Nahuel Briones: un artista inusual que desafía los límites de la música
Hoy se encuentra presentando “Bases y condiciones”, single en colaboración con Chano, y “Serenata”, compartido con Lito Vitale. También está mostrando “Milagros inútiles”, su más reciente álbum. El Litoral pudo conversar con él para adentrarse en su particular universo.
Nahuel Briones participando en el programa “Anfitrión” de Lito Vitale, en el que grabaron la versión en vivo de “Serenata”. Foto: Captura de pantalla
Nahuel Briones ha cautivado al público con su capacidad única para crear mundos nuevos a través de su música y su poética. Con cada proyecto, demuestra su continua evolución artística, llevándolo a otro nivel sonoro y creativo en comparación con sus trabajos anteriores. Este crecimiento se ha visto reflejado en el aumento de su convocatoria en los recitales en vivo, donde ha logrado captar la atención de un público cada vez más amplio.
Actualmente se encuentra presentando nuevos materiales por partida triple. Uno de los lanzamientos más destacados es su colaboración con Chano en el tema “Bases y condiciones”, disponible en todas las plataformas digitales desde el 31 de marzo. El lanzamiento del single también ha sido acompañado por un videoclip animado realizado por Lucila Taba, que se presenta como una aventura gráfica en estilo ocho bits dentro de un videojuego, transitando por diferentes escenarios y niveles.
Otra colaboración destacada es la que Nahuel Briones ha realizado con Lito Vitale en el lanzamiento de “Serenata”, también disponible en todas las plataformas digitales. “Serenata” originalmente vio la luz en 2015 como parte del álbum “El Cruce de los Unders”, y en 2022 fue reinterpretada en vivo junto a Vitale en el programa de TV “Anfitrión”.
Su último disco, “Milagros inútiles”, lanzado a finales de 2022, ha sido aclamado por la crítica y elegido como uno de los mejores discos de 2022 por la revista Rolling Stone (Briones fue reconocido como uno de los mejores productores del año por la misma revista en 2020). “Milagros inútiles”, es una obra que mezcla poesía de relato crudo y abierto, psicodelia, política internacional, vandalismo digital, estética electrónica lo-fi, canciones de amor con arreglos de vientos y cuerdas, reflexiones sobre la era de la televisión, la fobia social y la depresión, junto con guitarras violentas de estilo metalcore, voces susurradas y distorsión. Fue presentado a fines de 2022 en el emblemático escenario de La Trastienda, y su formato físico salió a la venta en abril del mismo año.
De todo esto conversó Briones con El Litoral, abriendo la puerta de su mundo creativo.
Relanzamiento
-¿Cómo salió la idea de compartir “Bases y condiciones” con Chano? Es una reversión del tema que estaba en “El nene minado”, probablemente tu disco más celebrado.
-Grabamos con él hace tiempo, y la versión del tema está en la en la edición física del disco, solo que nunca lo habíamos subido a ninguna plataforma: era como una cosa oculta que tenían solo los que habían comprado el álbum. Y ahora que ya salió el siguiente disco, “Milagros inútiles” (ya está la edición física también), nos pareció que era un buen momento como para promocionarlo, para mostrarlo. Es muy lindo lo que está sucediendo con el tema, porque mucha gente lo está escuchando, lo está conociendo ahora: muchas personas creen que es un tema nuevo; en la práctica lo es, porque la participación del Chano no estaba no estaba en redes ni en plataformas para escucharla. Lo cual me sorprendió: mucha gente que compró el CD podría haberlo pirateado y no lo hizo (risas).
-El tema tiene un arreglo de cuerdas de Javier Maro, tiene algo del Tom Petty de “Mary Jane’s last dance”.
-Soy medio analfabeto de Tom Petty, escuché muy poco. La idea fue que tuviera una estética un poco beatle: está la batería y el bajo, por un lado, las cuerdas por el otro; se grabó también, por micrófonos que usábamos, como algo medio beatle.
La participación de Chano queda buenísima, lo que dice en la letra yo sabía que iba a quedar bien; pero me acuerdo cuando lo estábamos grabando que fue emocionante darse cuenta: “Sí, le queda bien”. Lo empezó a cantar y dijimos: “Está perfecto”.
-Le hicieron un video con un anclaje generacional, porque recuerda los videojuegos de los 80.
