Podríamos poner otro título: Las Brujas hacen milagros. Y otro: Cinco Brujas se divierten por las noches. Cinco Brujas hacen maravillas. Las Brujas invadieron Mar del Plata. Habría más. Sugieren – todas – otra cosa: Anticipo la obra no está cerrada, por mejor decir, la puerta no está cerrada: “cosa ‘e Mandinga... ”. las Brujas no pueden morir, siguen creyendo en ellas.
“A 34 años de su estreno, ocurrido en 1991, la obra de teatro ‘Brujas’ se despedirá definitivamente de los escenarios en Mar del Plata, ciudad que la vio nacer”. (eso dicen).
“Las actrices Nora Cárpena, Moria Casán, Graciela Dufau, Luisa Kuliok y María Leal realizarán, en el escenario del Teatro Atlas el festejo, celebrarán el largo camino de la pieza, cuyo elenco original estaba formado por Thelma Biral y Susana Campos”. Sus remplazos: Kuliok y Leal (esto es rigurosamente así).
“Imperecedera, angelada, ‘Brujas’ es la historia de cinco ex compañeras de un internado religioso que se encuentran muchos años después para develar secretos bien guardados”. Esto es “sinopsis”.
“Entre mujeres”, posteriormente retitulada como “Brujas”, es una obra de teatro, de Santiago Moncada, estrenada en 1988. España.
“Tras 25 años de separación, cinco mujeres, todas ellas antiguas alumnas de un colegio religioso, se reencuentran en casa de una de ellas, lo que les permitirá relatar su trayectoria vital y evocar su estancia en la escuela, percibida de modo distinto por cada una de ellas: Elena, la anfitriona, casada con un alto ejecutivo, Carlota, escritora bohemia, Luisa, prostituta de lujo, Hortensia, felizmente casada y Amelia, abogada con dificultades en su matrimonio”. Esto es resumen. El resto es brujería.
Todo es brujería
Apenas en el Teatro Atlas se apagan las luces, en una sala llena de historia, la historia del teatro, aparece esta historia de magia y eternidad: “Brujas”, como se la retituló, es un clásico de la comedia argentina. Allí se conjuraron. Volvieron. Allí están.
Fue rara en su origen y lo sigue siendo. Sólo mujeres. Diferentes. Divas. Subidas a su ego. Era y es una apuesta que debe vencerse cada día, perdón, cada noche. Debe entenderse que sucede por una razón: todo es brujería. Se diría que Thelma, Titino Pedemonte, Guillermo Bredeston, de algún modo también están.
Según pasan los años
Tomado de un tema de la década del ‘40 (“As time goes by”) el subtítulo lleva a la evocación. Hay dos cambios que la vida obligó a que se hiciesen, pero hay otro cambio que resulta inatajable: el tiempo.
Han pasado años. Deben lucir “otros modelitos”. Se puede escribir, después de verlas, que han ganado en manejo de escenario y en cómo sobrevivir. Debe agregarse que suman vida y vida y vida y cada gesto acompaña la comodidad de estar, sin miedo, en la piel de cada una de estas señoras que se encuentran en aquello que fueron y lo que traen con ellas. Toda actriz, todo actor sube con su equipaje. No es chico el bagaje de estas señoras. No lo pierden, le suman más recuerdos, sonrisas, pergaminos: aplausos.
“Nosotros los de entonces...”
Cuando Neruda sentencia que no somos los mismos trae sus argumentos. En “Brujas” aparece la vida de Argentina. No es visible, pero nos encontramos en ellas. No es esta nada más que una crónica sobre un espectáculo, pero un mínimo caminito debe señalarse: es un espejo que no atrasó ni adelantó, es un espejo que sirve para vernos allá y acá, por 30 años, y en cada gesto de las protagonistas aparece, a veces sin querer y siempre espontáneamente, para decirlo con más énfasis, aparece algo de nosotros que, en un tic, un gesto, una palabra de lo que sucede en el escenario se activa, despierta.
Ellas caminan por el terreno minado de nuestro pasado. Eso no se advierte hasta poco después de que, al terminar, repasemos qué fue lo bueno, lo que gustó, lo que volvieron a despertar.
Quién era Moria, sin dudas la verdadera abanderada del escenario, cuando la obra se estrenó. Quién era cada uno de los sentados en la platea. Estaban, están, llegan trayendo a sus familiares. Estamos nosotros allí, con la activa memoria presente.
Dónde estaba María Leal, que no es la actriz original, pero desarrolla un papel donde debe mezclar el ayer con el hoy y su vida de un modo formidable. Lo logra.
Esa inocente Nora Cárpena es aquella o es esta... la circunspecta Graciela Dufau se suma y son parte de un juego que nos obliga a ubicarlas en aquello que fueron por detrás de este escenario donde se encuentran -sin dudas- con todos sus fantasmas y que los han perdonado, me corrijo, que los han incorporado. Las “Brujas” traen sus fantasmas, los espolvorean, los ponen sobre sus espaldas y los pasean y es muy posible que estemos nosotros allí, casi con seguridad.
La suma de Luisa Kuliok trae un perfil definitivo de brujería que alcanza con comodidad. Ellas son Las Brujas. Ni Thelma Biral ni Susana Campos pueden, como queridos fantasmas que están ahí, que son parte del escenario, enojarse en el conjuro de esta Brujas.
“Ayer fue Primavera...”
No podemos escapar a la nostalgia. Qué hacíamos sobre el 1991. En qué primavera estábamos metidos, que ilusión nos tenía volando. Ese desafío aparece como el suplemento que suma a esta obra.
Las actrices deben saber que caminan por el filo del ayer dos veces: el texto es una evocación de un colegio secundario católico, un internado de señoritas, si quiere, manejado por monjas (Ay, Dios Mío...).
Se ha trabajado finamente con el bisturí. Actualizar sin amputar. Esa es una tarea y se realizó.
Es más difícil el filo mágico que puede cortarlas y desarmar todo. Ese es un filo que no hay dirección que resuelva, es el día por día.
Toda vez que se levanta el telón el asunto se presenta. Medirán ropaje, gestos, movimientos, lugares, el alto y el bajo de un tono y la interjección como el silencio de quien espera su parlamento. Cada día una actuación. Trabajo.
Hay otra tarea que debe realizarse noches tras noche (esa es la constancia del teatro: nunca es igual, no se puede) y es pararse frente al espectador, ese juez anónimo y sin apelaciones que medirá cuánto queda de los amores que tuvo, de las ideas que se forjó con estas “estrellas de nuestro teatro nacional”.
Estas Brujas saben que están rindiendo examen de teatro, de vida, de amores y de respetos. Son lo que tienen y la carga de cuanto fueron.
No podrían salir con vida y no lo hacen: se mueren en el escenario noche tras noche. “Se matan” hasta lograrlo: retornan sonrientes para un aplauso que indica que sobrevivieron.
Cosa extraña y milagrosa el teatro. Las Brujas entienden de qué se trata. Son lo que son. Aseguran que es el final, final, final. Desconfío, las Brujas no existen, pero que las hay... ¡las hay! Y entonces... quien puede decir que morirán. ¡Vamos!
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