Ignacio Andrés Amarillo

Dancing Mood vuelve a Santa Fe para presentar “On the good road”, su nuevo disco. En exclusiva, El Litoral dialogó con Hugo Lobo (trompetista y líder del grupo) para adentrarse en este universo instrumental, bailable y pensado.

Ignacio Andrés Amarillo
El próximo domingo desde las 18, en el Mercado Progreso (Balcarce 1625), Dancing Mood traerá a Santa Fe las canciones de “On the good road”, la placa número 12 de la banda en 18 años de carrera, bajo la dirección artística y musical del trompetista, friscornista, fundador y arreglador Hugo Lobo.
Las anticipadas con descuento están disponibles en: Disquería Compactos (San Martín 2254), Breyer Disquerías (San Martín 800, Paraná), o por venta online en www.eventosensantafe.com.
Antes del desembarco, El Litoral dialogó con Lobo para conocer más sobre esta nueva etapa, su visión de la música y mucho más.
Nuevas ideas
—¿Cómo fue el proceso de gestación de “On the good road”?
—Es el segundo disco en nuestra carrera que trae temas propios casi íntegramente: de 13 temas hay 11 composiciones. Tanto en este como en el anterior me agarró en una racha compositiva, adrede, de esta etapa de Dancing Mood. Creo que está cumplido el objetivo que era mostrarle a los pibes compositores o músicos que quizás fuera del estilo no hubieran conocido: Charlie Parker, un montón de otros artistas. Se metió la música instrumental otra vez dentro del rock nacional, y en esta etapa decidimos mostrar de dónde vienen las influencias pero con composiciones propias.
Así que tanto el disco anterior como este me agarró en una composición en el mes que paramos de tocar, que generalmente es enero. El anterior, como este, fueron trabajados de la misma manera trabajados en el verano, cuando paramos, y en soledad.
—Es el momento donde uno puede poner la cabeza en eso.
—Exacto. Generalmente enero es cuando uno para un poquito y se puede tomar unos días para darle un poco más de bola a eso.
—¿Y después cómo se hace para grabarlo?
—Generalmente tardamos una semana en grabar, bastante rápido hacemos. En la carrera de Dancing Mood no me ha gustado encerrarme tanto en un estudio; tres días de grabación como mucho: uno entero la base, otro los caños y uno más de detalles con los invitados. Me gusta que salga más espontáneo, que los músicos conozcan los temas dentro del estudio y no que los preparemos antes. Que se enteren de lo que van a grabar en el momento de hacerlo, y tratar de hacer todo de una toma o dos: cuando algo no sale reseteamos y tiramos la toma de nuevo. Es la dinámica que encuentro y que venimos haciendo en estos 18 años.
Uno a veces siente que lo hubiera hecho de otra manera, pero me parece que esa calentura del momento tiene otro sabor.
Cuerpo y voz
—Es un disco más centrado en el ska. ¿Es una especie de vuelta al origen?
—Creo que sí, quizás por ser composiciones propias salen a la luz las influencias, que es el ska. Es un disco que tiene muy poco reggae, el tema cantado. Quizás al dejar de hacer reversiones se nota un poco más esto, más crudo, con el estilo tradicional del ska.
—De todos modos Dancing Mood siempre le hizo honor al nombre y nunca perdió esa conexión física con la música, más allá de lo elaborado.
—Es un sonido que está impuesto: cambies los músicos o no, el sonido de Dancing Mood es bastante particular, y capaz que no se puede lograr en otras cosas. En mi carrera solista, más allá de que va por ahí estilísticamente, es otra cosa.
—Hablabas del tema cantado (“I’ll never love this way again”), ahí volvieron a convocar a Ayelén Zuker, que ya había trabajado con ustedes en “Ska Explosion”.
—Ayelén me parece una tremenda cantante; tuve la suerte de que conocerla y que trabaje en mi disco anterior y está entre mis favoritas. Creo que es mi referencia número uno para una mujer que cante, y más estos temas. Hay mucha tela por cortar todavía con Ayelén, seguramente la seguiré convocando para los próximos temas cantados: tiene un nivel extraordinario de interpretación al estilo que a mí me gusta. Y tenemos los mismos gustos musicales, melódicamente hablando.
