Anichini
La presentación santafesina de “Esplendor”, se produjo en el Teatro de la Abadía, en el norte de la ciudad. En ese espacio, el autor no estuvo solo: un grupo de actores, actrices y músicos (Silvina Gómez, Lucía Cueto, Adriana Rodríguez, Laura Aguzín, Iván Rojas, Octavio Bassó, Miguel Pascual, Gabriela Peirano y Victor Malvicino) dirigidos por el anfitrión, Walter Alemandi, le pusieron voz y cuerpo a sus poesías. En medio de lo cual el propio autor brindó ante el público presente detalles del proceso creativo a través del cual se gestó el libro. Y como, junto a “Esplendor”, nació también la editorial Gombos, cuyo nombre rinde homenaje al abuelo de Diego que luchó durante la 1ª Guerra Mundial para el imperio austrohúngaro y escribía poesía en la trinchera.
Palabras liberadoras
En los textos elaborados por Diego hay amor: “Es indispensable el amor para que la fruta humana fermente y se haga vino, para que uno brinde a otro lo que el dinero no protege”. Hay soledad: “Todos, en miles de noches, cada noche, aunque hagan pista y representaciones, aprenden que están solos y que la única salida es comprender su soledad y todas las miles otras”. Y miedos: “Es entonces la verdad de nuestra especie: humanos desabrigados de pasión, insolentes hedonistas detestables de tantos Dragones en un solo, y recién nacido, corazón. Te quiero lejos, lejos, tan lejos que no me pidas. Quizás en otra vida podremos amarnos. Esta noche te llamo Terror”.
Los artistas que se sumaron a la puesta en escena. Foto: Jorge Anichini
Hay ausencia: “Esta mañana no vuelan recuerdos, sólo se escucha la baba eterna de la especie humana en solitaria esfera. Y en mí, la dicción de la ausencia”. Memoria: “Para perforar tu persistente recuerdo derramo minutos al amanecer, arqueo la diferencia de los mares corporales en la tibia leche de las olas del tiempo y soy la corriente de tu espumosa sal, abandonado por el cuero del viento”. Desesperación: “¡Encontrarme un fondo para no ahogarme en el foso! No soñar, no, dejar volar el sueño a otro sueño. Escribir y amar cada verso”.
La presentación fue en el Teatro de la Abadía. Foto: Jorge Anichini
Pero la búsqueda en esos terrenos sinuosos también tiene algo emancipador, de plantarle cara a la angustia existencial. En “Esplendor”, subyace la idea de que la palabra es sanadora. Cómo escribió alguna vez la poeta Alejandra Pizarnik: “Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa”.