-Nunca fui consumidor de videojuegos, entonces vi el video y me encantó todo, sin entender del todo las referencias. Pero también es un video que está muy bien hecho: la animación está muy buena, estoy muy contento con el resultado del video, o con muchas ganas de que lo vea más gente.
Y sí, le planteé (a Lucila Taba) la idea de que fuera como un videojuego, pero no quería que fuera un de ahora, con inteligencia artificial, no queríamos hacerlo con deepfake.
-Esto había estado ahí, pero ahora se lanza como single. Es importante para él también, sobre todo en este momento, en que ha ido como medio azaroso su destino: está bueno tener una buena.
-A mucha gente, cuando fue el éxito de Tan Biónica le chocó un poco su personalidad, o la música; y ahora está en un momento muy distinto: mucha gente está revalorizando su trabajo, dándose cuenta de que al igual que un montón de grandes compositores, tiene muchas canciones muy lindas, muy profundas; y también canciones más banales, que por ahí son las que se hicieron más conocidas. Entonces mucha gente se queda con esa idea.
Pasa con un montón de artistas que son muy buenos, por ejemplo los Redondos: uno de los temas más conocidos es “Mi perro dinamita”, y es una canción fresca y divertida, pero no representa la discografía. Muchas veces la canción más boba, o más graciosa, más en chiste, se vuelve más fácil de digerir. Y a la vez pasa algo: no es que los Redondos tocaban “Mi perro dinamita” y la gente decía “uh, qué cagada”. La tocaban siempre y la gente feliz.
-Por ahí es la puerta de entrada a la obra de un artista.
-Claro, pero ya cuando el artista también lo valida: porque vos en vivo podés no tocarla; cuando vos tenés tu público qué te importa si vas a tocar esa canción. Yo también tengo algunas canciones que siento que son como un poco más tontas, y que siempre que las toco, las disfruto: bailo y me dan ganas de tocarlas. La vida tiene sus momentos banales, me parece raro que la obra de un artista no tenga nada de banalidad, que todo sea súper serio.
Me parece que el lanzamiento de “Bases y condiciones” agarra a la población argentina en un momento de mayor respeto a Chano como artista.
Amigo de trasnoche
-También compartiste “Serenata” con Lito Vitale, del disco “El Cruce de los Unders”. ¿Nació todo por la invitación al programa “Anfitrión”?
-Sí. Tenía ganas hace tiempo de hacer algo con él; y que él me haya invitado al programa me pareció una manera de aprovechar para cumplir una especie de sueño que yo tenía con esa canción. La lógica es: cuando estás mostrando un disco nuevo y vas a la tele, tocás un tema del disco nuevo; tenés que trabajar eso.
Pero me parecía que en “Serenata” iba a hacer mucho más destacable lo que él metiera; y al ser una canción de género, medio una cosa de foxtrot, hay algo que es más sencillo de incluirse. Una banda empieza a tocar un rock and roll, me subo al escenario y ya tengo en el cuerpo qué hacer. Lito, que por supuesto es un gran pianista, ya en la pasada, en la prueba de sonido, estaba buenísimo lo que estaba tocando. Y que yo (que soy muy perfeccionista, muy hinchapelotas, que nunca quiero mostrar grabaciones en vivo si no están realmente re bien) haya querido lanzar eso como single que está grabado a full en vivo, sin ediciones es porque hubo un momento medio mágico ahí.
-En la versión original tenía esa onda Dixieland y foxtrot como decís: tenía clarinete, Hammond. Esta es la banda más directa, más el piano de Lito.
-Lo que se escucha es mi banda tocando, y suena muy bien: disfruto mucho de eso. Me gusta algo de algunas bandas, como Morrisey, Radiohead, inclusive los Redondos, un poco Divididos; son bandas que en vivo faltan cosas les faltan instrumentos y no importa. Hay algo que no es solamente actitudinal: también hay algo de poder resolver eso de otra manera. En el caso de Radiohead me parece muy sorprendente, porque hay canciones que tienen una orquesta de cuerdas; y en vivo no está y está buenísimo igual.
Después de mucho tiempo de tener vientos invitados, percusionistas invitados, me gustó tener una especie de (entre muchas comillas) “formación definitiva”, con la que puedo tocar canciones de todos mis discos. Y si hay un clarinete resolverlo con una guitarra, cantarlo, o si no se puede no está. Grabo los ensayos, escucho todo, lo comparo con la versión del disco, y veo si le gana en algo. En general le gana en intensidad.
