Encontrar la forma de que algo roto vuelva a andar
En el tercer álbum de su cosecha personal (“Turula”), la cantautora bonaerense radicada en Rosario abre un nuevo libro de principios y finales, ratificando el ADN punk y la filosofía bike.
“Siempre digo que yo hago mucho con poco”, resume Daiana enamorada de Plaza Pringles. Foto: Gentileza Roque Olguín
“Turula” es el tercer álbum publicado por Daiana Leonelli, sucesor de “Todo como es” (2016) y “Porque lo digo yo” (2019). “Imposible acordarme si la había escuchado antes, pero en el 2020 una amiga me contó una historia terrible y me dijo que después de eso quedó turula”, revela la cantautora a El Litoral. “Me pareció una palabra muy musical, a diferencia de loca, que nos estigmatiza. Me hace sentir algo parecido al cariño por los mambos que llevamos siempre con nosotras”.
En pie
El amor y la distancia parecen ser dos tópicos presentes en “Turula”. De todos modos, Daiana aclara que “las temáticas dependen de quién observe, yo por ejemplo creo que el disco habla de los finales y los principios, y cómo estos se entrelazan y confunden. Pero dejé que las cosas pasaran solas, no intenté buscar un hilo conductor ni pensar de antemano una premisa porque no quería condicionar nada esta vez”.
Con el disco “afuera” desde fines de 2022, la artista escucha en presente lo que vivió en el proceso: separarse, deprimirse, afrontar la pandemia, perder muchas cosas, irse a vivir a Rosario sin un mango. “De algún modo salió bien, porque ahora tengo casa, un oficio y encima el amor apareció de nuevo. Por suerte, capturé esos momentos malos en canciones; ahora veo que me sirvió para ir asentando mi nueva realidad y para recordarme que yo iba a lograr ponerme en pie”.
Preferida
Van dos más, dice el texto. En la primera respuesta, Didi, apodo que abrazó poco después de terminar la secundaria y nunca soltó, elige una de sus propias aventuras para compartir en profundidad ese universo narrativo. “Recién había llegado a Rosario, todavía vivía en un hostel. Me obsesioné con la idea de que se podía salir adelante insistiendo, rompiendo las probabilidades. Charlando con Sato (Valiente, guitarrista de la banda), le contaba que aunque la cosa no remontaba, no quería volver a Buenos Aires, porque eso sería como fallar. Me dijo: ‘Claro, falta tu regreso triunfal’. Entonces, escribí las primeras estrofas: no puedo relajar / si me siento me muero / me alcanzan, me atrapan, se adueñan / de la historia que van a contar / sobre mí”.
“Me fracturé la muñeca. Mi cuerpo me avisó que así no, que tenía que dejar de exigirme tanto. Cuando terminé la rehabilitación, retomé la canción. Tenía otro ritmo distinto al del disco, no la podía terminar, se la mostraba a Mareco y no nos convencía. Me dijo que probara romperla y yo, que en ese momento estaba escuchando Franny Glass (por recomendación de Orma), la toqué como si fuera un tema suyo. De repente, se destrabó y la terminé en un par de días. Ahora es mi canción preferida, después de ‘Turula’. Habla sobre todo al mismo tiempo”.
“Estoy rodeada de gente que cree en mis canciones y presta a ellas su tiempo y creatividad”, declama Leonelli. Foto: Gentileza Ceci Fernández (diseño de portada)
Nunca demasiado
Javier Mareco fue el encargado de la producción de “Turula”. La cuarentena obligó a que la primera parte del trabajo se realizara a través de videollamadas. “Entre ese momento y este hubo una vorágine de vivir en hostels, quebrarme la muñeca y grabar con una banda que estaba viviendo en otra provincia. Estaría inventando una historia si te dijera que me acuerdo en detalle toda la grabación. Muchos de los intercambios y maquetas fueron enviados y perdidos por WhatsApp. Pero esto es lo que sé: Claudia Farías, Sato, Ariel Roclaw y Pablo Manuel González (la banda con la que toco desde “Porque lo digo yo”) lograron grabar todo en tiempo récord porque yo no podía pagar más horas de estudio. O sea que apuramos su creatividad e igual lograron algo hermoso”.
“Turula” también es un ejercicio de la amistad, como todo registro autogestivo. En la canción que denomina el álbum, Nicolás Costanzo ejecutó violín y Gastón Grinszpun piano. Agathe Ciprés grabó las trompetas de “Regreso triunfal”. Didi agradece: “Yo ni siquiera estuve presente en sus grabaciones. Se aprendieron todo solos y la rompieron. Hay amigues que me ayudaron mucho en todo el proceso de ir terminando las canciones (Claudia Farías y Orma, en especial). Con Mati Vant nos juntamos a tomar birra y pensar los coros. Mareco tuvo un montón de propuestas que definieron completamente el tono del disco, pero sin hacer que yo me sienta condicionada y entendiendo también adónde quería ir. La verdad, estoy más que agradecida. Estoy rodeada de gente que cree en mis canciones y presta a ellas su tiempo y creatividad”.