Gestión
—Hablaste de ser un “canalizador” para explicar tu modo de liderazgo. ¿Cómo se sostiene este proyecto en el tiempo, y trabajando de manera independiente?
—La independencia y autogestión tiene mucho que ver en lo nuestro, eso trae mucha transparencia. Con la que podés estar de acuerdo o no: podés decidir no estar más o seguir estando. Creo que la independencia y el cooperativismo de alguna manera dan eso. Que las cosas cosas estén claras desde un momento y puedan funcionar.
En mi carrera vi un montón de bandas donde opinan todos y es un quilombo. Escuché una vez a Willy Crook decir que cuando uno va en un Torino el que maneja es uno, los demás van en el auto. Si querés manejar vos agarrá el volante, si no dejá que maneje yo. Si estás adentro del auto es porque estás seguro de quién está manejando. Si no bajate y tomate un bondi o subite a otro auto.
Siempre y cuando las cosas no sean ridículamente extrañas, tiene que haber un conductor que hace que la gente que está adentro confíe en sus decisiones.
—¿Está más difícil hoy el hecho de girar con una banda tan grande?
—Hoy está muy difícil por todo, principalmente por los costos de las cosas: mover un colectivo de gira con lo que salen la nafta desde hace años. O si tenés que ir en un bondi de línea, los pasajes. Los costos han subido en todo en estos últimos años. Está complicado, es más difícil que antes, pero bueno, le pasa a bandas independientes y no independientes. Uno triplica lo que sale un show mover una banda, se hace muy cuesta arriba, tanto para los productores como para los músicos.
Compartiendo
—Este año estuviste en Santa Fe con tu proyecto solista, tocando con músicos locales. ¿Cómo manejás esa actividad paralela y qué vivencia diferente te da?
—Muy diferente, más allá de que tiene que ver: la mayoría de los pibes con los que toco se acercaron a este estilo y a la música por Dancing Mood. Pero no es una carrera solista convencional, como otros que dicen “voy a hacer una movida solista porque tenía la leche o ganar más plata”.
En todos estos años hubo muchas cosas que me parecieron injustas, una es que la música se canalice sólamente en Capital Federal. No me cabe que haya un montón de bandas que tengan que venir a vivir a Buenos Aires para que supuestamente les vaya bien, cuando en realidad el 95 % se pega la cabeza contra la pared y termina desistiendo y abandonando la música.
Viajando por todo el mundo he visto que en otros lugares no pasa, ni en Europa ni en América: hay bandas consagradas en México que son de Monterrey, siguen en Monterrey y si las querés ver andá a Monterrey, o esperá que vayan al DF; pero son masivas y multitudinarias desde su lugar. Cosa que en este país no pasa. Si vos tenés la plata, las ganas o el tiempo de venir a Buenos Aires bien, pero las que no tienen que morir ahí. No está bueno que pase eso.
En este proyecto trato de federalizar un poco la música, y a la vez de devolverle un poco la suerte que tuve de trabajar de lo que me gusta. Este proyecto solista trata de fomentar la cantidad y calidad de músicos que tenemos en todo el país, darle trabajo a los pibes de todo el país. Hay lugares que están más implantados, hay más bandas y más lugares para tocar: en Nogoyá, Villaguay, Tandil, Balcarce, Miramar en abril, Pinamar ahora, Mar Chiquita, Santa Teresita, Santiago del Estero. Nunca nadie se pregunta qué carajo pasa ahí o qué bandas y músicos hay.
Darles laburo y aprender de ellos, porque tocar todos los fines de semana con siete músicos diferentes desde hace cuatro años, es un cifra espectacular.
Porvenir
—Al disco hay que seguir defendiéndolo. ¿Qué se viene para lo que resta del año y principios de 2018?
—Todo lo que tiene que ver con sacar un disco nuevo. Girando por donde se pueda, tocarlo, “ablandarlo”. Me quedo pensando en este disco y todo lo que corresponda, mostrarlo todo lo que se pueda. Ya pensando el año que viene en componer para otro. Pero queda mucha tela por cortar, recién lo estamos empezando a presentar.
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