"Betty Sture generó un semillero de artistas de proyección internacional"

Este viernes 29 de abril, se celebra el Día Internacional de la Danza. Y hablar de esa disciplina en Santa Fe remite inevitablemente a la figura de María Elizabeth Sture. “Betty”, para los que la conocieron y admiraron su trabajo. La profesora y directora del Seminario Provincial de Ballet falleció el 12 de enero pasado, pero dejó una marca indeleble entre los bailarines y bailarinas que moldeó a lo largo de los años. Es por eso que este viernes, en coincidencia con la efeméride, tendrá lugar una gala homenaje organizada por el Centro Cultural Provincial, el ámbito donde Betty desarrolló su prestigioso ámbito de formación. La actividad, que cuenta con el apoyo de un grupo de sus exalumnas, se realizará desde las 21 en la sala ubicada en Junín 2457. Además, en el hall se podrá observar una muestra de fotografías y vestuario.

Demián Sánchez, director del espacio donde se concretará la propuesta, recordó a Sture, con quien compartió muchas horas de trabajo mientras se desempeñaba en las áreas técnicas de la sala. “Nos puso una vara alta. Tenía un nivel de exigencia que uno fue trasladando paulatinamente a todo. Y generó en Santa Fe un semillero de artistas de proyección internacional”, indicó Sánchez. Y destacó de qué manera el proceso que Betty empezó a construir hace muchos años en el seminario tuvo una especie de corolario cuando la santafesina Camila Bocca, que estudió en el Seminario Provincial de Ballet, interpretó a Giselle en la obra homónima que se puso en escena en el Teatro Colón de Buenos Aires. “Ese era el gran sueño de Betty, que no pudo ver. De algún modo, en esa bailarina que encarna un personaje icónico del mundo de la danza, están todos los artistas que pasaron por el seminario”, sintetizó Demian.

Maestra del alma

Paula Ferraris, bailarina del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín de Buenos Aires desde hace 8 años, forma parte del vasto plantel de artistas que tuvieron a Betty Sture como formadora. “La recuerdo como una mujer de carácter muy fuerte y tesón aún más fuerte. Con valores y principios muy tajantes y hermosos y una generosidad absoluta”, describió. La definió como su “maestra del alma”, a quien le debe mucho de lo que hoy es. “Sembró en nosotros la esencia de la danza. Con sus herramientas, intentó traspasar sus conocimientos, de modo tal que tuviéramos con qué enfrentar nuestras carreras. Recuerdo con muchísimo amor sus intentos para que le diéramos valor a la disciplina, para que atravesara todo nuestro recorrido. Ese era, creo, su mayor deseo, que fuéramos disciplinados. Sus enseñanzas eran enormes, sus intenciones fantásticas, nos enseñó sobre el trabajo y el esfuerzo”, apuntó.

Conexión con un mundo mágico

Noel Sbodio, que también fue alumna de Betty y tuvo un destacado paso por el Instituto del Teatro Colón, manifestó que la figura de Betty resume como, desde chicas, tenían la vocación de bailarinas. “Ahora que pasó tanto tiempo y vi varias generaciones, veo que eso estuvo marcado muy tempranamente por ella. Betty nos llevaba a Buenos Aires a tomar clases con Olga Ferri, que era su maestra y al Colón. Ahí llegamos a conocer a Paloma Herrera. Era la magia de ver trabajar a gente talentosísima. Betty era el contacto con ese mundo. Era entrar a un mundo mágico. Recién de grande lo supe dimensionar. Es que, a quienes estamos en esto, nos une algo muy fuerte que es el amor por la danza”.

Tierra fértil

Lucía García Puente, otra de las artistas formadas por Betty aseguró que el recuerdo de la profesora es muy fuerte. “Una se va, da vueltas por el mudo, por ciudades, por estilos, por técnicas, por otros roles dentro de la danza, que no solo es bailarín o bailarina, y vuelve siempre a la semilla, a la tierra fértil que en su momento dio tremendo fruto”, manifestó. Para ella, participar en la organización de la gala y de la muestra que se montará especialmente para recordar a Betty fue muy simbólico, por la posibilidad de conocer su historia completa. “En una entrevista que encontramos, ella cuenta que siempre soñó con ser maestra. Es muy hermoso escuchar como ella se conectó con el arte, gracias a su padre, que la llevaba a ver óperas. En esa entrevista, Betty cuenta que ella no cantaba porque era un perro, pero que se volcó a la danza porque le parecía un arte sublime. Es que era su vida”, cerró.