Gabriela Schuhmacher: entre la pintura y la poesía en su nuevo libro
La poeta santafesina acaba de publicar su quinto libro: Tres holandeses, obra merecedora del segundo premio del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes 2022. Un diálogo a cielo abierto para El Litoral.
"Tres holandeses" es el quinto libro de poesía de Gabriela, un trabajo que comenzó a escribir a fines del año 2019, y que presentó en el 2022 al concurso anual de Letras del Fondo Nacional de las Artes.
Gabriela Schuhmacher (1970) es una poeta santafesina que ha obtenido el reconocimiento de la Mención honorífica por obra inédita del “Premio provincial de poesía José Pedroni” en el año 2019 por el poemario Golpe de Frío que publicó dos años más tarde. Para entonces, ya habían dado a luz los poemarios Cantos del norte (2016), Puros e Impuros / Extensos Óleos (2018) y Ahogada en otro Tíber (2018), este último con Beca Creación Fondo Nacional Artes (FNA) de por medio.
Tres holandeses es su quinto libro de poesía, un trabajo que comenzó a escribir a fines del año 2019, y que presentó en el 2022 al concurso anual de Letras del Fondo Nacional de las Artes, obteniendo el segundo premio en su categoría. El diseño editorial está a cargo de Ediciones del Dock e integra la colección Pez Náufrago.
En primera persona
-¿Cómo nace la lírica de los poemas que componen "Tres holandeses"?
-La sintaxis visual y las atmósferas de Brueghel, Rembrandt y Vincent van Gogh, me cautivaron siempre y, tras largos años de volver sobre sus obras, elegí conectarlos acorde a como resonaron conmigo, con la osada pretensión de reponer sus voces y de conjugarlas. Pues bien, la verdad es que sólo podemos hacer que sean nuestros cuadros los que hablen, es la frase de Vincent más significativa para comprender las reticencias de la palabra. Entonces, entre admiración y merodeo inexplicable, apareció el desafío y la intención de tomar sus voces. Accedí a ellas mediante el misterio de sus creaciones, desde sus propias tintas y paletas de colores, en la mezcla incomprensible de materia que mancha, quiebra e ilumina los sentidos más ocultos, aferrados a lo que del habla se escapa, irremediablemente.
-¿Recordás ese momento en que el libro se comenzó a gestar?
-Para precisar el momento de nacimiento de los poemas que integran "Tres holandeses", me gustaría comentar que, como sucede en todos mis libros, esto ocurre cuando aparece la voz que los va a escribir, así mi yo poético se desplaza hasta desaparecer casi por completo, como parte de un orden natural, cuyo fundamento o lógica, desconozco. A partir de Golpe de frío, donde aparecen ciertas marcas autobiográficas remotas, me encontré con un sesgo narrativo que no había internalizado hasta entonces en poesía. Así, a fines de 2019, retomé la exploración de voces provenientes de pintores, algo que ya despuntaba en Extensos Óleos, pero en esta oportunidad, con una escritura poética en prosa.
Por otro lado, en Tres holandeses, redoblo mi interés en el rescate de bibliotecas dispersas en mi mente, esos conjuntos de libros más o menos catalogados en la memoria, que acompañaron algunos descubrimientos iniciáticos en el campo de las Artes Visuales y aquellos que profundizaron el discurso en torno a la pintura. A la vez, conservo libretas con apuntes sobre observaciones espontáneas que surgieron al detenerme, en diferentes ocasiones, frente a las obras de estos tres pintores, algo así como un archivo discontinuo y caprichoso, un collage de dilaciones.
-Tres holandeses es un libro que trasluce mucha investigación de fondo
-Sí, paralelamente, fue mayor el tiempo dedicado a la investigación, a anexar volúmenes inhallables y, finalmente, a enfrentar lo más difuso o legendario de cada voz. Detecto, como sucede en mis otros libros, que es allí donde empiezo a convivir con los equívocos, las vaguedades, los márgenes de las historias, las fisuras que proporcionan un sin-sentido en algunas traducciones y en las reproducciones de cuadros. Explorar y desestimar es una práctica severa, no me interesa comunicar aspectos teóricos, ensayísticos, explicativos. Es en esos resquicios, donde comienzo a nombrar, como si balbuceara una lengua nueva que arrastra, inevitablemente, ciertas particularidades derivadas de mi subjetividad; la frontera no es infranqueable en términos absolutos. Entiendo, al comenzar cada proyecto, que desmenuzar la realidad sitúa al corpus literario en una arista que juega con la recreación de los hechos y los tensiona hasta falsearlos si es requerido. En consecuencia, asumir el riesgo revitaliza la escritura o la paraliza, de ello depende si logrará irrumpir el universo poético buscado o si será malogrado antes de nacer.
Gentileza
-¿Cómo está formado el libro?
