Este viernes 28 a las 21, en la Sala de UPCN (Rivadavia 2513) se presentará la obra “Donde el viento hace buñuelos”, de Arístides Vargas, bajo la dirección de Ana Woolf, con las actuaciones de Cecilia Ruiz y Leonardo Schmukler. La entrada es libre y gratuita para afiliados al gremio, y de $1.500 para público en general. Las entradas se pueden reservar online; para consultas se puede escribir a [email protected].
Memoria compartida
Woolf, actriz, dramaturga y directora formada junto a Eugenio Barba y Julia Varley (Odin Teatret, Dinarmarca), creadora del Grupo Laboratorio de Antropología Teatral (LAT) de Santa Fe, aborda nuevamente una obra de Vargas, tal como lo hiciera con elenco santafesino (Las Juanas) en el caso de “Foto de señoritas y esclusas”.
Para la directora, “Donde el viento hace buñuelos” “es la historia de una estrecha amistad nacida en un exilio. Entretejida en un camino político que se vuelve poético. El presente y la memoria del pasado narran momentos compartidos aquí y ahora o en espacios familiares que son también memoria, un aeropuerto, la cocina de una mamá, una calle, el claustro de una escuela, las palabras de un papá, un perro llamado Buñuelo. El presente se va desfigurando, como si lo miráramos a través de ese ojo rasgado de ‘El perro andaluz’ de Luis Buñuel. Como inmigrantes exiliados los personajes caminarán la misma añoranza de lo que fue y no es, continuarán viviendo su vida en ese largo e interminable paso de la “adaptación”. Uno partirá, pero allí queda su otra parte que seguirá tejiendo en su vagar las memorias compartidas en ese otro espacio del no olvido”.
Escribió Vargas (argentino radicado en Ecuador desde hace décadas, fundador y director del Grupo Malayerba) en 2004: “A veces pienso la vida como un conjunto de fisuras, de grietas, de donde sale una luz tan intensa que me hace sospechar que ahí dentro, algo sucedió.
Tal vez se trate de captar el resplandor de lo sucedido.
La vida fracturada me permite preguntarme: ¿qué es lo que me hace humano, la certeza de que he nacido, de que vivo, de que voy a morir?
No sé, tal vez sea mi relación con el dolor del otro, pero no el dolor lacerante tan grato a ciertas religiones que lo elevan a categoría fundamental. No, el dolor del que les hablo es aquel que surge del incesante acto de vivir, en el transcurrir no en soledad sino en alguien que está fuera de nosotros, en otra persona, en la soledad de mi semejante que es mi propia soledad”.