Amante de la historia argentina, Miguel Ambrosio Petty ha viajado por todo el mundo durante años (EE.UU., Alemania, España, Inglaterra, Sudáfrica, Irlanda, China) y en su momento fundó la Red Latinoamericana de Investigación Educativa). Foto: FLAVIO RAINA
Mariano Cuvertino El secretario de Gobierno de la provincia de Santa Fe
—¿Qué nos podés contar de tu último libro, que está por publicarse?
—Es sobre el personalismo ignaciano como filosofía de la educación. He tratado de juntar la teoría del personalismo con la pedagogía ignaciana. Lleva mucho tiempo escribir, investigar... Yo tengo mucho material por conferencias, discursos, exposiciones, etc. Y al mismo tiempo, he trabajado como misionero en la Patagonia. Haciendo algo completamente distinto de lo que por acá se entiende como misión. Para mí es atender a todas las necesidades del hombre, desde lo económico al alimento, la cultura, etc. Formamos cooperativas, mandamos chicos a colegios, hacemos sacar agua. Y empezamos (nuestra tarea) por la necesidad “sentida” para llegar a la necesidad “real”. Por eso llegamos hasta a hacer la mensura de los campos para llegar a tener la propiedad de la tierra.
—¿Seguís actuando en la docencia?
—No, soy miembro de la Academia Nacional de Educación. Participamos personas que hemos sido rectores, oministros, y resulta muy interesante...
—¿Es posible elaborar un diagnóstico de la situación actual -aunque sé que es una pregunta en extremo amplia-?
—Cualquier cosa que diga se puede interpretar muy mal. Pero creo que, en general, la docencia es muy floja. Y los chicos se rebelan contra eso. Creo que los chicos valoran la exigencia y el acompañamiento. Ahora soy bibliotecario en Inmaculada, y he dado patas para arriba la biblioteca. Todos entran: a estudiar, a pedir libros. Se puede acceder a toda la biblioteca. Le metí todas las pilas a esto. Hemos separado todos los libros antiguos. Los mandamos a Buenos Aires (para su conservación).
—¿De tus años como rector, qué fue lo más complicado que tuviste que asumir?
—Cuando me desempeñaba en Córdoba me invitaron para ser miembro del directorio de la Universidad de Georgetown. Y eso significaba que cada tres meses tenía que viajar a los EE.UU. Y coordinar las dos actividades fue muy difícil. Además, creo que las universidades son jóvenes hasta que tienen cien años. Cuando gestioné la universidad, ésta tenía 50 años, estaba todo por hacerse. Ahora, más allá de eso, lo más difícil fue siempre la situación económica del país. De todas formas, creo que hay un problema común a los diversos estamentos de la educación. Si se le pregunta a cualquier educador: ¿Cuál es la filosofía que pretendemos aplicar en nuestro tarea educativa?, o: ¿Qué filosofía de vida estamos dando?, no te saben responder. La filosofía que se vive en los colegios y escuelas es napoleónica, centralista y positivista. No existe una reflexión sobre la filosofía de nuestro sistema educativo.