Este sábado por la noche se proyectará en el Cine América “The Evil Dead”, de 1981. Esta película que Sam Raimi rodó en poco tiempo, con un presupuesto exiguo y con su amigo Bruce Campbell como protagonista, resultó clave para la evolución del gore, subgénero del terror que cosechó un gran éxito comercial desde la década del ‘70.
Bruce Campbell es el protagonista del film que se estrenó el 15 de octubre de 1981 y que se transformó en franquicia. Foto: Renaissance Pictures
¿Cuáles son las variables que determinan que una película le pueda ganar la pulseada al paso del tiempo? Se trata, está claro, de un fenómeno multicausal. Pero está claro que aquellos que logran comprender y dimensionar de un modo acabado las posibilidades que ofrece el medio en el cual se mueven tienen más chances de alcanzar esa suerte de inmortalidad que viene de la mano de los clásicos. Sam Raimi entendió esto en 1981 cuando rodó “The Evil Dead”, la película terrorífica de culto que se podrá ver esta noche, a partir de las 23.15 en el Cine América (25 de Mayo 3075) dentro de uno de los ciclos que impulsa la céntrica sala.
El cineasta (hoy reconocido mundialmente sobre todo por sus intervenciones en adaptaciones a la pantalla del universo de superhéroes del cómic como Spiderman y Doctor Strange), se valió de un presupuesto ajustadísimo, acudió a la ayuda de varios de sus amigos de la Universidad de Michigan y apeló todo el tiempo a la inventiva para exprimir al máximo los recursos que tenía a disposición. Pero, a cambio, logró subir un escalón privilegiado en la historia del cine de horror, a la altura de maestros como John Carpenter y Wes Craven.
Renaissance Pictures
Grupo en peligro
“The Evil Dead”, que en estas latitudes se conoció como “Posesión infernal”, cuenta una historia que hoy es un cliché, no así cuatro décadas atrás. Unos jóvenes viajan a un bosque para pasar el fin de semana en una cabaña abandonada. Encuentran un sótano donde hay un magnetófono, un cuchillo ritual y un libro antiguo. A partir de ahí, se desata una pesadilla que parece no tener límites.
Evocar solamente la sinopsis puede llevar al error de pensar que, por contener todos los ingredientes de la receta típica de una película de terror de clase B, “The Evil Dead” es un producto convencional. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que hay una casa embrujada, un ambiente natural no menos tenebroso, jóvenes apuestos, un demonio que se apropia de las personas, asesinatos, sangre, vísceras y toques de humor negro y hasta de sátira social. Pero todo está asociado a un uso hábil de la cámara por parte de Raimi. No solo por los ángulos imposibles desde los cuales plantea los planos, sino por los formatos a los que apela para mostrar la perspectiva de la entidad que persigue a los jóvenes.
Renaissance Pictures
Ritmo frenético
Bruce Campbell, al igual que la actriz Ellen Sandweiss, eran amigos de Raimi desde mucho antes de “The Evil Dead”. Cuando el actor evocó años después, en una entrevista, los pormenores del rodaje puso de relieve la genialidad de su creador. Reveló que la intención era “mantener el ritmo trepidante y que, una vez que empezase el terror, no se detuviera nunca, ya que cuanto más desmadrado, mejor”.
A lo antedicho, se puede agregar una referencia a la obra literaria de H.P. Lovecraft, en cuyos relatos aparecía con frecuencia la referencia al Necronomicón, el libro que aquí resulta mortal para los jóvenes turistas. Lo cierto es que todas estas premisas permitieron a la película situarse, como señaló Phelim O'Neill en The Guardian “por encima de la mayoría de películas de terror de los años 80”.
Convertida en clásico
Como suele ocurrir con películas de presupuesto exiguo y saldo muy positivo (otro ejemplo es “The Blair Witch Project”) con el paso de los años el universo de “The Evil Dead” se amplió a través de nuevas películas (estrenadas en 1987 y 1992) y con una serie televisiva que se emitió en 2015. No solo eso, revistas prestigiosas como Total Film, Time y Wired la incluyeron en sus listas de mejores películas de terror de todos los tiempos. Y, el año pasado, se publicó un cómic para celebrar el 40 aniversario de la primera película. Nada mal para un film que costó 375 mil dólares y se hizo como una forma de diversión entre un grupo de veinteañeros.