Concretamente, sobre Mareco y el encargado de la dirección de voces principales, Nahuel Briones, Leonelli pondera el aprendizaje adquirido para “cuestionarme, dejar de creer en la inspiración puramente mágica y poner las horas de laburo que hay que poner, y tomarme en serio pero nunca demasiado”.
Un empujoncito
Cada canción de Daiana Leonelli tiene el encanto de una cajita musical. La melodía flota en algún lugar y acompaña el trajinar diario. Al punto de que uno se ve tentado de observar alrededor para detectar si ella anda por ahí. ¿Será por los sonidos que disemina, cual especias, en sus tracks, cocinando siempre con lo que tiene a mano? Como la bomba que explota tiernamente desde su boca (“Me dicen romántica”), el desencuentro amoroso construido a base de audios cruzados con Orma (“Qué hago en Rosario”) o el ruido de hojas rompiéndose que no es otra cosas que... ¡hojas rompiéndose! (“El libro de los papelones”).
Sobre esta canción, la cantautora reconoce la idea del productor. “Mareco me dijo que estaría bueno que hiciéramos la percusión con libros, representando distintos sonidos equivalentes a una batería. Al principio no entendí, pero lo maqueteé igual, con ayuda de Orma. Menos mal que lo hice. Porque en mi miedo de sonar ‘infantil’, me olvido de divertirme. Y me re divertí cuando elegimos qué libros usar en el estudio y probamos cómo cerrarlos y desde dónde tirarlos. A veces, yo conecto con ese lugar lúdico que tiene que tener la música para que me guste. Otras veces, como en este caso, me tienen que dar un empujoncito y arranco. Además, si te divertís, eso se escucha en el disco”.
Monstruos y confort
El tercer movimiento de Leonelli en el plano discográfico conserva rasgos identitarios que ya asomaban en sus hermanos mayores “Todo como es” y “Porque lo digo yo”. El dispositivo canción, microrrelato musicalizado, pone un espejo frente a quien lo escucha: imposible no verse, imposible no saberse visto. Con su picardía tierna, Daiana va rumiando la realidad, enumerándola, sin perder de vista que es un arma cargada de futuro. En palabras de un usuario de YouTube: “Cuando cantas me hacés sentir como que tuviera un kilo de helado para mí solo en la heladera en el día de más calor”.
Didi se encuentra continuada en su obra porque “hablo en primera persona siempre, porque me parece genuino así (aunque alguna historia sea inventada cada tanto). Además, repito temáticas: hablo de las injusticias, de nuestro derecho a quejarnos, de que la humanidad es una cagada, de que ser normal es una boludez, de no estar bien, de los monstruos internos”.
A modo de ejemplo, menciona “Cucamonga” de su primer disco, donde canta: “Muchos monstruos hay en mí / no los puedo despegar”. “Pero en ‘Turula’: son los monstruos viejos usando disfraces. O sea que son los mismos temas, pero abordados desde distintos momentos de la vida (a los 30 vas aprendiendo a convivir con tus monstruos). También aparece el punk de a ratos insinuado, porque me encanta y porque creo que tiene una filosofía que coincide con mis canciones”. Es que, entre otras razones, Daiana elige que la llamen Didi porque remite a Dee Dee Ramone. Por último, destaca la formación de la banda, “que siempre fue la misma porque me encanta tocar con elles y ser parte de un grupo. Esa estabilidad me reconforta, con lo difícil que es tener un poco de confort”.
La vuelta
A la par de la música, Didi perfecciona a diario el oficio de bicicletera. De hecho, le compuso una canción a su amor de dos ruedas, llamada “Bicicleta amarilla”, que formará parte de un futuro EP. “Siempre digo que yo hago mucho con poco. No soy virtuosa, no tengo muchos estudios, no tengo padres con plata que puedan y quieran ayudarme. Entonces reniego, le busco la vuelta. Lo hago porque me apasiona. Me apasiona trabajar con las manos y encontrar la forma de que algo roto vuelva a andar. La bici es re del pueblo, nos da la oportunidad de hacer mucho con poco. Nos da libertad para ir a cualquier hora adonde tengamos ganas, siempre y cuando no dejemos de pedalear. Todo eso lo veo también reflejado en la música”.
En este sentido, Daiana reconoce tomarse cada vez más en serio su carrera artística, dedicándole más tiempo y trabajo. “Intento que crezca”, sintetiza. “Ahora toco un poco menos, trato de organizar y elegir mejor los toques porque estoy más grande y ya no tengo todo el tiempo del mundo. Suena poco romántico, pero es más real. Y cuando llega el momento de tocar lo disfruto como siempre lo hice. Poner todo este esfuerzo y tiempo en la música es bastante compatible con mi oficio de bicicletera, que se puede ir adaptando de a poco, si la música -que siempre va a ser mi plan A- lo requiere. Si logro ordenar las cosas bien y tengo un poco de suerte, creo que puedo seguir creciendo como música un poco más. Hasta que me canse”. La respuesta cierra con un “ja”, como sabiendo que nunca se va a cansar de pedalear.