Vos podés escuchar una estrofa cantada por cinco voces en un disco, y es muy fácil hacerlo: lo vas grabando por separado, las afinás. Ahora, cuando está pasando en vivo es una banda que tiene un arreglo coral bastante intenso: disfruto de que eso haya sido real, de que haya pasado ahí.
Flasheo con que algo de lo que pasa en vivo (más allá de si hay una pista o programaciones; suponete que no), hay gente tocando y un público cantando. Lo que está pasando es que estamos todo recordando algo: eso me parece una locura. A veces pienso en vivo: “Todo esto que está pasando es nuestro recuerdo de la canción en tiempo real”.
-Reconstruyéndola.
-Es como si fuéramos reproductores de un casette y el público también. Se genera una cosa performática entre el público y la banda. Cuando tenés un feedback (en Capital Federal, en Salta, en La Plata ya generé un público) podés ensayar un montón, hasta saber que no vas a tener errores en vivo. Pero no ensayaste con ese público, con ese coro, que se superpone de 150, 200, 300 personas. Es muy lindo: si de pronto sumás un cuarteto de cuerdas a una banda que ya está formada, o un coro, el impacto que sentís en el ensayo es súper emocional: algo crece en otra dimensión. Bueno, imagínate eso con un público cantando: en la práctica es mucho más grande que sumar músicos, porque nunca sumarías 150 o 200 músicos en un show (a menos que vayan 50.000 personas a verlo).
Se forma una banda de 200 personas: eso me parece hermoso. Muchas veces pienso que una de las razones por las que hago música (más allá de que me encanta componer) es que ese momento de estar tocando, y que el público esté sumando todas esas voces, me parece espectacular. Imaginate si el público en lugar de cantar tuviera la costumbre de llevar instrumentos y aprenderse las canciones: para la banda es un poco eso, salís y hay 200 personas cantando una canción que nunca tocaste en vivo antes. Es un termómetro lindo de qué pasó con el disco.
Decisiones artísticas
-El año pasado salió “Milagros inútiles”, donde sí también incorporaste un montón de cosas. ¿Cómo fue el proceso de gestación de este primer disco postpandémico, desde la escritura hasta grabarlo? Que lo grabaron también en varios estudios, separados.
-Ya en 2019, un poco antes de las de la pandemia, estaba un poco bajón (más allá de que después me enteré de que tenía depresión) por varias cosas a la vez. Una que sí tenía sentido era que durante todo 2019 he estado tocando mucho, viajando mucho; y no soy como esos compositores que componen en el bondi, en el hotel. Admiro eso, me encanta, pero necesito otro tipo de espacio; decir: “Me tomo un mes, voy a estar componiendo, no me voy a poner a juzgar si la canción es buena o no; voy a avanzar hasta tener un montón de temas”. Es más parecido al trabajo de un escritor o de un pintor.
Me encanta cuando uno de los Decadentes cuenta: “Este tema lo hicimos en el hotel”; a mí me pasa que la canción suelta me estresa mucho, me genera un nivel de presión de que tiene que estar buena; que si compongo 15 no me pasa. Me es más fácil después seleccionar, el resto los tiro y punto: tengo menos amor por las canciones que abandono y ya, que la canción que estoy haciendo en el momento.
Después de eso me aburrí un poco de hacer discos que tuvieran una sonoridad de banda, o una sonoridad orgánica. “El nene minado” es como el pico más alto de todos los discos que estuve haciendo: en todos hay músicos tocando, pero “El nene minado” ya tiene como una banda muy en vivo: muchas canciones se grabaron con batería, bajo, guitarra y percusión en vivo; en otro se grababan los vientos. Hubo algo de eso que lo escucho ahora... sé que es un poco injusto con el disco lo que voy a decir, pero me pasa como una sensación de “buenísimo: decidí los arreglos, los músicos, cómo grabarlo; pero no decidí cómo suena todo eso”.
-El resultado final no.
-Dije: “Acá quiero una guitarra acústica” y en el disco suena como una guitarra acústica: está buenísimo el audio; Federico Nicolao, el productor, es un gran técnico. Pero me quedé con ganas de poder decidir de cada cosa que hay en el disco y en cada tema su sonoridad: llevarlo un paso más arriba. “Me imagino acá una guitarra acústica medio en ocho bits, toda saturada, toda rota. Quiero que sea una guitarra acústica: vamos a grabarla lo mejor posible, pero quiero generar este procedimiento y después cortarla toda”.