-El libro está dividido en dos partes, en términos pictóricos, estaríamos frente a un díptico: a un lado o primera parte se ubica “Teatro Brueghel” y, al otro lado o segunda parte, “La tierra de los cuadros”. Pieter Brueghel el Viejo corre el telón y se interna en múltiples escenas, en la vida rural, en problemáticas de su época. Lo más atractivo de su biografía son los datos faltantes e imprecisiones. Es su colega Karel van Mander quien registra su nacimiento en Brabante Septentrional, razón por la cual, es considerado holandés -según el habla corriente- aunque, como sabemos, el desarrollo de su arte se da en Flandes en el siglo XVI, en medio de inclemencias climáticas, rebeliones y guerras. Los misterios, la religión, la muerte, las creencias populares, los talleres de oficios y el arte de los oficios, van entramando los poemas.
La segunda parte del libro, se presenta como un diálogo entre Vincent van Gogh y Rembrandt. En realidad se trata, al igual que en la primera parte, de un monólogo, pero en este caso, acontece “a dos voces” en la imaginación de Vincent van Gogh. A partir de la relectura de Cartas a Theo, las anotaciones de Vincent abren las puertas al tono y a la entonación que vincula a ambos: el de la vieja Holanda de la que nunca salió Rembrandt y aquella evocada por Vincent en sus viajes, a través de estampas y pinturas de sus maestros. El barroco de Rembrandt del siglo XVII y el post impresionismo de Van Gogh en el XIX, borran las barreras temporales e improvisan, la celebración de una amistad discípulo-maestro, si se quiere, espectral.
Procesos creativos
-¿En tus procesos creativos, dónde encontrás lo poético?
-Encuentro “lo poético” al encarnar la alteridad de la primera persona. Cuando llego a ese punto, la escritura fluye y no se detiene. Migrar y abandonar lo conocido se enlaza a un movimiento de trazado concreto de rutas de viaje, a la contemplación de mapas y a la experiencia de ser itinerante, perspectivas que me generan mucha libertad. Disfruto, fundamentalmente, cuando se instala una red de personajes poema a poema, voces que van manifestándose en la misma boca de la voz principal. Reconozco que mis poemas se ubican por fuera de la realidad cotidiana, que no responden a una poética del yo y, que por consiguiente, reflejan una traslación constante. Desde mi primer libro a la fecha, “hice hablar” a: ancestros, insectos “bíblicos” disecados dispuestos en cajas entomológicas, pinturas y pintores.
-¿Hay una voz en el procedimiento de creación?
-En cuanto al procedimiento de creación, siento una marcada similitud entre la encarnación de una voz en un cuerpo textual y la personificación en una obra teatral. Al tratarse de voces vinculadas a la mirada y al arte de pintar, me resulta imposible escribir sin mimetizar las palabras con planos y matices: hallo placer en la práctica y en el oficio, si se quiere paciente, de la otredad en el lenguaje.
-¿Tenés una modalidad particular de trabajo?
-Mi modalidad de trabajo en escritura responde a un trabajo en serie o secuencia y es similar a lo que experimenté, años atrás, en pintura; un cuadro dando origen a otro cuadro hasta la pincelada final. El derrotero de la creación muestra una dinámica única e irrepetible, propia de cada artista, allí se delinea la identidad; no adhiero a los conceptos de “un estilo logrado”, “alcanzar una voz propia”, para adjudicar solidez a un recorrido, pensar en ello me limita. Mis libros son todos muy diferentes, cada voz escribe y define una determinada forma literaria, no obstante subyace en ellos, como hilo que los une, lo que mencioné anteriormente. Finalmente, si tengo que sintetizar, diría: la identidad de un poeta, lejos de existir previamente, es lo que sucede mientras se escribe.
En "Tres holandeses", sin dudas, se exploran problemáticas del arte relacionadas a aspectos troncales de la vida, a pesar de la distancia temporal y geográfica, con pasajes reflexivos sobre la transmisión del legado a través del paso de las generaciones.
Es mi deseo que el libro encuentre a sus lectores y que dialogue con ellos ampliando sus fronteras.
Un constante trabajo
-¿Qué significó la premiación en el concurso del FNA?
-La presentación del libro al concurso de Letras del FNA aquietó las voces, luego de obtenido el premio fue necesario encarar la edición, esa etapa siempre es muy complicada, exige una presencia rigurosa, cuando en verdad prefiero sostener una lejanía. Ante el libro editado, siento que lo escribió otra persona, sin embargo, si escucho a alguien leer uno de los poemas, siento que retorna algo que me es familiar, algo que me recuerda, paradójicamente, que el olvido es un movimiento infinito hacia la muerte y que disemina, al azar, pequeñas y sutiles incandescencias.
El reconocimiento del FNA, me incentivó a agregar una placa a este díptico, a proseguir con esta escritura desvinculada de un lenguaje de proximidad con mi realidad. Es así que ya casi está terminado un libro sobre un pintor imaginario que a su vez se desprende de un texto de alrededor de 1800. En paralelo, continúo con la escritura de otro libro que reúne voces que se corresponden a la historia y al paisaje de mis antepasados de origen alemán. En otra línea de trabajo, llevo adelante una investigación que obtuvo la Beca a la Creación en Letras FNA 2022 para abordar la obra de Beatriz Vallejos durante el período 1946-1952.
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