Estrenan "La malasangre": un grito contra la represión
En una nueva interpretación del texto concebido por Griselda Gambaro a principios de los 80, un grupo de artistas santafesinos se hace eco de su mensaje de denuncia sobre el abuso, la violencia y el autoritarismo.
Los actores y el director, quienes llegarán a la instancia de estreno luego de un trabajo que arrancó en 2022. Foto: Gentileza Martín Bayo
Hace poco más de cuatro décadas, el 17 de agosto de 1982 subía a escena, en la sala del Teatro Olimpia de Buenos Aires, “La malasangre”, de Griselda Gambaro. Trataba temas como el autoritarismo, el miedo, la represión, la violencia contra la mujer, el deseo, el olvido y la memoria. Ambientada en tiempos de Juan Manuel de Rosas, es la historia de un amor que choca con las costumbres, los prejuicios y el “deber ser”, donde la protagonista tiene que alcanzar su identidad y libertad en un contexto adverso.
Desde el convencimiento de que “La malasangre” es una obra que adquirió el rango de “clásico” del teatro argentino por su capacidad para abordar temas universales, un grupo de artistas santafesinos decidió llevarla a escena otra vez. Así, el sábado 9 de septiembre, a las 21 llega al escenario de Loa Espacio AGM (25 de Mayo 1867). El elenco lo integran Claudio Paz, Exequiel Maya, Ana, Paula Borré, Luciana Lezcano, Alexis Lasso y Adriana Rodríguez.
Proceso y punto de partida
En este proyecto, el mencionado Exequiel Maya cumple un doble rol: actor y director. En diálogo con este medio, repasó el proceso que lo llevó a elegir el texto de Gambaro. El primer contacto con el material fue hace más de 15 años, cuando era alumno de la Escuela de Teatro. De allí surgió el interés en asumir el personaje de Rafael, el preceptor, profesor de la joven dueña de casa, que tiene una condición física especial, es jorobado. “En ese momento no creo haber tenido una profunda comprensión de la temática de la obra, como quizá pueda tener hoy. Lo que me atraía era la armadura de los personajes, sus vínculos y el entorno opresivo y de violencia al interior de la casa”, expresó.
A lo largo de los años, Maya se fue dando cuenta de por qué ese material tiene un vínculo cercano a él. Pero el disparador principal fue una situación no vinculada con la obra en sí. “Soy profesor de historia y en una de las instituciones en las que trabajo el vicedirector me comentó el año pasado si no me interesaba recibir como regalo un piano, dado que yo hacía puestas en escena. Un piano viejo, por supuesto, bastante lastimado. Yo ya estaba pensando en dirigir un nuevo material después de ‘Esperando la carroza’ y no me había decidido por cuál. El ofrecimiento activó el recuerdo de ‘La malasangre’ porque uno de los personajes, la madre, sufre violencia doméstica de parte de su esposo y hay una escena en la que ella toca el piano y él no se ve en escena, pero está el recuerdo: sabemos que le golpeó las manos con la tapa del piano entre otras tantas situaciones de abuso”, explicó.
Un tema que sobrevuela
A su vez, Maya descubrió al desarrollar esta puesta que una de sus marcas como director es la aparición del tema de la represión. “La primera obra que escribí y dirigí fue ‘Casi sin querer’, tres historias que se vinculan a partir de un accidente doméstico. En la primera de esas historias aparece una mujer autoritaria que todo el tiempo abusa psicológicamente de su hermana. La segunda obra que dirigí era sobre una identidad lésbica reprimida por condicionamientos sociales. Luego dirigí una obra de Federico García Lorca que es la casa de Bernarda Alba, que obra aborda el tema de la represión”, recordó.
Griselda Gambaro, autora de la obra. Foto: Télam / Archivo
“La cuarta fue ‘Esperando la carroza’, que tiene que ver con la represión porque hay dos figuras que son, de algún modo, símbolos del proceso. Por un lado Elvira, que en la película de Doria no se muestra tanto en su costado fascista, pero que en el texto original sí. Es una persona racista, autoritaria y violenta. Antonio, que en la película es interpretado por Luis Brandoni es una persona que tiene una relación velada con el proceso y así se enriqueció”, agregó. “A medida que voy comprendiendo más el material y lo voy actuando y voy dirigiendo a los actores, me doy cuenta que hay muchos puntos de conexión entre el texto de Griselda Gambaro y los otros que dirigí”, remarcó.
Contextos y relecturas
“La malasangre” es un texto de denuncia, a pesar de que está ambientado en la época de Rosas. “Es muy interesante el contexto en el que Griselda Gambaro lo escribe, en 1981, luego de haber vivido la experiencia del exilio. Quería denunciar el tema de la represión y la dictadura, pero no lo podía hacer de manera directa porque todavía, aunque debilitados, los militares estaban en el poder. Entonces lo hace trasladando el conflicto a otra época histórica. Eso me parece una genialidad”, analizó Maya.
Por último, señaló que, dado que uno de los subtemas que aborda la obra, en tono de denuncia, es la violencia ejercida hacia la mujer (en este caso, de Benigno hacia su esposa) es propicio hacerlo en un contexto como el de esta “cuarta oleada feminista”. El convencimiento está claro, es que el teatro puede incidir para cambiar realidades.
Los créditos de la obra se completan con la escenografía del propio Maya, el diseño lumínico y operación de luces y sonido de Maximiliano Mazzei y Jaquelina Abrigo, el diseño y realización de vestuario de Mery Abrigo, la asistencia técnica de Alejandro Maidana y Virginia Basualdo, la fotografía de Martín Bayo, el diseño gráfico de Pablo Damiani, la prensa de Rosana Balbuena y la asistencia de dirección de Abrigo.
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