Justo me agarró la pandemia, que me dio muchísimo tiempo para ponerme a jugar con estas cosas; y hoy en día que ya estoy en un plan de trabajar mucho más, de moverme y de viajar, ya no podría hacerlo de nuevo. Siento que hice lo que para mí tiene que hacer un artista (pero por a velocidad del mundo es muy difícil) que es hacerte tu disco. Estuve buscando cada sonido: “Quiero este bombo, acá quiero que entre esta palma, este sonido que no está lo voy a grabar; esta batería que logré acá no me gusta tanto como suena”. Y una vez que estuvo todo terminado, el disco un poco más que maquetado, preproducido, fui a estudios exclusivamente a grabar las cosas que quería reemplazar.
Por ahí había una guitarra grabada con un pedal re choto, pero me encantaba cómo sonaba, no la iba a grabar mejor: sentía que tenía el color del tema. Hay un contraste muy grande entre lo hi-fi y lo lo-fi en el disco. Y también pasó que por ahí tenía una batería grabada, sampleada de algo de la radio o de YouTube, que sonaba medio mal; la grabamos con re alta calidad, y después la hice mierda hasta lograr un sonido parecido al que tenía (risas), porque necesitaba eso.
Fue un proceso un poco más artesanal. Los discos anteriores tienen algo más profesional: son músicos tocando bien, grabándolo bien; llegamos después de años y años de discos haciéndose, y aprendiendo cosas de cómo se graban los discos de rock. “El nene minado” es un buen exponente de un disco que suena bien; pero en “Milagros inútiles” tenía ganas de hacer un disco “artístico” de principio a fin: que cada cosa que sucediera fuera más poética.
Crudeza
-¿Puede ser que “El gemelo que encerramos en el sótano” es un tema en que pasó la maqueta entera, prácticamente sin retoques? Está todo tocado por vos, y las voces no están regrabadas, suenan como la primera toma.
-Está buenísimo eso que viste. En YouTube hay una versión de “El gemelo” que hacemos con la banda, directamente en un estudio: muy power la versión, muy de banda de rock. Esa versión que filmamos era la que iba a quedar en el disco; la versión de “El gemelo” que está en el álbum es full la maqueta, sólo para representar lo que íbamos a grabar en el estudio. Como yo sabía ya desde el comienzo de la composición del tema que iba a requerir de una banda con batería, bajo, como en temas de discos anteriores, en la maqueta jugué a hacerla con lo más malo que tenía: con un pedal horrible, una pedalera digital con unas distorsiones espantosas.
Cuando avanzamos con el disco, escuchaba la versión súper hi-fi de la banda y la versión esta, grabada toda medio chota, con la placa integrada de la compu, y para mí esta tenía una emoción que no tenía la otra. La que quedó en el disco debe haber salido un peso hacerla, y la otra debe haber salido 600 dólares. Esa quedó afuera, como single nada más. En la maqueta por supuesto se procesaron cosas, la programación se cambió un poco.
También me pasó que uno de los músicos de la banda, Iván (Kovacs, guitarrista), que no participó en el disco porque entró después, me dijo: “Che, ¿no van a mezclar la versión esa de ‘El gemelo’?”. “No, ni voy a gastar tiempo en eso, es la maqueta”. Y me contesta: “Pero mira que tiene algo, que la otra versión no tiene: la otra versión es un tema de rock; y esta tiene una gracia”. Así que quedó esa maqueta, casi tal cual.
Quizás en este momento es muy difícil definir qué es maqueta y qué no, porque está trabajando con la compu, eso va avanzando; de pronto grabaste una voz con un micrófono malísimo; y lo escuchás y te gustó cómo quedó, y es muy difícil ganarle a eso. El otro día escuchaba una nota a Nico Sorín, que contaba que para un disco que produjo de Miguel Bosé habían armado un arreglo de cuerdas en la compu; la idea era grabarlo con una orquesta, y había una melodía principal de violín grabada con un sonido de violín re choto. Lo grabaron con un violinista espectacular y en el disco tuvieron que dejar la versión Midi, porque estaban muy acostumbrados a ese sonido y habían armado todo en base a eso. Estamos en un momento en donde la música mezcla mucho lo hi-fi con los lo-fi, mucho más que antes.
-Acá hay voces que se nota que está grabadas en el estudio; hay arreglos de vientos que se escucha que son vientos reales; está el cello de Lucas Argomedo. Se notan las cosas que agregaste, pero también cuando las bases del tema siguen siendo las primeras.
-Por supuesto: no siento que sea un disco tan rupturista en cuanto a la composición. Canciones como “Tu mascota”, “Sitcom”, hasta “El gemelo” inclusive, son canciones como que a ver que forman claramente parte de mi discografía. El tema es que el disco también tiene canciones como “Marciano abandonado”, “Todos los días son míos” o “Islas de plástico”, que no se parece tanto a lo que estaba haciendo, son otra forma.
-“Internet nos cagó”.
-Sí: la sonoridad de “Internet nos cagó” no se parece a cosas que haya hecho antes, pero sí, un poco la forma: la escucho y siento que es una canción mía. Con “Marciano abandonado” me pasa algo más raro: es como si una inteligencia artificial hubiese hecho un tema de los Beatles de “pepa” (ácido) ahora. Porque tiene momentitos extremadamente Beatles, que parece de los 60, o de fines de los 50; y después tiene partes medio dubstep, medio Skrillex. Disfruté mucho haciendo este tema, y está buenísimo que llevamos este disco al vivo y la gente canta canciones que yo no pensé que iban a cantar, como “Marciano abandonado”
-Es muy viaje, que la gente “entre” en vivo es algo raro.
-Por eso quería que fuera cortito, que terminara con un ruido como de avión o de vuelo; que empezara con un ruido del mar. Como que había algo de “bueno, dura veintipico de minutos, te tomaste una re droga, dura esto, listo”.
Lo de “Milagros inútiles” tiene que ver con que estamos en una época en la que se debate mucho (ya se hizo muchas veces, pero ahora está muy en boga) en los medios esta cosa de lo que es útil: si algo gasta plata de más, además hay tirarlo a la mierda. En la música estoy acostumbrados a gastar plata en producir cosas que útiles no son (en el sentido de una mesa, una silla). A mí me hace más feliz la música, y a muchísima gente: si no nadie compraría entradas, agotaría todo, para ir a ver conciertos. A la gente le hace bien, pero en una situación extrema de hambre, de guerra, no va a ser tan importante la música.
Por eso dije que es un milagro inútil: es un milagro la música, el arte, el sexo, el amor. Útil para la idea de hacer caja no es: ponerse un kiosco es más útil, hacer un emprendimiento farmacéutico es más útil. Necesitaba reivindicar esos milagros inútiles: no quiero brindar servicios.
Holgura creativa
¿Cómo sigue tu 2023 (hasta donde sepas)?
-A diferencia del año pasado, que lo organizamos mucho desde el comienzo de año, este estaba un poco más random. Para el disco grabé unas cuantas canciones más, a último momento me pareció que iba a ser muy largo. Como es un disco con mucha información, muy cargado, parecía que no daba que durará una hora; entonces tengo bastantes canciones que ya están terminadas, producidas, algunas mezcladas; como si fuera un disco más.
A la vez tengo muchas grabaciones en vivo que me gustan mucho, y que las quiero mostrar. Y además también estoy empezando a componer algunas canciones que no se parecen mucho a eso, y que también me entusiasman. Por primera vez tengo más canciones de las que necesito: no hay que componer el tema para lanzarlo; hay que elegir qué tema lanzamos y lo sacamos.,
También a fines de 2020 hice un streaming con unos pianistas invitados muy buenos: Nico Sorín, Ariel Polenta, Noelia Sinkunas y Andrés Pilar; pianistas muy disímiles, con los que hicimos una sesión en vivo tocando temas de todos mis discos, pero con el toque de cada uno de ellos. Eso está grabado, si fuera un disco de un artista que me gusta, sería mi disco favorito: escucho esa desnudez de la voz, del piano. Eso me gustaría editarlo en algún momento
El problema es entre de financiamiento y de organización: tengo ganas de compartirlo y de que tenga un momento especial también para el público, no que de pronto salga un montón de material y ya. Y también después el momento de salir a presentar todo, lleva tiempo.
Pero por primera vez siento que como con este conflicto cambiario que tenemos en la Argentina, de pronto quedé como si hubiese comprado bitcoins con las canciones. Después de que termino un disco quedo seco, sin canciones, estresado porque tengo que componer más; y esta vez tengo 15, 20 canciones que podrían entrar a un disco. Hay un montón más que no están tan buenas, o que por ahí trabajándolas pueden mostrarse.
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